Doy pasos seguros sobre el abismo que se abre delante de mí, tu mano me sostiene y es lo único que necesito para sentirme confiada de no caer.

Atenea

Son más de las nueve de la noche, dudo que Dominic vaya a venir, lo más probable es que se haya dado cuenta de lo difícil que es penetrar en su propio departamento, habiendo redoblado la seguridad. Desde hace una hora que estoy lista para meterme a la cama, por lo que sin más remedio lo hago y tomo la almohada de él para abrazarla y llevarla a mi nariz.

—¡Debí haberme traído una de sus camisas! —exclamo y golpeo la cama con frustración.

—Puedo ir a buscarte una —susurra a mi oído.

Me giro hacia el lado de donde viene su voz, pero solo atino a ver la sombra de su cuerpo. Su boca encuentra la mía en medio de la oscuridad de la habitación, me cuelgo de su cuello y cuidando de no hacerme daño se tumba a mi lado, me refugio entre sus brazos. Su calor me envuelve, estoy en el paraíso de su cuerpo.

Me quedo dormida rodeada por su amor.

Despiert