La noche era fría y silenciosa. Gwen trotaba con rapidez por las calles vacías de Pueblo Plasmar, el trozo de hielo de Dodge colgando entre sus dedos, reflejando la tenue luz de las Antenas Parabólicas.Mientras avanzaba, Gwen observó a los habitantes del pueblo. Estaban apagados, sus rostros reflejaban agotamiento y angustia. Eran un espejo de lo que ella misma sentía. A cada paso, sentía un peso mayor sobre sus hombros, no solo por el día que había tenido, sino también por el miedo constante que la consumía: la Escasez de Energía Plasma.Aunque había dominado el Succinetismo y aprendido a defenderse de las balas, sentía que todo su progreso estaba en peligro. Se sentía abrumada por la dependencia de la Energía Plasma y el temor constante a perder sus Habilidades Plasmáticas.«Si la Escasez sigue avanzando, ¿qué me queda?».Este miedo, sumado a la imagen de los habitantes del pueblo, la hacía reflexionar. Temía morir como aquellos Plasmáticos que había visto caer, aunque todos ellos
En la sala de reuniones de la Agrupación Plasma, la atmósfera era tensa. Las luces frías iluminaban los rostros de los líderes presentes, reflejando la preocupación y el peso de la Escasez Plasma. Los murmullos crecían, algunos miembros proponían medidas drásticas, mientras otros confiaban ciegamente en que Mactodo tenía un plan. A pesar de la Biología Plasmática que compartían, cada miembro tenía una perspectiva única.Gwen observaba desde la entrada, sintiendo cómo el ambiente la envolvía en una opresión sofocante, ella percibió la complejidad de la situación y el peso de la responsabilidad compartida. Las palabras "propósito mayor" flotaban en el aire, pero lo único que Gwen podía escuchar era el eco de su propia respiración, rápida y ansiosa.Cuando Mactodo entró en la sala, el bullicio cesó. Su presencia, serena pero imponente, era suficiente para silenciar incluso a los más escépticos.—Es hora de abordar lo que realmente importa —dijo, su voz cortando el silencio como una hoja
El eco de las palabras de Mactodo y el miedo a perder a su hermano perforaban la conciencia de Gwen. Todo lo que había creído, todo lo que había luchado por construir, ahora estaba teñido de manipulación y traición.«No soy un títere», se repetía, pero las grietas en su confianza amenazaban con derrumbar sus convicciones.Mactodo, como siempre, sabía dónde atacar. Sabía cómo explotar las inseguridades de Gwen, haciéndola dudar de sus decisiones. Cada palabra suya era un veneno cuidadosamente administrado para quebrarla.—¿Te has olvidado de todo lo que has logrado gracias a nosotros? —le había dicho, con una voz gélida que no dejaba espacio para objeciones—. Tienes poder, respeto. Sin nosotros, ¿qué serías?Gwen titubeó, sus pensamientos se nublaron por la confusión.«Nada», se respondió en silencio.Pero entonces, el recuerdo de todas las verdades que había descubierto regresó, quemando su inseguridad. La Agrupación Plasma la había utilizado desde el principio. Su poder, su lugar en e
El rostro de Mactodo se contrajo en una mueca que apenas podía considerarse una risa, una expresión baja y calculadora que parecía perforar cada rincón de la sala.—Porque el pueblo no te verá como una víctima —continuó, con una voz que parecía medir cada consecuencia—. Te verán como la causante de la Escasez, como la razón por la que están muriendo. Si hablas, Gwen, tú serás la villana. Y créeme, te odiarán.Gwen quedó paralizada. Las palabras de Mactodo pesaban sobre ella como una sentencia.«¿Soy… realmente la mala de esta historia?».Por primera vez, se dio cuenta de lo profundo que estaba atrapada en la red de la Agrupación Plasma.—Yo… —empezó a decir, pero las palabras se ahogaron en su garganta.Mactodo aprovechó su
La sala de reuniones de la Agrupación Plasma estaba sumida en un silencio denso, roto solo por los zumbidos de las máquinas. Los miembros presentes intercambiaban miradas cautelosas, incapaces de decidir si el desafío de Gwen era un acto de valentía o de insensatez. En el centro de la sala, Gwen mantenía las manos extendidas, canalizando su energía Succina con un control que traicionaba su agitación interna. Cada fibra de su ser luchaba por sostener las antenas activas, permitiendo que la transmisión de Sunday llegara al pueblo.Mactodo, con su aire calculador, levantó una mano, deteniendo a los técnicos que estaban listos para cortar la señal. Pero su mirada no reflejaba rendición, sino paciencia. Sabía cómo manipular una situación hasta inclinarla a su favor.—Muy bien, Gwen —dijo finalmente, con una sonrisa que apenas ocultaba su frustración—. Veamos qué mensaje quiere enviar tu hermano. Aunque tú y yo sabemos que esto no cambiará nada.Gwen no respondió. El esfuerzo físico la hací
Los pensamientos de Gwen eran un caos de ambición, orgullo y miedo. Mactodo, viendo su oportunidad, decidió presionar aún más.—Rawdon, ¿qué le dices?. Si Gwen lo piensa demasiado, se acobardará —dijo con una frialdad meticulosamente calculada que perforó su resolución.Gwen apretó los puños, sintiendo cómo la furia y la frustración ardían en su interior. No podía permitir que la consideraran débil. No podía volver a sentirse insignificante.—Yo no soy una cobarde —murmuró, aunque su voz traicionaba su inseguridad—. No volveré a ser Sanguínea. Sigamos con el plan —dijo finalmente, aunque su resolución interna no era tan firme como su tono quería aparentar.Las palabras escaparon antes de que pudiera detenerlas. Desde ese momento, se dio cuenta de que no podía permitir que el pueblo descubriera la verdad. Si Sunday revelaba la Escasez Plasma, el pueblo cambiaría. Los eventos locales se cancelarían, y con ellos desaparecería su oportunidad de ganar el Gran Multiatlón Anual (GMA) y volve
La voz de Sunday resonaba débilmente en la distancia, apenas audible en los pasillos de la Agrupación Plasma. Pero para Gwen, cada palabra era un recordatorio de lo que estaba en juego. Mientras avanzaba, su mente se debatía entre el miedo, la culpa y un deseo insaciable de proteger lo que había construido.—Detente Gwen —le gritó Abel —. Te he dicho que no podrás detener a tu hermano. Llegarás tarde, deja que nosotros lo hagamos.Al llegar al pasillo principal, Mactodo avanzó hacia Gwen con un dispositivo en la mano. Su sonrisa era calmada, pero Gwen podía sentir la presión detrás de sus palabras.—Has hecho lo correcto, Gwen. Pero, aunque la Succinicidad ha sido cortada, Sunday aún tiene voz. Usa esto —dijo, lanzándole el objeto. Gwen lo atrapó al vuelo, observándolo con recelo.La sala estaba cargada de tensión. Gwen miraba fijamente el aparato en su mano, el sudor perlaba su frente.—Habla con tu hermano, él tiene otro de esos. Te escuchará por ahí —su sonrisa era calmada, pero Gw
A lo largo de las semanas, la dependencia de Gwen a la Energía Dióxida creció, y con ello, las muertes Plasmáticas comenzaron a acumularse. Sabía que sus acciones estaban causando un daño irreparable, pero cada día que pasaba, su ambición crecía más fuerte que su culpa.Mientras tanto, Row recordaba lo que Cielo le había relatado sobre Ciudad Thaunlil y cómo la Escasez Plasma afectó a los "Super Plasmáticos" que vivían allí, convirtiendo ese municipio en un lugar desierto.Cuando Gwen se enfrentó nuevamente a Dodge y falló, el sábado 29 de julio, su frustración se intensificó. Mactodo la instaba a usar sus habilidades sin dudar, pero Gwen se sentía atrapada. El miedo a ser vista como una farsante la empujaba a ser más despiadada.La obsesión por derrotar a Gabi y a Dodge la consumía, y ya no le importaba lo que los demás pensaran de ella. "Todo lo que importaba era el GMA", se repetía, consciente de que Mactodo también quería su victoria, aunque desconociera sus verdaderas motivacione