Capítulo 731
—Tu ropa está muy arrugada, déjame arreglarla por ti —dijo muy considerada María.

Mientras bajaba las escaleras, María no dejaba las acciones de sus manos y echaba un ligero vistazo a la cocina. Alisó con los dedos las arrugas de la pijama de Andrés y le dijo:

—Te esperaré en el lugar de siempre por la noche. Tendrás que venir.

Su tono era tan cariñoso como una suave brisa. Luna escuchó perfectamente las palabras, pero decidió ignorarlas. Después de lavar y colocar la olla en su lugar, Luna salió inmediatamente de la cocina justo cuando Noemí terminó de alimentar al niño. Sosteniendo al pequeño que tenía hipo, bajó las escaleras.

—Señorita, el niño se despertó. Al escuchar que llora, sé en ese momento que te está buscando.

Luna se secó las manos y tomó con gran rapidez al bebé en brazos:

—Pásamelo. ¿Ya le diste su medicina?

—Sí.

Luna no presentó atención alguna al hombre que se acercaba. Se sentó en el sofá con el niño en sus brazos. Noemí miró a Andrés y se fue automáticamente para de
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