Luna miró a Leonardo con cautela y le preguntó muy curiosa:—¿En qué te basas para que pueda confiar en tus palabras?Leonardo bajó la cabeza y alisó las arrugas de su bata blanca, mientras le respondía de forma despreocupada:—Ya te he dicho todo lo que tenía que decir. Si decides creerme o no, eso depende solo de ti.—No importa lo que digas, ¡incluso si lo que me dijiste es cierto! Como sabes, ya no me queda mucho tiempo aquí. No quiero perder más tiempo pensando en estas cosas sin sentido. Si tienes algún rencor con la familia García y estás tratando de vengarte a través de mí, o si tienes algún objetivo oculto, estás muy equivocado con la persona a la que debes buscar. Ya no quiero preocuparme más por lo que sucedió en el pasado, ya sea Miguel o la causa de la muerte de mi madre... ¿Qué diferencia habría en esto si lo supiera? ¿Crees que a una persona que le quedan menos de seis meses de vida le importarían estas cosas? Incluso si mi madre estuviera viva, no querría que me atormen
Hoy no iba a ser un día tranquilo.El helicóptero acababa de aterrizar y los dos estaba a punto de abordarlo. En lo más profundo de su corazón, Luna se sentía muy inquieta. Tenía la sensación de que ese día no sería tan fácil como pensaba. Eric empujó con firmeza la silla de ruedas de Gabriel, mientras Luna caminaba a su lado. Justo cuando estaban a punto de subir al avión, de repente, se escuchó una voz ronca por los altavoces:—Disculpen, señores, todos los vuelos se retrasarán diez minutos.Al mismo tiempo, una serie de autos negros salieron de un pasaje en el aeropuerto y los rodearon. El rostro de Luna perdió el color de inmediato y su mente quedó totalmente en blanco por un instante. Sin tiempo para reaccionar, un coche lujoso apareció frente a ella y, en cuestión de segundos, Andrés, vestido elegantemente, salió del auto y se acercó a ella con paso firme. Como un verdadero demonio, desprendía una aura fría y amenazadora.Hoy era precisamente el día de su boda con Frida, ¿¡cómo…
En una sola frase, Andrés obligó a Luna a subir al auto sin darle opción alguna. Creían que su plan era perfecto y sin margen de error, pero Andrés lo había descubierto mucho antes. En ese momento, Luna no ofreció resistencia y se sentó en el auto sin luchar. Solo le suplicó amargamente:—Andrés, te lo ruego, no le hagas daño… Fui yo quien decidió irme, esto no tiene nada que ver con él…Andrés la apartó de un fuerte manotazo y de repente agarró su cuello. En sus ojos se reflejaba una emoción violenta. Su mano parecía apretar con fuerza y violencia, pero Luna no sentía dolor alguno. En su mirada tenebrosa, parecía ver la expresión que él le había mostrado cuando Isabel murió en una vida pasada. —Si dices una sola palabra más por él, lo mato ahora mismo —amenazó furiosamente el hombre.La apariencia feroz de Andrés asustó por completo a Luna, quien se sobresaltó y se calló de inmediato. Todo su cuerpo temblaba absolutamente de miedo.Álvaro estaba al volante del auto y llevaba unos aur
Andrés se agachó y sujetó con fuerza el mentón de Luna:—¿Y si vuelves a desobedecer?Las lágrimas brillantes se aferraban a las largas pestañas de la joven. Sus ojos ya estaban bastante enrojecidos y débiles, mostrando una tenue hermosura que se apoderó del deseo dominante del hombre.—Haré lo que quieras, Andrés... siempre y cuando no les hagas daño a ellos…Andrés entrecerró los ojos peligrosamente:—Lunita, ¿cómo deberías llamarme?Luna abrió la boca y con voz ronca, lo llamó:—Her… hermanastro…Andrés besó con suavidad las lágrimas en sus ojos, acariciándola para calmar sus fuertes emociones:—No habrá una tercera vez, ¿entendido?Luna afirmó con la cabeza. Andrés hizo un ligero gesto al guardaespaldas que estaba detrás de él. El guardaespaldas llevó rápidamente al niño y Luna lo recibió con ternura, asegurándose de que el niño estuviera bien. Al instante, Andrés tomó a Luna y al niño en sus brazos y ordenó al guardaespaldas:—Llévenselo al sótano. No verá a nadie sin importar qui
Luna se dio una ducha rápida y se puso una bata antes de salir. Después de tanto tiempo, el niño ya tenía hambre. Aquí en la mansión no había absolutamente nada para el bebé, así que deberían ir a hacer compras. Sin embargo, cuando Luna quería volver de nuevo a su habitación, el guardaespaldas en la puerta ya la detuvo. Andrés acababa de terminar una llamada y salió directamente al balcón. Le explicó:—Te enviarán todo lo que necesites en más o menos una hora.Luna no lo miró:—¿Puedo volver a mi habitación? Vendré a vivir aquí. Durante este tiempo, me quedaré en la mansión para acompañarte.¿Tendrían que vivir en una misma habitación? ¿Qué pasaría con Frida? Justo, hoy era el día de su boda con Frida, ¿no iba a regresar? Sin embargo, Luna no se atrevió a hacer más preguntas. Pronto, la puerta de la habitación se abrió y una criada llevó todas sus cosas. Tenía muchísimas prendas de vestir. Mientras las colocaba cuidadosamente en el armario, las pijamas que Andrés solía usar solo podía
¿Llegaron Abigaíl y Frida? Al escucharlo, Luna se puso de pie instintivamente, pero Andrés la detuvo al instante:—¿Adónde vas?Ella le respondió:—No debo aparecer.Andrés levantó con fuerza la cabeza, ordenándole con una mirada fría y decidida:—Siéntate y come.Antes de que Luna pudiera decir algo, llegaron dos personas con intención de culparla. Frida aún llevaba puesto un hermoso vestido elegante que usaba para recibir a los invitados. Había estado sentada por un largo rato en la habitación del hotel, esperando con grandes ansias el regreso de su marido, sin embargo, nadie apareció. No fue sino hasta que su madre le dijo que Andrés se había llevado a Gabriel cuando finalmente despertó de su dulce ensueño.Andrés realmente la había dejado sola, en el día de su boda… ¿Olvidó que hoy era precisamente el día en que le había dado los votos matrimoniales? ¿Cómo pudo simplemente dar la vuelta y olvidarlo?—¿Por qué…? ¿Por qué me tratas de esa manera? Andrés, ¿olvidaste que hoy es nuestro
Justo cuando ella iba a levantarse para regresar a su habitación, él la detuvo firmemente con la mirada y evitó que diera el siguiente paso:—Termina de comer antes de subir las escaleras.Luna percibió su feroz mirada y decidió no decir nada más. Volvió a sentarse. Andrés encendió un cigarrillo y se recostó con tranquilidad hacia atrás, mientras le decía a Abigaíl:—No entiendo de dónde saca el coraje suficiente para venir personalmente a buscarme y exigir explicaciones. ¿Planeando secretamente sacar a las personas del país? Debo admitir que tu estratagema fue bastante astuta.Abigaíl lo interrogó:—Si ya lo sabías muy bien, ¿por qué esperar hasta hoy para actuar? Secuestraste a mi hijo y manchaste la reputación de mi hija. Andrés... realmente eres un fiel perro criado por Miguel García, pero nunca olvides quién te ayudó en secreto en los años pasados. Sin la ayuda de la familia Ríos, ¿crees que podrías haber alcanzado la posición en la que estás hoy?Andrés sacudió con rabia un poco
Todas las miradas se posaron en el retiro de Luna. No esperaban que ella fuera realmente tan vulnerable. Si no fuera por la protección de Andrés, Luna tal vez no podría salir de la sala con vida.En ese momento, Andrés irritado apagó su cigarrillo y, una vez que la figura de la mujer desapareció al final del pasillo, se puso de pie mientras les decía:—Señora Ríos, sigue siendo igual de temperamental que antes.Se acercó repentinamente, colocándose frente a Abigaíl, su figura se cernía totalmente sobre ella:—¿Acaso has olvidado que tengo tus cartas bajo control? Por cada palabra que pronuncie, Gabriel sufrirá un castigo equivalente. Si no puedes aguantar por mucho tiempo de la tortura, no me culpes a mí por su débil muerte.Abigaíl lo miró furiosamente:—¡Andrés, si te atreves!—¿No me atrevo? Entonces, vamos y lo veremos. ¿Será que mañana se encontrará un cadáver frente a la puerta de tu casa?Su mirada era tan aterradora como la de una verdadera bestia, emanando una presencia maniac