Luna pensó de inmediato, en Nieve y sus dos amigos. Aparte de su reciente disputa con ellas, no podía pensar en nadie más.Baños de mujeresTres chicas estaban frente al espejo del baño retocándose el maquillaje. Se miraron entre sí con gran satisfacción, esbozando una sonrisa con labios rojos. Nieve incluso tarareaba una alegre canción.Nube: —Hoy pareces estar de buen humor.Nieve levantó su falda y sonrió: —Estoy muy bien, nada mal.Perla intervino: —¿Ya vieron las fotos que publiqué en el grupo?Nieve dijo:—Las he visto, estoy muy satisfecha. Sigue así.Perla se limpió el exceso de lápiz labial: —No me simpatiza Luna desde hace tiempo. Si no fuera porque su hermano es tan guapo, la habría atacado con rudeza la última vez.Nieve se apoyó en el lavamanos:—¿Te refieres al frío y reservado chico de la noche benéfica? ¿Ese es su hermano?Perla le confirmó:—Mi papá dijo que esa persona es el perro faldero de Miguel. La última vez, le pagaron una cuantiosa de dinero para reclutarlo,
En el hospital SerenidadAndrés recibió una llamada de la escuela, informándole que Isabel había sido hospitalizada. La reunión se encontraba en curso, por lo tanto dejó el resto en manos de Álvaro y se dirigió de inmediato al hospital.Isabel se encontraba en la cama del hospital con una intravenosa en el brazo. Su rostro estaba pálido y, al ver a Andrés, parecía una niña que había hecho algo malo y no sabía cómo enfrentarlo.Solo pudo bajar la cabeza y murmurar:—Andrés... Lo siento, te he causado más problemas.Al ver las heridas en el rostro de Isabel, un rastro de frialdad pasó rápidamente por los ojos de Andrés, tan sutil que apenas se notaba. Preguntó:—¿Qué dice el médico?—No pasa nada, aparte de algunos rasguños y malestar general, el médico me dijo que beba mucha agua calientey estaré bien.En ese momento, una mujer de mediana edad, de unos treinta años aproximadamente, entró, sosteniendo una lista de medicamentos en la mano.—Tú debes ser el hermano mayor de Isabel, ¿verdad
En la tranquila habitación del hospital, el teléfono en el bolsillo de Andrés vibró. Silenció el teléfono y vio que era una llamada de Miguel. Salió de la habitación y contestó el teléfono.—¡Padrino...!—¡Luna ha causado bastantes problemas en la escuela! ¡Ve a ver qué ha sucedido!—¿Luna? Está bien... Lo entiendo. —Andrés mantuvo un tono tranquilo, pero su rostro se tornó serio.Miguel colgó el teléfono. En ese momento, Andrés estaba en el hospital con Isabel y no podía irse.Andrés llamó a Álvaro, quien respondió rápidamente:—Señor.—¿Cuánto tiempo tomará resolver los asuntos de la empresa?—La reunión acaba de finalizar.—Ve inmediatamente a la preparatoria Aurora.—¿La señorita volvió a meterse en problemas?—Resuelve los asuntos y tráela de regreso al apartamento.—Entiendo, director general.La señorita que causara problemas no era nada nuevo. Pero esta vez, Luna había cruzado una línea, y en un momento tan importante, en que la empresa tenía tres contratos pendientes por cerra
—¿Dónde está Miguel? ¿Él envió a su asistente a resolver este problema? Esto muestra el poco interés que les demuestra a todas nuestras familias.—Señoras, por favor, estoy aquí para resolver este penoso problema. En cuanto a lo que ha sucedido con la señorita García, me disculpo sinceramente en nombre de todos nosotros. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, para compensar cualquier tipo de daño. Si tienen alguna solicitud específica, el señor García ha prometido que haremos lo posible para cumplirla.Álvaro notó, claramente que la cara de Luna tenía una herida sangrante, y su cabello estaba en completo desorden, pero la otra chica tampoco estaba en buenas condiciones. Normalmente, cuando Luna tenía problemas, Andrés se presentaba. Sin embargo, esta vez Andrés se encontraba cuidando a Isabel en el hospital, lo cual Luna comprendió.La señora Díaz sonrió con desdén y dijo:—¿Compensación? ¿Realmente creen que una pequeña empresa como la suya puede resolver este grave problema? Si
Las personas. que estaban escuchando a un lado parecían haber descubierto algún secreto muy impactante.El ambiente en la sala de reuniones se tornó instantáneamente extraño.Incluso Nieve no podía creerlo.—Luna, no digas tonterías.Luna la miró con gran tranquilidad.Los representantes de las familias Romero y López... ninguno se atrevió a hablar.—¿Quieren que continúe con los detalles de este fatídico accidente? —preguntó Luna.La mujer de repente gritó:—¡Cállate! ¡Basta! ¿Cómo te atreves a amenazarme, Luna? ¿Qué te ha contado Miguel?—Dios mío, ¡es verdad! — Perla se asustó y se cubrió la boca.La señora López de inmediato tapó la boca de Perla y la miró con enojo.De las tres familias presentes, la familia Díaz tenía más poder.Nieve miró incrédula a la persona a su lado.—Mamá, ¿por qué yo, no sabía nada de esto? ¿El niño realmente murió? ¿Cómo se esto resolvió después? Mamá... ¿por qué conducías ebria? No puede ser...Luna no dijo nada y volvió su mirada fría hacia la mujer al
En la oficina.El asistente continuó informando, sobre lo que acababa de suceder en la sala de reuniones, sin omitir ni una palabra, proporcionando un informe muy completo.Todos los involucrados, excepto Luna, estaban presentes.—...Señor, eso es lo que sucedió en ese momento. —dijo el asistente.Gabriel afirmó con su cabeza:—Sí.El asistente se retiró hacia a un lado.El ambiente se tornó tenso de inmediato.Sentadas en el sofá, las tres señoras no se atrevieron a mencionar una sola palabra.Gabriel era muy serio, y en el aire se palpaba una presión invisible que afectaba a todos.—Dentro de media hora, quiero ver las firmas en los contratos de arriba.Rafael dijo:—Sí, señor.Rafael Ruiz era el nuevo asistente de Gabriel.Sí, desde el momento en que Gabriel decidió salir de casa, también decidió reclamar todo lo que le pertenecía.Solo de esta manera podría él protegerla.Nadie se atrevió a hablar, ya que no sabían por qué Gabriel los había contactado en relación con los asuntos de
—Sí, señor...Álvaro no colgó el teléfono y simplemente guardó su teléfono en el bolsillo.Andrés fue a la cocina, se sirvió un vaso de agua y estaba a punto de colgar cuando de repente... escuchó el llanto de Luna a través del teléfono.Pero no estaba sola; había otro hombre con ella.—Te lo prometo, no volverán a hacerte daño... no llores más...Su mano estaba tibia.Y su corazón también comenzaba a sentirse bastante cálido.Él era la primera persona que le decía esas consoladoras palabras.Andrés, nunca consolaría a Luna cuando estaba triste. Siempre decía que sus lágrimas la volvían insoportable y la mandaba a llorar muy lejos de él.—¿Puedo apoyar la cabeza en tu hombro? —preguntó Luna con la voz temblorosa.Gabriel sonrió y extendió las manos cariñosamente hacia ella.—En cualquier momento y en cualquier lugar, estaré muy encantado de hacerlo.Entonces, cuando Álvaro entró, vio a Luna acurrucada en los brazos de un hombre, llorando...Esto puso a Álvaro en una situación bastante
Luna se arrodilló sobre los fríos azulejos. A través del reflejo, miraba fijamente la herida en su rostro. Levantó su mano y la tocó ligeramente, de inmediato sintió un intenso dolor.En la habitación había un aroma a sándalo que resultaba bastante molesto para su nariz.En ese momento, se escucharon pasos acercándose desde afuera y ella enderezó su frágil cuerpo inmediatamente, mientras sus manos agarraban fuertemente su ropa.Sabía muy bien lo que le iba a suceder.Pronto, la puerta del estudio se abrió y entró muy imponente Miguel, seguido por Andrés e Isabel.—¿Sabes cuál fue tu error de hoy? — preguntó Miguel, pasando junto a ella, tomó una vela y la encendió, luego comenzó a rezar.Luna bajó la cabeza, sintiendo la sombra de Andrés a su alrededor. La habitación estaba llena de una atmósfera intensa y opresiva que casi le quitaba el aliento.Un rato después respondió en voz baja:—No debería haber causado conflicto con mis compañeras de clase.Miguel tomó la vara de castigo, colga