Si se tratara de una relación de patrocinio, Luna seguramente no habría querido que nadie más lo supiera. Pero Luna no solo reveló abiertamente esta relación, incluso los periódicos informaron que la empresa de los Sánchez y la empresa Riviera de los García, las dos compañías, habían logrado varias importantes colaboraciones.Miguel, gracias a su hija, había obtenido muchos beneficios.Nadie se atrevió a decir nada delante de Luna.Por alguna razón, Frida no había venido a la preparatoria en mucho tiempo. En la clase de matemáticas avanzadas, ella todavía ocupaba un lugar.El tiempo de los exámenes se acercaba gradualmente, y Luna pasaba su tiempo libre leyéndose una novela en inglés. El profesor que le daba clases particulares le dijo que leer podría aumentar su conocimiento. Antes, le resultaba difícil leer un libro completo, pero ahora podía entender bastante el contenido del libro en sus manos.Ahora era la hora del almuerzo, Luna comió la comida preparada e Isabel vino con un libr
Habían hecho tantas cosas juntos.Luna parecía comprender algo:—Pero entre amigos, esas cosas son muy normales, ¿verdad? Salir a comer o ir de compras juntos... También hicieron las mismas actividades con Isabel, ¿no es así?En cuanto a las clases particulares... Antes de enterarse de que fue Sergio quien la salvó del mar, ella había rechazado su requisito simplemente por su mala actitud.Durante los dos años que pasaron en la preparatoria, Sergio siempre la miraba con desprecio y la intimidaba. Esto también hizo que los compañeros de clase la excluyeran, lo cual atendió a agravar su personalidad introvertida. En aquellos días, ella se había acostumbrado a estar sola, sin pronunciar palabra alguna ante los demás.Ahora era evidente que la relación entre ellos había mejorado. Sin embargo, muchos ya habían olvidado todas las cosas malas que Sergio le había hecho durante esos años. Cuando Sergio la agarró del cuello y le preguntó por qué quería perjudicar a Isabel, Luna comprendió sus se
La muchacha pasó por la puerta del salón, y se encontró precisamente con Luna. Aunque ella escuchó los ruidos, no sabía en realidad lo qué había sucedido.Al ver la silla caída, Luna se acercó y la levantó, mientras Bruno y Luis la observaban.Bruno se sorprendió que Luna todavía tenía el coraje de acercarse.Luna les echó un vistazo, luego a Sergio, que irradiaba una profunda ira mientras la sangre fluía por sus dedos. Cuando ella todavía estaba en la clase número 6, Luna había presenciado muchas veces el temperamento impredecible de Sergio. Supuso que probablemente era debido a un trastorno bipolar.Sin hacer más preguntas, colocó el cuaderno en el escritorio de Sergio y dijo:—Isabel me dio esto. Cópialo y devuélveselo más tarde. Y tu mano... tienes que ir a la enfermería.Dicho esto, Luna salió del salón. Bruno y Luis se quedaron junto a Sergio, sin atreverse a pronunciar palabra alguna, ya que notaron que se había tornado aún más serio e iracundo. Si dijeran algo en ese momento, s
Después de recoger los materiales en la oficina, se dirigió a la clase. Esta era más bien una clase especial, porque los estudiantes que asistían a esta clase eran unos de carácter muy, originales…En el pasado, las clases del campamento duraban solamente tres horas al día y terminaban a las nueve de la noche. Sin embargo, el horario se había extendido hasta las diez y media.Su profesor era un anciano de unos sesenta años con gafas. Los últimos noventa minutos se dedicaban a un examen. Si los estudiantes no lograban terminar el examen, no se les permitía irse.Luna se cubrió la boca mientras bostezaba, sin darse cuenta de que había dos personas esperándola afuera. —La señorita realmente estudia arduamente. Sale de casa a las siete de la mañana y no regresa a casa hasta las once de la noche. Después de llegar a casa, todavía necesita hacer las tareas hasta la medianoche —dijo Eric.A través de la ventana, Gabriel observaba el rostro de Luna con una mirada suave. Respondió:—Solo está
—¿Por qué viniste aquí? —preguntó Luna, llevándose su mano al pecho y evidentemente cansada. —Adolfo me llamó y me dijo que todavía no habías vuelto a casa, por lo que pensé que todavía estabas en la preparatoria. Como era tarde, me preocupé por ti y vine a buscarte —dijo Gabriel con una sonrisa—. Pero, lo que jamás me imaginé, fue que los estudiantes aquí fueran tan "hospitalarios"…Ambos se dirigieron al ascensor y descendieron al primer piso. Luna miró con preocupación a Eric, quien aún no había bajado. Dijo:—Con tu estatus, es difícil que la gente común te vea de una manera normal. En realidad, puedes solamente llamarme por teléfono y averiguar dónde estoy en vez de venir.Gabriel respondió:—No recibiste mi llamada.Luna finalmente recordó:—Ah, lo apagué porque teníamos un examen. Lo siento. También estás muy ocupado, no tienes que esperarme.—¿Cómo podría no preocuparme si te dejo sola?Al escuchar las palabras, Luna reveló una sonrisa tierna. Era la primera vez que alguien la
Sí, era cierto que un resfriado no la mataría. Sin embargo, si la criada no hubiera descubierto la fiebre de cuarenta grados, él no habría llamado al médico para que la viera.Desde entonces, Luna comenzó a tener dolores de cabeza, lo que la llevó a tomar una serie de medicamentos diarios. Sin embargo, cada vez era más consciente de los efectos secundarios asociados con estas sustancias y su cuerpo se debilitaba cada vez más.Pero, la preocupación de Gabriel la hizo sentir que, ella no estaba sola en su lucha. A su lado, también había alguien que se preocupaba sinceramente por su bienestar.Al día siguiente, despertó tarde. Pensó en su interior que, si seguía perdiendo clases, la profesora Julieta probablemente desearía hablar con ella. No podía permitirse llegar tarde mañana.—Señorita Luna, ¿el joven no bajó contigo? —preguntó Adolfo.Luna estaba tomando las medicinas con un té de miel, convirtiendo su amargura en dulzura.—¿Todavía no se ha levantado?—No lo he visto por aquí.—Iré
Apretandose los labios, Isabel observaba el cuaderno bien encuadernado, sintiendo una extraña sensación. A lo que preguntó:—Luna, te di mi cuaderno, ¿por qué se lo disté a Sergio? Ahora todo el mundo está hablando de mí…¡Resultaba que era por eso!Luna respondió rápidamente:—Lo siento, no debería haberlo hecho. Pensé que él lo copiaría, pero resulta que el muy canalla lo rasgó.—Luna, en realidad, no quería mencionarte esto. Me preocupa que Andrés malinterprete la relación entre Sergio y yo. Sabes que me costó mucho estar con él. No quiero que se sienta infeliz por esto.—Entiendo. Si mi hermano malinterpreta, le explicaré.Isabel volvió a mirar el libro de ejercicios en su escritorio y lo recogió. Preguntó:—¿Compraste este libro de ejercicios?—El profesor Rodrigo me lo dio.—¿De verdad? Parecer ser el nuevo de este año.—¿Es así? No estoy seguro. Si lo necesitas, puedo hacerte una copia. Los ejercicios son un poco más difíciles que los que teníamos en el campamento de matemáticas
Sergio rodeaba a Daniela con el brazo mientras sostenía un bolígrafo en la otra mano. Observaba el problema con una expresión despreocupada y relajada. Dijo:—Haz que se arrodille y los limpie.Todos los demás en la habitación se reían y disfrutaban del espectáculo. Daniela se burlaba mientras levantaba el pie que había sido pisado. Ordenó:—¿Qué diablos estás mirando? Arrodíllate y límpialos, ¿no entiendes?—En… entiendo…Nadia no era local, se había mudado del campo a la capital. Su familia había tenido éxito vendiendo carne de cerdo y se trasladaron a la capital cuando ella estaba en segundo año de preparatoria.Sin embargo, la escuela no resultó ser tan acogedora con los nuevos estudiantes como ella había imaginado. En cambio, la excluyeron en su clase debido a que su familia vendía carne. Su familia no solo dependía de eso, también tenían negocios en la venta de vinos y jamones. Ella les había explicado, pero no la escucharon. Incluso se burlaron de ella por eso.—¿Son zapatos de