Capítulo 322
Luna no tenía ninguna intención de mostrarse disgustada, solo creía que este restaurante era difícil de encontrar en un callejón tan apartado.

En pocos minutos, los demás ya habían pagado y se habían ido. Solo quedaban ellos dos allí. El dueño era un noble anciano de unos sesenta años. Ahora no tenía trabajo que hacer, así que aprovechando tiempo, estaba cosiendo algo con lentes bifocales. Sin embargo, no podía pasar el hilo por el ojo de la aguja. Le pidió ayuda a Sergio:

—Ayúdame con eso.

Sergio acababa de terminar de comer. Tomó una servilleta y se limpió la boca, luego le preguntó:

—¿Qué estás cosiendo? Déjame ver.

—Una prenda de ropa, que se enganchó en un clavo y se le hizo un agujero, así que quiero coserlo para poder seguir usándola.

—¿Dónde está la tía?

—Ella se fue a dar un paseo con el perro. No volverá pronto.

Luna notó que Sergio se había sentado donde anteriormente estaba el dueño con una ropa azul desgastada en su mano. Parecía que la había sido usado ya durante muchos
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