Sin embargo, Andrés era tan bueno ocultando sus emociones, que nunca dejaba que sus verdaderos pensamientos se reflejaran en su rostro. A veces, incluso Isabel no podía adivinar qué era lo que realmente pensaba.Andrés le respondió fríamente y abrió la puerta del asiento del copiloto:—No pienses demasiado. Y Sube al coche.Mientras lo observaba, Isabel vio también a Luna, quien salió de la mansión.«¡Realmente había venido!»Sin embargo, esta caminaba cojeando con una sirvienta a su lado. Andrés rodeó el frente del coche y se sentó al volante. Después de que Andrés encendió el coche, Isabel apretó el botón para subir la ventana. Al otro lado, Luna le agradeció a la sirvienta que la ayudaba diciendo:—Señora, puedes irte. Mi chofer está cerca de aquí y pronto vendrá a recogerme.—Así que tenga mucho cuidado en el camino de regreso —Dijo la sirvienta al despedirse. —Vale, muchas gracias —respondió Luna sonriendo.Su abrigo estaba en el coche de Paco, por lo que se quedó de pie en el v
Antes de que pudiera terminar sus palabras, Gabriel la interrumpió:—Luna, solo me preocupo por ti. ¿Hay algo de lo que hago que no te guste? Puedes decírmelo directamente y ¡haré todo lo posible por cambiarlo!La mano tatuada acarició suavemente su hermoso cabello, mientras fijaba la mirada en ella. No sabía si era su imaginación, pero Luna notó cierta inquietud en el fondo de sus hermosos ojos. Al percibir su gran emoción, Luna no pudo evitar ablandar su corazón. Sentía bastante remordimiento, por haberle dicho esas palabras tan crueles que lo habían hecho sentirse tan triste.Se quedó completamente desconcertada, sin saber a dónde dirigir su mirada. Sabía que era demasiado sensible a las cosas que sucedían a su alrededor y mantenía una vigilancia excesiva para protegerse.—Lo… lo siento… — se disculpó Luna balbuceando y acomodándose el cabello, luego continuó—. Tengo que irme. Tú también regresa a descansar temprano. Ten buenas noches.Luna no sabía explicarse que todo eso no era cu
Andrés fue a contestar a una llamada y Isabel coincidió con Luna, quien justo acababa de entrar, a lo que preguntó:—Luna... Acabo de cocinar una sopita, ¿quieres tomarte un tazón también?Luna negó con la cabeza y respondió con voz débil:—No, muchas gracias. Disfruten su tiempo, paso por esta vez, quiero irme a dormir.Subió las escaleras apoyándose en la barandilla y finalmente llegó a su habitación. Cerró la puerta y lo confirmó una vez más. Luego se quitó la correa del hombro y el vestido se deslizó por su cuerpo. Caminó descalza sobre la suave alfombra hacia el baño.Media hora después, salió del baño con el cabello todavía húmedo. Se puso el pijama y pronto se quedó dormida, dejando su ropa desordenada en el suelo. Sin embargo, el abrigo de hombre aún permanecía estaba colgado correctamente en el perchero…En medio de la noche, su celular, que estaba en la mesita de noche, brilló débilmente en la oscuridad. Entre sueños, parecía ver una figura borrosa y unos ojos profundos…A la
Luna frotaba ligeramente el lapicero, mientras pensaba en cómo sería la cena entre Frida y Andrés…Frida le suplicaba nuevamente al oído:—Luna, por favor, no seas mala y ven conmigo. De lo contrario, no sé de qué hablar con tu hermano y eso me dejaría mal parada. Eres su hermanita y con tu valiosa presencia, el ambiente será mucho más relajado para ambos. Si aceptas, de veras me aseguraré de convencer al profesor para que te permita entrar al campamento.En ese momento, sonó el timbre que anunciaba el comienzo de la clase.Luna respondió brevemente:—Déjame pensarlo un poco. Por lo general, mi hermano siempre está muy ocupado. No sé si este libre esta noche.Sin embargo, Frida le dijo rápidamente con alegría:—No te preocupes. Dado que es mi petición, sé que tu hermano no me rechazará. Así que acordamos salir a cenar juntas esta noche. ¡Me voy!Luna percibió la mirada llena de adoración de Frida. Miró distraídamente los ejercicios que se encontraban sobre la mesa, sumida en sus pensam
Sin ninguna otra opción, Luna le entregó su celular. Para ser honesta, no quería involucrarse en esa cena. Sin embargo, si quería unir a los dos, tendría que hacerlo.Frida hizo la llamada. Mientras esperaba muy ansiosamente, jugueteaba con su hermoso cabello. Unos segundos después, se escuchó una voz profunda al otro lado del teléfono:—¿Luna? ¿Qué pasa?Al escuchar la voz, Frida se sintió un poco enfadada y respondió con enojo en su tono de voz:—¡No soy tu hermana! ¡Soy Frida!—¿Señorita Ríos? ¿En qué puedo ayudarle?La voz de Andrés se volvió fría de inmediato. Frida notó de inmediato la obvia diferencia.—¿Acaso no has visto los mensajes que te envié? ¡Quedamos en cenar esta noche! Mientras hablaba, Frida escuchó la voz de una mujer por el altavoz del teléfono:—Señor, ¿ha terminado la reunión? Su almuerzo ya ha sido enviado a la oficina.Andrés afirmó ligeramente. Álvaro estaba a su lado, seguía informándole sobre los próximos planes de trabajo. Ambos entraron al ascensor.—Sí,
Luna llamó a Paco para que llevara de regreso a Isabel, y ella se subió al coche de Frida, dirigiéndose a la empresa de Andrés.En comparación con el Grupo Celestial de la familia Ríos, la familia García era como una parte muy insignificante en la ciudad. La sede del Grupo Celestial se encontraba en el centro de la ciudad y el edificio valía miles de millones. Su valor seguía en aumento. Por lo tanto, si Andrés realmente lograra casarse con Frida, siempre saldría ganando.En el coche, el chofer subió la división entre la parte delantera y trasera. Frida se había cambiado de uniforme escolar y se estaba maquillando frente al espejo. Dejó su cabello suelto y le preguntó a Luna.—¿Me veo bien?Luna no pudo evitar dirigirle una mirada algo inquieta, ya que sentía una extraña sensación que oprimía su pecho y le dificultaba respirar. Con voz muy vacilante, preguntó:—¿Realmente te gusta mi hermano?Frida también respondió sinceramente afirmando, con destellos radiantes en sus ojos claros:—¡
Anteriormente, Luna solía venir a molestar a Andrés con gran frecuencia y ya conocía muy bien la empresa. La recepcionista se asustaba cada vez que veía a Luna, ya que era muy conocida por ser de un carácter muy difícil. Recepcionista: —¿Señorita, viene a buscar al señor Martínez? El señor Martínez está en una reunión en la sala de conferencias, por favor espera un momento.—Tráeme un vaso de agua, por favor. —dijo Luna, quien, ya había enviado a Frida al piso treinta y cuatro. Decidió no subir y fue a la sala de descanso.—Está... está bien. —La recepcionista estaba muy sorprendida. ¿Ella dijo “por favor”? Esas palabras rara vez salían de la boca de Luna, esto era tan sorprendente que la recepcionista incluso dudó de sus oídos.Luna se sentó en el sofá y empezó a hojear una revista de belleza solo por aburrimiento.Álvaro, que justo estaba en el piso treinta y dos por un asunto, fue detenido por la recepcionista:—Señor Gómez, justo tengo unos documentos que deben ser entregados al s
Luna ya había salido de la Torre del Horizonte. A esta hora, había muy pocos autobuses circulando, y ella se encontraba parada frente al letrero de la parada de autobús, tiritando de frío. El autobús que estaba a punto de llegar se detuvo frente al semáforo.En ese momento, era la hora pico de salida en la capital imperial, y las calles estaban bastante congestionadas. Justo en ese momento, cuando Luna se disponía a levantarse para buscar cambio en su bolso, vio de reojo que un auto negro se detuvo frente a ella. Luna levantó la cabeza y vio el apuesto y profundo rostro de ese hombre a través de la ventanilla que se abría. El hombre dijo fríamente:—¡Súbete!¿Por qué Frida no estaba en el coche? ¿Dónde estaba ella? Luna pensó por unos segundos y decidió sentarse en el asiento del copiloto trasero. Cerró la puerta y se quedó a solas con él dentro del coche, creándose una atmósfera muy tensa.—¿Cómo conoces a Frida? —Él la miró a través del espejo retrovisor.—Cambio de clase, ahora ella