Cuando llegaron a la puerta, a Gabriel se le ocurrió algo y le dijo a Eric:—Dile a alguien de la familia Ríos, que prepare medicamentos para torceduras y lo lleve al patio trasero.—De acuerdo —respondió Eric. Aunque no sabía que había pasado, antes de irse, le pidió a un sirviente que llevara el medicamento al patio trasero.En la piscina la música se encontraba a todo volumen.De repente, Luis vio a una figura acercándose desde lejos. Cuando fijó la mirada y observó el rostro más de cerca, era Sergio. ¿Pero llevaba a una mujer en sus hombros?Madre mía, ¿recientemente había llegado a la mayoría de edad y ya se atrevía a hacer cosas tan fuertes como esas? ¿Acaso había perdido la virginidad tan rápido? Cuando escuchó la voz de la chica, se quedó boquiabierto y exclamó:—¡Maldición!¡Era la voz de Luna! Incluso a si ella hubiera cambiado de género, él todavía podría llegar a reconocerla.Sergio la dejó en una silla y se quejó:—Eres realmente, igual de pesada que un cerdo. Come menos,
Antes de que pudiera retirar su pie, Sergio la agarró del tobillo.—¿Estás ciega? Voy a aplicarte el medicamento —dijo Sergio con un tono cargado de total arrogancia.Luna dudó si había algo mal con su oído. ¿Este hombre iba a aplicarle el medicamento? No podía creerlo siquiera. ¿Cómo era posible que alguien que casi la había matado en la preparatoria ahora pretendiera cuidar de ella? ¿Había algo sospechoso con el medicamento? No debía caer nuevamente en la misma trampa. ¡Sería realmente una idiota si aceptara fácilmente la supuesta amabilidad de ese tipo!Sergio tenía el medicamento en la mano y se preparaba para aplicarlo en su tobillo hinchado. Sin embargo, Luna retiró rápidamente su pie y lo rechazó:—Estoy… estoy bien. No necesito el medicamento.Luna no sabía qué truco se escondía detrás de esa aparente amabilidad, así que decidió levantarse apoyándose en la silla.Sergio levantó ligeramente las cejas y también se puso de pie. Sacó una servilleta para limpiarse la mano y la obser
En medio del sofocante silencio, todos contuvieron la respiración por un momento.El tiempo pasaba, un segundo, dos, tres…En realidad, solo Frida se atrevió a decirle semejantes palabras a Sergio. Todos pensaron que Sergio se enfadaría o incluso llegaría a golpearla. Sin embargo, no lo hizo. En cambio, soltó una risa contenida, con los ojos enrojecidos de ira. Al ver su rostro aterrador, Frida se sintió un poco asustada.Sergio sonrió y dijo:—Eres más sobresaliente que tu madre, ¡maldita sea! ¿De verdad crees que tu madre es una santa? Frida lo interrogó:—¿Qué quieres decir con eso?Después de dejar esa frase como un enigma, Sergio se marchó directamente. Luna se sentía como una persona totalmente invisible. No dijo nada, solo bajó la mirada pensando en algo.—¡Detente! ¡Maldito desgraciado! —gritó Frida.Bruno miró a Sergio muy preocupado mientras la figura se alejaba.Abigaíl, que se encontraba no muy lejos, se quedó quieta un momento en medio del viento. Poco después, se le pasó
Luna solía ser una persona arrogante y caprichosa, quien había acosado a muchas personas para salirse con la suya. Pero después de la aparición de Sergio, todo cambió poco a poco. Y ella se convirtió en una persona aislada y acosada.Ella también era plenamente consciente de su culpa y no podía justificarse por las cosas que había hecho en el pasado…Y esta fiesta en la que participó no había sido tan buena como lo esperaba.Aunque solo tenía una relación superficial con Frida, tendría que mantenerla a largo plazo. No le importaba, si Frida la utilizaba para acercarse a Andrés o, si ella contribuía a un posible matrimonio entre los dos. Esa sería una excelente relación que la ayudaría a alejarse por completo de Andrés y de la familia García.Ya era muy tarde y estaba empezando a hacer frío. La bufanda que llevaba ya no era suficiente para protegerla del viento frío. Luna le pidió al sirviente una nueva botella de medicamento y se lo aplicó en el tobillo hinchado. Después de media hora,
Sin embargo, Andrés era tan bueno ocultando sus emociones, que nunca dejaba que sus verdaderos pensamientos se reflejaran en su rostro. A veces, incluso Isabel no podía adivinar qué era lo que realmente pensaba.Andrés le respondió fríamente y abrió la puerta del asiento del copiloto:—No pienses demasiado. Y Sube al coche.Mientras lo observaba, Isabel vio también a Luna, quien salió de la mansión.«¡Realmente había venido!»Sin embargo, esta caminaba cojeando con una sirvienta a su lado. Andrés rodeó el frente del coche y se sentó al volante. Después de que Andrés encendió el coche, Isabel apretó el botón para subir la ventana. Al otro lado, Luna le agradeció a la sirvienta que la ayudaba diciendo:—Señora, puedes irte. Mi chofer está cerca de aquí y pronto vendrá a recogerme.—Así que tenga mucho cuidado en el camino de regreso —Dijo la sirvienta al despedirse. —Vale, muchas gracias —respondió Luna sonriendo.Su abrigo estaba en el coche de Paco, por lo que se quedó de pie en el v
Antes de que pudiera terminar sus palabras, Gabriel la interrumpió:—Luna, solo me preocupo por ti. ¿Hay algo de lo que hago que no te guste? Puedes decírmelo directamente y ¡haré todo lo posible por cambiarlo!La mano tatuada acarició suavemente su hermoso cabello, mientras fijaba la mirada en ella. No sabía si era su imaginación, pero Luna notó cierta inquietud en el fondo de sus hermosos ojos. Al percibir su gran emoción, Luna no pudo evitar ablandar su corazón. Sentía bastante remordimiento, por haberle dicho esas palabras tan crueles que lo habían hecho sentirse tan triste.Se quedó completamente desconcertada, sin saber a dónde dirigir su mirada. Sabía que era demasiado sensible a las cosas que sucedían a su alrededor y mantenía una vigilancia excesiva para protegerse.—Lo… lo siento… — se disculpó Luna balbuceando y acomodándose el cabello, luego continuó—. Tengo que irme. Tú también regresa a descansar temprano. Ten buenas noches.Luna no sabía explicarse que todo eso no era cu
Andrés fue a contestar a una llamada y Isabel coincidió con Luna, quien justo acababa de entrar, a lo que preguntó:—Luna... Acabo de cocinar una sopita, ¿quieres tomarte un tazón también?Luna negó con la cabeza y respondió con voz débil:—No, muchas gracias. Disfruten su tiempo, paso por esta vez, quiero irme a dormir.Subió las escaleras apoyándose en la barandilla y finalmente llegó a su habitación. Cerró la puerta y lo confirmó una vez más. Luego se quitó la correa del hombro y el vestido se deslizó por su cuerpo. Caminó descalza sobre la suave alfombra hacia el baño.Media hora después, salió del baño con el cabello todavía húmedo. Se puso el pijama y pronto se quedó dormida, dejando su ropa desordenada en el suelo. Sin embargo, el abrigo de hombre aún permanecía estaba colgado correctamente en el perchero…En medio de la noche, su celular, que estaba en la mesita de noche, brilló débilmente en la oscuridad. Entre sueños, parecía ver una figura borrosa y unos ojos profundos…A la
Luna frotaba ligeramente el lapicero, mientras pensaba en cómo sería la cena entre Frida y Andrés…Frida le suplicaba nuevamente al oído:—Luna, por favor, no seas mala y ven conmigo. De lo contrario, no sé de qué hablar con tu hermano y eso me dejaría mal parada. Eres su hermanita y con tu valiosa presencia, el ambiente será mucho más relajado para ambos. Si aceptas, de veras me aseguraré de convencer al profesor para que te permita entrar al campamento.En ese momento, sonó el timbre que anunciaba el comienzo de la clase.Luna respondió brevemente:—Déjame pensarlo un poco. Por lo general, mi hermano siempre está muy ocupado. No sé si este libre esta noche.Sin embargo, Frida le dijo rápidamente con alegría:—No te preocupes. Dado que es mi petición, sé que tu hermano no me rechazará. Así que acordamos salir a cenar juntas esta noche. ¡Me voy!Luna percibió la mirada llena de adoración de Frida. Miró distraídamente los ejercicios que se encontraban sobre la mesa, sumida en sus pensam