Menos mal que con el tiempo le había cogido antes el gusto a aprender y en especial había entendido la importancia de estudiar. De lo contrario, ella no tendría el coraje de salirse del salón y venir a la biblioteca a estudiar.Ya tenía los suficientes conocimientos, para hacer frente a los exámenes, y así obtener una buena calificación en el examen de ingreso universitario. Aunque aún era bastante difícil, podría ingresar a una buena universidad con esfuerzo.Destacaba en humanidades, pero no tanto en matemáticas y ciencias. Aunque, ella no tenía mucho tiempo extra para estudiar. Pues luego de la escuela, tenía clases de cocina y piano...Luna, se sentó frente al ventana, sentía gran ansiedad...Se pasó la mano por su hermoso cabello, en señal de preocupación. Al darse cuenta de que esto era una pérdida de tiempo; decidió estudiar y memorizar más palabras en inglés.Excepto por las clases 5 y 6, casi nadie iba a la biblioteca. Por eso a excepción de los estudiantes, a esas horas de cl
Carolina caminaba muy elegante con sus tacones altos, y su hermoso cabello largo y rizado que llegaba hasta sus hombros.—Luna, ¿por qué estás parada ahí sin hacer nada? ¿Puedes decirme qué ha pasado? —Extendió la mano hacia ella, pero Luna frunció el ceño y retrocedió un paso, recogió su lonchera del suelo y salió del aula sin decir ni una palabra.Mientras caminaba por el pasillo, Luna iba calmadamente, pero sentía un sinsabor en su ser. Al pensar detenidamente, se dio cuenta de que todos a su alrededor se acercaban a ella con un propósito, y nadie la quería de verdad sinceramente.El primero fue Andrés, quien se aprovechó de ella. La había engañado con palabras muy bonitas y luego rompió con ella, después de lograr su objetivo. La segunda era Carolina, quien siempre la apoyaba en la escuela, escuchaba sus problemas, la reconfortaba y hacía todo lo posible por ganarse la atención de su padre, Miguel. Después, planeaban unirse a Andrés para eliminar a ese hombre sin que nadie se dier
Doña Liora solamente se atrevió a decir:—De hecho, es cierto, cuando el conductor fue a recoger a la señorita, descubrió que ella no salía aun de la prepa. Ya he preguntado a todas las profesoras de las clases a las que normalmente asiste la señorita, pero no ha ido a ninguna. Acabo de llamar a la policía. ¿Qué vamos a hacer si algo le ha sucedido a la señorita?Andrés estaba hablando por teléfono mientras sostenía el volante, dijo: No te preocupes, no le ha pasado nada. Luna me llamó hace un rato, pero mi teléfono no funciona bien. Así que... primero iré a los lugares frecuentados por ella a ver si la encuentro, y te llamaré cuando la encuentre.—Está bien, está bien. Colgado el teléfono, Andrés dejó su móvil a un lado. Isabel, que estaba escuchando la conversación telefónica, también se enteró de todo, y exclamó: —¿Cómo es posible que Luna desaparezca de repente? ¿Habrá sufrido algún accidente?—Probablemente se fue a algún lugar ocultándose. No te preocupes, te llevaré a casa prim
Luna no tenía fuerzas para leer los mensajes que Andrés en este momento le enviaba, sentía dolor muy intenso en todo su cuerpo.¡Era un dolor profundo que traspasaba sus huesos!Escuchaba vagamente voces de personas hablando a su alrededor.—...Afortunadamente la atendieron a tiempo, de lo contrario las consecuencias serían inimaginables. Las costillas rotas ya están unidas de nuevo. En los próximos días, sería mejor que no se levante de la cama, se debe quedar en el hospital para observación durante algunos días. En cuanto a la alimentación, es mejor que sea ligera.—Está bien, muchas gracias doctor.Después de que el médico saliera, el guardaespaldas tenía justo en ese momento en su mano su teléfono sonando, lo contestó con rapidez y dijo respetuosamente:—Señor.—¿Cómo está ella? —En el teléfono, la voz del señor era un poco fría y distante.El guardaespaldas le contó en detalle todo lo relacionado con Luna.—Así es como están las cosas, la señorita García ya está fuera de peligro.
Luna tomó dos analgésicos y finalmente se durmió.Pero de pronto, a las tres de la madrugada, Luna comenzó a sudar profusamente, y tenía dificultad para respirar.En la cama, Luna hizo un gemido de incomodidad. Andrés dejó su portátil y le tocó la frente y las mejillas.—La temperatura le ha bajado bastante. parece que ya no tiene fiebre.En ese momento, doña Liora llevaba agua y entró en la habitación.—Señor Martínez, déjame cuidarla. Mañana tienes que ir a trabajar, no te canses demasiado.Andrés salió. Él sabía que, aunque no había una relación romántica entre él y Luna, ella era como una hermana para él. La trataba muy bien.¿Ella ha tomado los analgésicos?Doña Liora respondió:—Sí, los tomó juiciosa a las diez en punto.—No puede tomar demasiados medicamentos —Andrés exprimió la toalla en el baño y limpió el sudor frío de su rostro— Doña Liora, ve a descansar. Mañana tengo medio día libre.Doña Liora miró a Luna dormida en la cama, y luego a Andrés.—Bueno... está bien...—No...
Luna siempre había sido arrogante y presumida, siempre mirando por encima del hombro a los demás. Lo que estaba ocurriendo entonces, Andrés lo había previsto hace mucho tiempo.Miguel había terminado de ofrecer una oración y se giró.—¿Cómo fue que resultó herida Luna? ¿Ya se investigó todo?Apenas se aterrizó, Miguel volvió corriendo, sin siquiera cambiar de ropa.Era un tipo rellenito, algo patoso a simple vista, con un rosario en la muñeca. Su mirada era intensa y emanaba una especie de fuerza.Miguel en su juventud había estado involucrado en muchas travesuras. Aunque no tenía un aspecto intimidante, pero aun así todos temían a su mano firme.Quizás debido a demasiados actos violentos en el pasado, y para aliviar un poco la carga de sus pecados, Miguel había puesto una estatua de la Virgen del Rosario en su estudio y cada año donado mucho dinero a las confraternidades de monjas.—Está todo claro. Sin embargo, la familia Sánchez también está investigando este asunto. Además... justo
—El coche ya está listo, joven. ¿De verdad fuiste a la casucha de los Sánchez?—¿Por qué me lo preguntas? ¿Acaso no puedo ir? —Gabriel, sentado en una silla de ruedas, exudó un aire noble. Llevaba una camisa con chaqueta la cual permitía apreciar su tatuaje azul en el dorso de su mano debajo de las mangas. Irradiando un aura melancólica, con toque frío y distante.—Pero, y la señora...Gabriel levantó la mirada con sus ojos oscuros y fríos:—¡No fue asunto de ella decirme qué hacer!—Lo siento, joven, hablé fuera de lugar. Te llevaré abajo entonces.Después de muchos años, Gabriel salió de su casa por primera vez, realmente había pasado mucho tiempo desde que vio el sol de afuera.Al salir, se dio cuenta de que todo fue como ella decía, el paisaje era hermoso.Echó un vistazo al árbol de dátiles más allá del muro. Todavía recordaba la silueta de la joven sentada en el muro, balanceando sus piernas con alegría y mostrando una bella sonrisa.Al mirar atrás, ese atisbo de calidez en sus o
—No hacía falta. Yo nunca tuve lugar en esta casa. Temía más bien que al regresar, molestara a ciertas personas —Su tono fue frío.La abuela Sánchez se volvió fría inmediatamente:—¿Quién lo dijo? En la familia Sánchez, solo te reconocimos a ti como nieto. Creciste para heredar la familia Sánchez. Si tú no regresabas, ¿quién más podría hacerlo?Gabriel no supo que después de que Pedro se casara con Marta Ruiz, estuvo estrictamente prohibido entrar a la mansión Sánchez.Incluso Sergio no fue reconocido en la familia Sánchez.—Gabriel, ¿esa fue la manera en que te enseñaron a hablar durante esos años?Gabriel apretó con fuerza los palillos, las venas en el dorso de su mano pálida sobresalían:—¡Quien me enseñó no es asunto tuyo, padre!—Solo vine esa vez porque no quería causarte mayor molestia. Lo siento de cualquier modo, abuela.La abuela Sánchez notó que algo no iba bien y le puso la mano en la suya:—Gabriel, ¿qué te pasó? ¿Alguien te lastimó? ¡Dímelo y yo les doy por mí misma una p