Capítulo 38:

—Felipe, cielo llamó Elena una vez que estaban en el avión y llevaban tres horas de vuelo— .No recuerdo que el viaje de venida fuera en esta dirección. Es cierto que estaba en el limbo pero soy buena en geografía.

—Eso es porque no vamos todavía hacía nuestro país. Hay que hacer una parada en medio.

—A sí. No me dijiste nada.

—Porque no tengo que darte explicaciones, princesa —respondió picaruelo .La curiosidad mató al gato. Pronto regresaremos a casa.

Elena lo golpeó en el hombro una vez, dos. Y cuando lo iba a hacer una tercera, Felipe cogió su mano y entrelazó sus dedos. Le dedicó una sonrisa socarrona y bebió de sus labios en un momento de despiste. No lo podía dar un dedo porque se cogía hasta el brazo.

—Oye y el decoro donde lo dejaste lo regañó. Hay gente.

—Gente que han visto varias veces nuestras demostraciones de cariño. Y si no que se acostumbren. No estamos en el siglo XIX donde un hombre solo podía besar a su mujer dentro de su recámara. Primero se congela el infierno s
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