—Vamos, Kat, suelta lo que sea necesario —la incitó Sofie, con un tono cálido, mientras observaba fijamente como su amiga removía la cucharilla en su taza de té, sin intención de beber.Había pasado una semana, desde su encuentro con Ingrid en el hospital, pero para Katrine el tiempo había perdido total sentido. No había vuelto a ver a Lukas, pensando que así sería más fácil que su corazón se recompusiera, pero era una estupidez. Cada rincón de esa mansión no paraba de recordarle a él, y los momentos compartidos.—Ya te he contado todo, Sofie. No tengo más que decir —repuso Katrine, intentando sonar firme, mientras alzaba la mirada. Sus ojos reflejaban una gran tormenta de emociones que apenas podía contener.Sofie inclinó la cabeza, estudiándola con esa mezcla de empatía que solo una mejor amiga podía ofrecer.—Lo sé, pero, aun así, cuentas conmigo. No importa cuantas veces repitas lo mismo.Katrine dejó escapar un suspiro entrecortado, mientras dejaba la taza sobre la mesita junto a
Recostándose contra los altos almohadones de su cama, Lukas cerró los ojos y soltó un profundo suspiro.Las últimas semanas habían sido una locura que lo había dejado completamente exhausto. Ingrid siempre estaba pegada a él, moviéndose a su alrededor con una falsa ternura que no lograba engañarlo. Sin embargo, a pesar de que él la había despachado en innumerables ocasiones —al punto en el que había perdido la cuenta—, no había logrado nada. Ella volvía. Siempre volvía.Agotado, recordó la última conversación que había mantenido con ella esa tarde. Su voz aún sonaba taladrante en su mente.—Sé que hemos pasado mucho tiempo separados, mi amor, y que las cosas han cambiado bastante —le había dicho, con una calma calculada—, pero estoy segura de que, cuando te recuperes, verás las cosas con más claridad, y todo volverá a ser como era.Él había intentado mantener la paz. No porque quisiera, sino porque necesitaba evitar problemas con el padre de Ingrid, un hombre que le había abierto puer
El comedor principal de la mansión estaba repleto de vida, como nunca antes. Emma, Lars y Jens reían y hablaban sin parar mientras, junto a Katrine, Lukas y sus padres decoraban una gran cantidad de tarjetas y recuerdos para la boda de Mathias y Sofie. Sobre la enorme mesa de madera se acumulaban una gran cantidad de papeles de todos los tamaños, pegamento, cintas y purpurina dorada.En ese momento, Sofie se encontraba de pie, supervisando a Lars, quien intentaba pegar un lazo en un centro de mesa, mientras Mathias luchaba por despegarse un trozo de cinta adhesiva de los dedos. No sabía en qué momento los niños y Sofie lo habían convencido de que aquello era una buena idea. Todo a su alrededor parecía un brillante campo de batalla. Sin embargo, ver las enormes sonrisas de Sofie y los pequeños, lo llenaba de felicidad.—Esto debería venir con manual de instrucciones —bromeó Mathias, mostrando sus manos cubiertas de cinta y purpurina.—¡La magia no necesita instrucciones! —gritó Jens co
Aunque la boda de Sofie y Mathias estaba a la vuelta de la esquina, Katrine no podía evitar que los pensamientos sobre Lukas invadieran su mente, robándole la paz.Sentada frente a su escritorio, jugueteaba con el colgante en forma de árbol, que él le había regalado y que solo usaba cuando estaba sola, mientras releía el correo en su pantalla:Señorita Halvorsen:Su presencia será requerida en la gala benéfica de Halade Teknologi esta noche. Considérelo una orden directa.Atentamente, Gustav Halade. El mensaje era breve, pero suficiente para helarle la sangre. Sin embargo, antes de que pudiera procesarlo del todo, la puerta de su habitación se abrió, y Sofie entró con una taza de chocolate caliente.—Te traje algo para que te relajes un poco —dijo con suavidad, dejando la taza en la mesa. No obstante, su expresión cambió de inmediato al ver el desconcierto en el rostro de Katrine—. ¿Qué sucede?—Es mi jefe. No solo no acepta mi renuncia, sino que, además… —respondió Katrine en un su
Luego de una hora, Katrine, por fin, comenzaba a disfrutar de la atmósfera de la gala. Henrik, siempre atento, se había mostrado protector y a cada grupo que se acercaba la llevaba consigo, ayudándola a integrarse, como si hubiera comprendido lo sola que estaba en aquel lugar. Lukas había desaparecido con Gustav Haldane, y, desde entonces, no lo había vuelto a ver, como tampoco a Ingrid, lo que había permitido que se relajara aún más.Después de una conversación ligera con unos proveedores de componentes informáticos, Katrine sintió que necesitaba un pequeño respiro, por lo que, con una sonrisa, llamó la atención de Henrik y le informó:—Iré a buscar algo de beber.—¿Quieres que vaya por ti? —preguntó él, de inmediato.—No, no es necesario. Solo será un momento.Henrik esbozó una media sonrisa y asintió, inclinando la cabeza ligeramente.Acto seguido, Katrine se dio media vuelta, encaminándose hacia la barra, en donde pidió un agua con limón. Ya había bebido más champaña que en todo e
Dos semanas después…El aire invernal era frío, mas no helado, y parecía que acompañaba el calor de las emociones que envolvían cada rincón de los jardines de la mansión, cubiertos por un manto blanco y decorados para la boda.La boda de Mathias y Sofie estaba destinada a ser inolvidable, una celebración que reflejara su autenticidad y amor por lo simple, pero significativo.La boda de Mathias y Sofie había sido cuidadosamente diseñada para aprovechar la belleza de la temporada: un lago parcialmente congelado, decoraciones con ramas de pino y velas, y mantas de lana para los invitados que se encontraban bajo una carpa transparente, protegidos del frío.Los niños, vestidos con pequeños trajes de pajes, corrían entre las mesas, con canastas llenas de pétalos de flores para repartir mientras sonreían con entusiasmo, añadiendo un toque de alegría a la atmósfera.Sofie se detuvo a la entrada de la carpa, donde comenzaba el camino de pétalos, con su brazo enlazado al de Lukas, quien la esco
Katrine cerró la puerta de su habitación, dejando escapar un suspiro tembloroso. Había intentado contener las emociones, convencerse de que todo era cuestión de tiempo, que se acostumbraría, pero se había mentido e Ingrid acababa de destrozar el frágil equilibrio que creía haber construido. La visión de aquella mujer junto a Lukas, y la noticia de su embarazo… la habían dejado al borde del abismo.De pronto, su mirada se desvió hacia el tocador, en donde descansaba una foto de ella abrazando a Sofie, y no pudo evitar sentir como los ojos se le llenaban de lágrimas otra vez. La tomó entre las manos y pasó las yemas por el marco. —Lo siento, Sofie —susurró con la voz quebrada—. Lo siento tanto…Acto seguido, con prisa, se encaminó hacia el armario y comenzó a sacar todo lo que podría necesitar. Ya lo había hecho una vez, huyendo de Ole, podría hacerlo de nuevo, se repetía una y otra vez, como una especie de mantra. Rápidamente, empacó unas cuantas camisetas, un par de vaqueros y su me
Cinco meses más tarde…Lukas miraba cómo las gotas de lluvia se deslizaban por el ventanal del despacho de su departamento. Después de la boda de Mathias y Sofie y de la huida de Katrine, había decidido mudarse, pero, a pesar de todos sus esfuerzos, sus pensamientos no dejaban de regresar a ella.En secreto, había tratado de localizarla con sus conocimientos en IT, pero había sido imposible. Katrine sabía muy bien qué hacía. Ni siquiera Henrik le había dado una pista sobre su paradero. La frustración lo carcomía por dentro.Sin embargo, mientras él se consumía en remordimientos y recuerdos, Ingrid se aseguraba de mantenerlo bajo su red.—¡Lukas! Me siento mal otra vez. No puedo más. ¡Ven ahora mismo! —El grito de Ingrid resonó desde la sala, arrancándolo de sus pensamientos.Lukas cerró los ojos y apretó la mandíbula, exhalando con fuerza antes de ponerse de pie. Desde hacía semanas que no podía estar tranquilo, Ingrid se había instalado en su departamento, excepto por las noches, exi