En el momento en que Ulises vio a Pedro, no dijo una palabra y se lanzó al lago para escapar.

Sus manos golpeaban frenéticamente el agua, y sus pies pateaban sin cesar.

Parecía un pez luchando desesperadamente por su vida, su aspecto era de puro pánico.

Quintín se quedó paralizado. El hombre musculoso también se quedó inmóvil.

Los discípulos de Puerta de Basalto, incluidos los miembros de la Federación del Camino Marcial, todos se quedaron petrificados.

Con los ojos abiertos y una expresión de incredulidad en sus rostros.

Nadie esperaba que el gran discípulo de las Sectas Blancas y Negras, el décimo en la Lista Paraíso, fuera a ser asustado hasta el punto de huir desesperadamente.

Su terror era como si hubiera visto un fantasma. Si no lo hubieran visto con sus propios ojos, nunca hubieran creído que tal cambio de acontecimientos pudiera ocurrir.

—¿Qué pasa? ¿Se escapó?

—¿Qué es esto? Ni siquiera lucharon, ¿acaba de rendirse?

—¿Ulises se habrá vuelto loco? Miren su cara, parece c