Durante los siguientes días, Pedro se dedicó a investigar la muerte de Andrés.

Andrés había sido asesinado y, además, la culpa había recaído sobre él.

Aunque Pedro no sabía quién era el asesino, tenía una buena idea de la intención detrás del acto.

Primero, era una advertencia y una amenaza; segundo, pretendían aislarlo de todos.

Como dice el dicho, es fácil esquivar un ataque frontal, pero difícil evitar una emboscada.

Aquellos que atacan desde las sombras son especialmente difíciles de manejar.

En medio de su investigación, Pedro intentó varias veces contactar a Leticia, pero ella evitó encontrarse con él.

Sabía que, sin descubrir al verdadero asesino, su relación con ella estaba condenada, como si una montaña los separara.

El tercer día, por la mañana.

Dentro de La Banda del Dragón Rojo.

Pedro estaba sentado al borde del ring, contemplando una aguja negra en su mano, sumido en sus pensamientos.

La aguja estaba hecha de hierro negro y untada con veneno. Incluso un pequeño pinchazo po