La familia real de la zona fronteriza tenía mucho poder, pero no podía actuar con impunidad en los dominios del rey. Además, este asunto era un tabú, por lo que la familia real no podía intervenir directamente.

—Lo entiendo, muchas gracias por su ayuda, tía García— Pedro se levantó y se inclinó solemnemente.

La información que Belén le proporcionó era muy valiosa para él. No solo por la investigación de la verdad, sino principalmente porque ahora tenía a otro miembro de su familia a su lado.

—Somos familia, no necesitas ser tan formal— Belén extendió la mano para ayudar a Pedro a levantarse y le aconsejó con seriedad: —Hernando, no te detendré en tu búsqueda de venganza, pero espero que entiendas que un deseo profundo de venganza puede desviarte del camino. No pierdas tu esencia ni lastimes a los que te rodean.

—Recordaré siempre sus enseñanzas, tía García— Pedro asintió.

—¡Hermano! Si necesitas algo, solo dímelo. Te aseguro que lo haré sin problemas— Isaías se golpeó el pecho, mo