Capítulo 117
Al ver la pequeña botella blanca, el anciano de cejas blancas no pudo evitar que su expresión cambiara, revelando un destello de codicia.

—¡Esa es la medicina secreta del sanador Álvaro!

—¿Cómo puede este muchacho tener tal tesoro en su poder?

Es bien sabido que el polvo antídoto es inmensamente valioso, ¡su precio es incalculable!

Incluso una pizca de ese polvo podría venderse a un precio astronómico.

—No es de extrañar que este chico se sienta tan seguro, resulta que tiene polvo antídoto como respaldo.

—Hoy, ¡definitivamente está de mala suerte!

Saúl no dijo mucho más, tomó su taza de té y la bebió de un solo trago.

Cabe destacar que, poco después de haber bebido el té, el dolor agudo en su estómago, como si le revolvieran las entrañas con un cuchillo, comenzó a aliviarse gradualmente.

Desapareció por completo en cuestión de minutos.

Por un momento, sintió como si hubiera sobrevivido a un gran peligro.

—¡Pedro! Recordaré la humillación de hoy. ¡Sería mejor que no te cruzaras en mi ca
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