Capítulo 328
Hasta ahora, Delicia aún podía recordar cómo, en su vida anterior, cada vez que Alvaro la acompañaba a cenar por las noches, e incluso a veces en la cama, siempre terminaba recibiendo llamadas de Yolanda. Y cada vez, Alvaro inevitablemente la dejaba para atenderla. Yolanda se esforzaba al máximo para hacerla sentir incómoda, irritándola una y otra vez de esta manera.

¡Ahora estaba ciega! Ya no podía recuperar la vista y solo le quedaba recurrir a estos métodos para causar problemas. A Delicia no le importaba Alvaro, pero Yolanda... ¡oponerse a ella no la dejaba en paz! Antes no quería prestarle atención, pero ahora, solo por tener esa madre, ya tenía suficiente razón para querer acabar con ella.

Tomó su teléfono y marcó un número. La llamada fue rápidamente contestada:

—Delicita.

Era la voz suave de Isabel. ¡Delicita! En los tres años que estuvo casada con Alvaro, Isabel nunca había pronunciado su nombre con tal dulzura. No esperaba que, tras el divorcio, aún pudiera recibir tal trato
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