Capítulo 333
El silencio que siguió a las palabras de Isabel fue palpable, llenando el aire con una tensión que parecía espesarse. Aunque Yolanda no apreciaba a Antonia y la consideraba una aliada poco confiable, reconocía que su presencia en la familia Jiménez todavía servía a ciertos propósitos.

Isabel, notando el silencio de Yolanda, endureció su mirada:

—Recuerdo que eres inteligente, Yolanda. No cometas errores tontos.

—Nadie me lo dio. Era mi teléfono anterior. —respondió Yolanda finalmente, intentando mantenerse firme en su declaración.

—¿De verdad? —Isabel expresó su escepticismo.

—Sí. —asintió Yolanda con firmeza.

Isabel respiró hondo, ocultando cualquier signo de frustración o enfado, y se levantó, dirigiendo una mirada a la sirvienta que estaba detrás de Yolanda. Al extender la mano, la sirvienta se tensó visiblemente.

—Señora... —dijo con voz temblorosa.

Yolanda, captando el cambio en el ambiente, preguntó, —¿Qué significa esto, señora Jiménez?

—Yolanda, prefiero que no vuelvas a llama
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