Capítulo 31
Desde aquí se llevó la ambulancia a Yolanda. ¿Cómo podía Delicia dormir tan plácidamente en un lugar como este?

En el rostro de Álvaro, sereno pero a la vez colmado de ira, era evidente su enojo al contemplar a la mujer que tenía enfrente. Se sentía desconectado de ella, como si fuera una extraña.

Delicia, la mujer ante él, parecía haberse transformado en alguien que Álvaro nunca había conocido. No era que no la conociera antes, sino que ella había cambiado.

Con su brazo derecho aún doliendo, Delicia luchaba por contener sus emociones antes de enfrentar a Álvaro y le espetó:

—Eres la última persona, junto con la familia Jiménez, que debería hacerme esa pregunta.

¿Por qué había cambiado tanto? ¿Acaso alguien entendía por lo que había pasado?

Si no hubiera vivido aquel dolor, aquella amargura y desesperación, ¿habría cambiado así?

Recordaba su anterior vida, pereciendo entre las llamas, y la actitud desafiante de Yolanda le partía el corazón. Agradecía a Dios por haberle dado una segunda
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