Dos días después, los padres de Audrey firmaban un documento que los hacía propietarios otra vez de su amada casa.— Pero no te entiendo papá, ¿Cómo es eso posible? — La rubia preguntó con el alma en vilo mientras le temblaba la mano con el móvil.— Mi niña, yo tampoco lo entiendo, solo sé que el abogado del nuevo propietario nos contactó y nos dijo que él había decidido devolvernos la propiedad — trató de explicar.— Pero no es lógico, papá, ¡Nadie regala una casa así de la nada! — Soltó impresionada — Aquí hay gato encerrado, no me gusta, no estoy tranquila con esto.— Lo sé hija, pero tengo en mis manos el documento en este momento, no sabría qué más decirte más de lo que ya sé.— Debe haber alguna trampa, no confío en eso — Ella dijo con suspicacia.— No la hay, ya pregunté a los abogados del registro, la propiedad es nuestra legalmente otra vez, si la intención es otra, no tiene nada que ver con la casa — él dijo sin hallar la "trampa".Audrey se llevó la mano a la cabeza.— Sol
Audrey guardó el móvil en su bolsillo con las manos temblorosas y Tony, que estaba organizando la mercancía en el aparador, se dio cuenta de su nerviosismo.— ¿Qué sucede, Audrey querida? — preguntó en su habitual tono bonachón y acento del sur de Italia — ¡Estás temblando como una hoja! Ven, tómate un té de menta, y me dices lo que te pasa.Le dijo en tono paternal, tomándola del brazo y llevándola a dentro a la cocina, en donde le sirvió una enorme taza de té con una rosquilla.— Vamos, saca todo lo que tengas por dentro, sé que las cosas que te han pasado últimamente han sido muy desagradables — Refriéndose al acoso de John y a la refriega en la que había estado involucrada, todos los empleados de Tonýs Coffee lo sabían y la apoyaban.— Tony, me da mucha vergüenza que tengas que lidiar conmigo en este estado… — Ella dijo avergonzada, bajando la mirada.— Audrey, mi niña, no bajes la vista, ¡Los ojos siempre al frente no tienes nada de que avergonzarte!— ¡Ay, Tony! Acaban de llamar
Audrey abrió la boca para decir algo, pero luego volvió a cerrarla. Se quedó pensando por unos segundos en que Connor era como cualquier otro cliente, un idiota más que venía a tomarse un estúpido café, así que lo atendería como tal y se desharía de él lo más rápido que pudiera.Preparó la greca y coló el café, el aroma inundó el pequeño lugar y a Connor se le hizo agua la boca mientras observaba sin decoro las caderas contoneantes de la rubia mientras se movía de un lado para el otro haciendo su trabajo.Recordó como era tener las manos sobre esas caderas, como era pasearse a través de su delicada y blanca piel, como era acariciarla y arrancar de su boca cada gemido de placer con solo tocarla en los lugares exactos, y llevarla a la gloria.— ¡Aquí tienes tu café! — Ella casi lo lanzó sobre el mesón atravesándolo con la vista, mientras él se relamía los labios, mirándola fijamente.« ¡Maldito Connor Evans! », ella pensó para sus adentros mientras sentía la necesidad urgente de plantar
Connor levantó la mirada gris y ella no pudo evitar tensarse. Él notó que la rubia estaba muy nerviosa, por lo que se levantó y le ofreció una silla. — Por favor — Le dijo mientras le acercaba la silla y sé la acomodaba para que se sentase frente a él. — Ya me tienes aquí como querías, ahora habla, y sé breve, debo regresar a trabajar. — Tony dijo que te daría el resto del turno — él replicó. Audrey hizo una mueca y torció el gesto. — ¿Eso te dijo? — Sí. — Ok, pero igual, sé breve. Connor inspiró profundo antes de hablar, no sabía por donde empezar, eran demasiadas las metidas de pata y los errores que había cometido con ella, la rubia tenía razones de sobra para mandarlo al demonio, pero él estaba en deuda con ella, y ahora más que nunca sabía que la amaba, y que la necesitaba de regreso en su vida. — Audrey… — él comenzó con la voz temblorosa — yo reconozco que he sido un idiota contigo… — ¿Solo un idiota? — ella soltó con dolor. — No, mucho más que eso, no tengo palabras
Audrey temblaba debajo de su aparente coraza de hierro, pero en realidad, todo su ser se derretía ante la posibilidad de que Connor estuviera siendo sincero con ella.¡Dios! Estaba en un verdadero predicamento, ¿Aceptar, o no aceptar?, pero entonces la maldita duda se cernía sobre ella como un ave de mal agüero.— Connor… no lo sé, no creo que esto sea saludable para ninguno de los dos — Dijo bajando la mirada para que él no viera el profundo anhelo que la estaba carcomiendo.— Audrey… te lo ruego vuelve… — Le dijo inclinándose sobre la mesa más cerca de ella — Vuelve al hospital, vuelve a lo que amas hacer, para lo cual te preparaste, vuelve a donde perteneces, sabes que perteneces a ese lugar más que cualquiera que trabaje allí, tú tienes una historia de vida con ese hospital, una que nadie más tiene.— Ya te pareces a Loretta — Ella dijo.— ¿Qué?— No, nada, no me hagas caso…— Audrey… ¡Piénsalo! Deberías hacerlo, de verdad, creo firmemente que no hay nadie que merezca más que tú e
Esa noche la rubia solo pudo llorar a mares encerrada en su habitación, ni siquiera Loretta pudo sacarla de ahí para darle consuelo, ella solo se dejó caer sobre la cama agotada y con la ropa y el cabello húmedos sin importarle nada, solo ella y su dolor, nada más.Al otro día, las cosas estaban raras en el café de Tony, Audrey llegó temprano como todos los días, pero ya había dos de las chicas en el lugar antes que ella, le extrañó verlas tan temprano, pero se alegró de tener un poco de compañía a esa hora y también algo de ayuda.Durante el día, las personas a su alrededor cuchicheaban y luego se quedaban en silencio cuando ella se acercaba, parecía como si algo estuviesen tramando.— ¿Se puede saber que es lo que les pasa a todos? — Preguntó en un momento en el que era demasiado obvio que algo estaba pasando.Tony se acercó a ella y la llevo afuera.— Bambina, es que a todos nos preocupa mucho tu situación — Le dijo en tono amable.— No hay tal situación, Tony, todo está bien, solo
Audrey continuaba ayudando al equipo de paramédicos hasta dentro, acomodaron al paciente en una camilla y de inmediato el médico de urgencias y una enfermera lo conectaron a los equipos sin que la rubia dejara de bombear. — ¿Audrey? — Connor soltó sin filtro al verla pegada de la camilla del paciente, haciendo el trabajo de la enfermera de urgencias como si se le fuera la vida en ello. La otra mujer notó la expresión del galeno y se apresuró a retirar a la rubia del lugar para tomar su lugar y hacer su trabajo. Audrey se dio la vuelta ignorando a Connor y caminó rápido fuera de su vista para irse, pero entonces él la tomó del brazo y la miró de una forma tan intensa que ella solo pudo congelarse en el sitio. — ¡Espera! No te vayas, por favor, déjame atender este caso y hablaremos — Casi le rogó. Ella apenas pudo asentir con la mirada, notando que la situación de salud del pobre hombre en el cubículo empeoraba y el médico tratante perdía tiempo con ella. — Ve, yo te esperaré en l
— Audrey…En cuanto Connor pronunció su nombre, la chica sintió cómo su fuerza interior se venía abajo junto a su deseo de alejarse y poner espacio entre los dos. No era capaz, lo supo de inmediato.Estaba herida, era cierto, pero su amor por él era más grande que todo, y mientras más se obligaba a sí misma a odiarlo, mientras más se obligaba a permanecer enojada con él, el dolor en su pecho se hacía más fuerte, incluso al punto de creer que sufriría un infarto como el del paciente al que acababan de salvarle la vida.Se llevó la mano al pecho de forma instintiva y masajeó la cicatriz, intentando respirar y obligándose a mantener su actitud impoluta, pero sabía que no le duraría mucho.La mano suave de Connor la tocó ligeramente en el hombro, enviando miles de sensaciones electrizantes por toda su piel y haciendo que se paralizara y apretara la mandíbula para no ser presa de su propio deseo.— No sé que más decirte — él continuó — No sé cómo rogar por tu perdón, ni siquiera sé si debe