Cerca del amanecer, la mole cayó rendida bajo el efecto de lo que fuera que hubiera “metido”, mientras Connor y Ben pudieron recostarse con la espalda contra la pared para intentar descansar.— Doctor, ¿Por qué fue a ver a Audrey? — Ben quiso saber.Connor no sabía exactamente por qué. Solo había dejado a Oliver en la cama y se había devuelto con un deseo imparable de volver a verla y en su confusión de sentimientos, quería saber toda la verdad, quería que ella misma la admitiera, escuchar de su boca lo que había hecho.El galeno dejó salir el aire contrariado y respondió.— Quería enfrentarla… tal vez… no lo sé, necesitaba escuchar de ella misma las razones por las que me manipuló como lo hizo.— ¿Puedo ser franco con usted, Doctor? — Ben preguntó mirándolo a los ojos y Connor asintió.— Claro, Ben, puedes decirme lo que sea.— Yo también pensé que ella había jugado conmigo, ¡Pero fui un idiota! Siempre fue usted…Connor ladeó la cabeza en una expresión interrogativa.— No comprendo…
Cuando Loretta llegó, de inmediato Rubens habló con ella según las instrucciones de Connor, Loretta escuchó cada detalle y apuntó en su agenda, pero hubo cosas que prefirió no decirle a la rubia, al menos no por ahora.— ¡Loretta! — Audrey le echó los brazos al cuello en cuanto la vio.Estaba pálida y demacrada, con la mirada triste, y se abrazaba a sí misma temblando de frío.— Te he traído tu abrigo favorito — Le dijo cubriendo sus hombros — Me imaginé que tendrías frío.— ¡Ay, amiga, no sé qué haría sin ti! — Aferrandose a ella — Siempre piensas en todo.— Por ahora tranquilízate, no hay cargos contra ti, eres la víctima, y al parecer, fue un error que pasaras la noche en la delegación, pero de todas formas creo que fue lo mejor después de lo que me dijeron…Audrey bajó la mirada con arrepentimiento.— No te quiero juzgar, Audrey, pero no creo que esa sea la salida, tuviste una nueva oportunidad para vivir, ¿O ya lo olvidaste?La rubia negó con la cabeza lentamente.— No, no lo he
Dos días después, los padres de Audrey firmaban un documento que los hacía propietarios otra vez de su amada casa.— Pero no te entiendo papá, ¿Cómo es eso posible? — La rubia preguntó con el alma en vilo mientras le temblaba la mano con el móvil.— Mi niña, yo tampoco lo entiendo, solo sé que el abogado del nuevo propietario nos contactó y nos dijo que él había decidido devolvernos la propiedad — trató de explicar.— Pero no es lógico, papá, ¡Nadie regala una casa así de la nada! — Soltó impresionada — Aquí hay gato encerrado, no me gusta, no estoy tranquila con esto.— Lo sé hija, pero tengo en mis manos el documento en este momento, no sabría qué más decirte más de lo que ya sé.— Debe haber alguna trampa, no confío en eso — Ella dijo con suspicacia.— No la hay, ya pregunté a los abogados del registro, la propiedad es nuestra legalmente otra vez, si la intención es otra, no tiene nada que ver con la casa — él dijo sin hallar la "trampa".Audrey se llevó la mano a la cabeza.— Sol
Audrey guardó el móvil en su bolsillo con las manos temblorosas y Tony, que estaba organizando la mercancía en el aparador, se dio cuenta de su nerviosismo.— ¿Qué sucede, Audrey querida? — preguntó en su habitual tono bonachón y acento del sur de Italia — ¡Estás temblando como una hoja! Ven, tómate un té de menta, y me dices lo que te pasa.Le dijo en tono paternal, tomándola del brazo y llevándola a dentro a la cocina, en donde le sirvió una enorme taza de té con una rosquilla.— Vamos, saca todo lo que tengas por dentro, sé que las cosas que te han pasado últimamente han sido muy desagradables — Refriéndose al acoso de John y a la refriega en la que había estado involucrada, todos los empleados de Tonýs Coffee lo sabían y la apoyaban.— Tony, me da mucha vergüenza que tengas que lidiar conmigo en este estado… — Ella dijo avergonzada, bajando la mirada.— Audrey, mi niña, no bajes la vista, ¡Los ojos siempre al frente no tienes nada de que avergonzarte!— ¡Ay, Tony! Acaban de llamar
Audrey abrió la boca para decir algo, pero luego volvió a cerrarla. Se quedó pensando por unos segundos en que Connor era como cualquier otro cliente, un idiota más que venía a tomarse un estúpido café, así que lo atendería como tal y se desharía de él lo más rápido que pudiera.Preparó la greca y coló el café, el aroma inundó el pequeño lugar y a Connor se le hizo agua la boca mientras observaba sin decoro las caderas contoneantes de la rubia mientras se movía de un lado para el otro haciendo su trabajo.Recordó como era tener las manos sobre esas caderas, como era pasearse a través de su delicada y blanca piel, como era acariciarla y arrancar de su boca cada gemido de placer con solo tocarla en los lugares exactos, y llevarla a la gloria.— ¡Aquí tienes tu café! — Ella casi lo lanzó sobre el mesón atravesándolo con la vista, mientras él se relamía los labios, mirándola fijamente.« ¡Maldito Connor Evans! », ella pensó para sus adentros mientras sentía la necesidad urgente de plantar
Connor levantó la mirada gris y ella no pudo evitar tensarse. Él notó que la rubia estaba muy nerviosa, por lo que se levantó y le ofreció una silla. — Por favor — Le dijo mientras le acercaba la silla y sé la acomodaba para que se sentase frente a él. — Ya me tienes aquí como querías, ahora habla, y sé breve, debo regresar a trabajar. — Tony dijo que te daría el resto del turno — él replicó. Audrey hizo una mueca y torció el gesto. — ¿Eso te dijo? — Sí. — Ok, pero igual, sé breve. Connor inspiró profundo antes de hablar, no sabía por donde empezar, eran demasiadas las metidas de pata y los errores que había cometido con ella, la rubia tenía razones de sobra para mandarlo al demonio, pero él estaba en deuda con ella, y ahora más que nunca sabía que la amaba, y que la necesitaba de regreso en su vida. — Audrey… — él comenzó con la voz temblorosa — yo reconozco que he sido un idiota contigo… — ¿Solo un idiota? — ella soltó con dolor. — No, mucho más que eso, no tengo palabras
Audrey temblaba debajo de su aparente coraza de hierro, pero en realidad, todo su ser se derretía ante la posibilidad de que Connor estuviera siendo sincero con ella.¡Dios! Estaba en un verdadero predicamento, ¿Aceptar, o no aceptar?, pero entonces la maldita duda se cernía sobre ella como un ave de mal agüero.— Connor… no lo sé, no creo que esto sea saludable para ninguno de los dos — Dijo bajando la mirada para que él no viera el profundo anhelo que la estaba carcomiendo.— Audrey… te lo ruego vuelve… — Le dijo inclinándose sobre la mesa más cerca de ella — Vuelve al hospital, vuelve a lo que amas hacer, para lo cual te preparaste, vuelve a donde perteneces, sabes que perteneces a ese lugar más que cualquiera que trabaje allí, tú tienes una historia de vida con ese hospital, una que nadie más tiene.— Ya te pareces a Loretta — Ella dijo.— ¿Qué?— No, nada, no me hagas caso…— Audrey… ¡Piénsalo! Deberías hacerlo, de verdad, creo firmemente que no hay nadie que merezca más que tú e
Esa noche la rubia solo pudo llorar a mares encerrada en su habitación, ni siquiera Loretta pudo sacarla de ahí para darle consuelo, ella solo se dejó caer sobre la cama agotada y con la ropa y el cabello húmedos sin importarle nada, solo ella y su dolor, nada más.Al otro día, las cosas estaban raras en el café de Tony, Audrey llegó temprano como todos los días, pero ya había dos de las chicas en el lugar antes que ella, le extrañó verlas tan temprano, pero se alegró de tener un poco de compañía a esa hora y también algo de ayuda.Durante el día, las personas a su alrededor cuchicheaban y luego se quedaban en silencio cuando ella se acercaba, parecía como si algo estuviesen tramando.— ¿Se puede saber que es lo que les pasa a todos? — Preguntó en un momento en el que era demasiado obvio que algo estaba pasando.Tony se acercó a ella y la llevo afuera.— Bambina, es que a todos nos preocupa mucho tu situación — Le dijo en tono amable.— No hay tal situación, Tony, todo está bien, solo