LizzieAunque le he dicho que se vaya, la verdad es que no quisiera que se separase de mí. Sin embargo, mi lado racional me dice que es lo correcto. «Vamos Lizzie, déjalo ir, olvida ya toda esta locura».Stefan da media vuelta y se aleja del cubículo donde me encuentro. Cuando ya ha salido de mi rango de visión, Danny suelta un suspiro.—Te juro que no puedo entender cómo te metiste con ese sujeto. Más aún, ¿cómo es que te casaste con él? Esa es una parte que yo no le había contado, pero después de la confrontación con su padre, escuchó todo.Suspiro con pesadez y meneo la cabeza.—Danny, te lo explicaré, todo. Te diré toda la verdad, pero no ahora, ahora mismo solo quiero irme a mi casa.—Los resultados de tus exámenes ya están por salir, le pedí a los del laboratorio que te diesen prioridad. Al menos espéralos, ¿sí? —Gracias por preocuparte por mí, eres un gran amigo.Puedo ver en su expresión que le ha dolido lo que dije. No quiero lastimarlo, pero necesito que entienda que, por
Stefan Ha pasado una semana más desde ese fatídico día en el que tuve que mentirle en la cara a mi padre y a Elizabeth. Lo peor de todo es que después del hospital, no pude saber qué más sucedió con ella, tampoco he logrado descubrir a qué se refería con eso que “en especial yo”, no puedo saber. Desde el momento en que firmé mi sentencia de esclavitud aceptando el dinero de Joanne para rescatar la empresa, no me ha dado ni un solo momento de paz, pues ha estado cerca de mí casi todo el tiempo, y cuando no se encuentra a mi lado, entonces estoy demasiado ocupado rescatando los contratos alterados y tratando de llegar a acuerdos con los clientes para evitar más demandas. Mi tío aun no ha hecho acto de presencia en la empresa desde que Joanne lo sacó del acuerdo. Se me hace extraño, así que solo he estado alerta, esperando que aparezca en cualquier momento para reclamar la parte de mis acciones. Por otro lado, mi padre no me dirige la palabra desde ese día en el restaurante. Solo se l
Lizzie—¡Elizabeth! El grito de mi abuela me trae de vuelta a la realidad. Y es que tengo una semana sintiéndome como en una especie de sueño, o más bien, una pesadilla, de esas en las que, aunque tratas con todas tus fuerzas de despertar, simplemente no se puede. He mantenido en secreto mi embarazo de todo el mundo, incluso de mi mejor amiga, porque es que ni siquiera yo misma puedo creérmelo. A pesar de lo que decía ese resultado, no fui capaz de confiar en él, y compré cinco pruebas caseras de diferentes marcas, todas con el mismo resultado: “positivo”.—Lo siento abuela.—Te estoy pidiendo que me ayudes a guardar lo que falta, estoy harta de estar en esta cama.—Abuela, debes tener cuidado, recuerda que todavía estás delicada de salud.—Te recuerdo que esto —dice señalándose el pecho—, es tu culpa. Tú me pusiste así.No sé si ella no se da cuenta, o si en realidad lo hace a propósito, pero cada palabra de esas que sale de su boca me lastima cual bofetada en la cara. Agacho la
LizzieEl mensaje que me envió Stefan no deja de dar vueltas en mi cabeza desde ayer. No le respondí que sí o que no, y él tampoco me volvió a escribir después de eso, sin embargo, el debate mental que se ha formado en mi cabeza no me ha dado descanso. En especial ahora que Irina sabe sobre mi embarazo.Decidió pasar la noche en mi casa y en la mañana, nos vinimos juntas a la universidad.—Yo creo que deberías ir a ver qué quiere. Además, él tiene que saber lo de tu embarazo —insiste por enésima vez.—Irina, por favor no sigas. No puedo decírselo, ¿con qué cara voy a reclamarle algo?—No es “tu cara” por la que debes preocuparte, sino por esa criatura que viene en camino y que no tiene la culpa de nada.—¿Crees que no lo he pensado? No sé qué hacer, si mi abuela se entera de esto, ahí sí que me matará. Me colgará de las orejas y seré exhibida como la chica tonta que arruinó su vida.—Un bebé no arruinará tu vida. Yo siempre he soñado con ser madre, ¡deberías estar feliz!No quiero res
StefanNo sé cómo fui capaz de aguantarme toda una semana sin saber nada de ella, ocultando mis verdaderos sentimientos de todos, incluso de mí mismo en ocasiones, no obstante, el día ha llegado. Hoy es el cumpleaños de Eithan, su hermano, y aunque sea lo último que haga, tengo que estar ahí. Ni siquiera sé lo que le voy a decir, o con qué cara se supone que me apareceré ante ella, pero no me importa, improvisaré cuando llegue el momento. Salgo de la ducha y me visto lo mejor que puedo para asistir. Karina me deja muy bien planchado el traje que me voy a poner, así que me alisto y me soy una última mirada en el espejo antes de salir. Necesito verme bien, no solo para ella, sino también para su abuela, ella es otra a la que debo reconquistar, porque sé que, si le caigo bien a su abuela, me facilitará las cosas con Lizzie.Bajo a toda prisa las escaleras y me encuentro a la mucama de camino.—Señor Marriott, si me permite decirlo, se ve muy guapo.—Gracias.—¿Irá a ver a Joanne?—No,
LizzieNo todo es lo que parece… ¿Qué se supone que significa eso?Tengo a Stefan tan cerca de mí que no puedo respirar con regularidad. Él hace que todos mis sentidos se intensifiquen, provoca que mi corazón brinque como un loco dentro de mi pecho y que mis piernas desfallezcan hasta convertirse en gelatina.Lucho dentro de mí por mantener el control, no puedo ceder a sus encantos, a esos ojos marrones detrás de sus enormes pestañas que parecen penetrar cada rincón de mi alma.—¿Qué se supone que significa eso?—Nada… no tiene importancia —murmura.Cada maldita cosa que hace o dice me trae a la superficie los sentimientos que trato de enterrar con todas mis fuerzas. No puedo olvidar lo que me hizo, la humillación de tratarme como una cualquiera e intentar darme ese dinero a pesar de mis reiteradas negativas. Además de que ha vuelto con ella.¿Acaso cree que seré su premio de consolación?—Ya te firmé el divorcio, ya no tienes nada más que hacer aquí.Lo pensé demasiado y sé que esto
StefanMentiría si no digo que llevo la cuenta de los días sin verla. Pensé que el paso del tiempo de alguna forma provocaría algún cambio en mí, que quizá aprendería a aceptar mi nueva realidad al lado de Joanne, pero no ha sido así en ninguna circunstancia.Por el contrario, entre más pasan los días, más difícil se me hace dejar de pensar en Lizzie. Está presente en mi mente cada vez que no estoy distraído con algo de la empresa, incluso la veo en mis sueños, donde rememoro una y otra vez aquellas noches en París.Ahora mismo es la dueña de mis pensamientos, mientras meneo distraído el vaso de brandy que tengo en la mano. Solo vuelvo a la realidad cuando Karina llama a la puerta de mi despacho.—¿Qué ocurre?—Señor, hay unas personas afuera que vienen a verlo.—¿Quién?—La señorita Joanne y sus padres.Suelto un largo suspiro y me bebo de golpe el vaso de brandy. ¿Qué podrían querer ahora? ¿Qué más piensan sacarme además de mi dinero y mi felicidad?Me pongo de pie y camino a paso a
Lizzie¿Es que acaso el destino está empeñado en acercarme a él a pesar de todas las cosas que se oponen en nuestro camino?¿Cuánto de coincidencia y cuánto de algo planeado puede ser habérmelo encontrado en el ascensor a la misma hora que se supone tengo que ir a mi primer control prenatal?Se trate de algo previsto o una mera casualidad, no pude evitar escapar de mi suplicio y ahora he empeorado la situación, como siempre.No sé qué diablos habré hecho para que se averiase el elevador, lo único que sé es que, si no salgo de aquí ahora mismo, voy a desmayarme del pánico.—Tengo que salir de aquí, por favor, por favor —alcanzo a decir con la voz temblorosa.De pronto Stefan me envuelve entre sus brazos y yo me quedo en shock. Su calor me envuelve en una suave caricia que hace que mis respiraciones se regulen. Estar en su pecho me calma, me hace sentir bien.Cierro los ojos y tomo varias respiraciones profundas, hasta que siento que dejo de temblar e hiperventilar.Cuando me aparto de