“… Porque al caer me levantas. Porque mi voz y mi espíritu se agita. Cuando dices que me amas. Porque tu amor como es verdad me vuelve el alma” … Mark Antony.
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Miguel abrazó a su hijo conmovido.
—Debo conocer a esa muchacha, tiene que ser un ángel, para que haya hecho el milagro que yo no logré.
Joaquín carcajeó al escuchar que la comparó con un querubín, cuando ella era una diablilla.
—Ella se convirtió en la luz que alumbró mi oscuridad, se transformó en la calma que mi atormentada vida necesitaba, es el aire que respiro, es todo para mí.
Miguel Ángel sonrió complacido al escuchar a su hijo hablar de esa manera.
—¿Cuándo me la presentas?
—Todo a su debido tiempo papá, hay asuntos que necesitamos arreglar con la familia de ella, y entonces
No todo puede ser felicidad, y menos cuando Carlos envidia y odia a su hermano, parece que se avecinan problemas entre los tortolitos. Por cierto se me había olvidado comentarles que estos personajes se apellidan Duque, en honor a mi mejor amiga, nada tiene que ver el deseo de Carlos de ser presidente con ningún político, nada está inspirado en la vida de ningún personaje de la política, decidí que fueran Duque justo para que Joaquín se hiciera pasar por un personaje de la realeza, porque así lo hacía mi amiga cuando éramos niñas, ella era la Duquesa, y decidí tomar esa anécdota.
En las oficinas del Consorcio colombiano de café: Alma mía en New York, el detective le entregó a Carlos Mario, el informe acerca de la investigación de la vida de su hermano.En primer lugar, el joven se dio cuenta de que Joaquín, les había estado mintiendo durante algún tiempo, indicando boletas falsas de calificaciones. Notó que iba retrasado un año.—¡Este si es un pendejo! —Resopló Carlos; y prosiguió leyendo: lo que más le llamó la atención fue el acta de matrimonio de su hermano en Colombia, en el cual decía que estaba casado con Andrea Carmona. Sin embargo, el investigador no había podido dar con esa mujer. Lo que sí incluyó en el informe fue el acta de nacimiento de un niño cuyo nombre era Carlos Gabriel Duque Carmona.—¡Vaya el muy idiota de mi
Joaquín giró su cara, la miró con atención y retiró del rostro de ella varios mechones de cabello que el viento agitaba. —¿Qué secreto es ese? María Paz mordió sus labios. —¿No te vas a burlar de mí? —Lo prometo —respondió. —Cuando yo era niña leía los cuentos de hadas, y siempre decía que me quería casar con un Duque —confesó y presionó sus labios. Joaquín ladeó una sonrisa, y la observó con ternura. —Este Duque no está disponible para el matrimonio. —Bromeó divertido. Paz golpeó el hombro del joven con su puño. —Me refería a un Duque real —mencionó—, aunque contigo yo me casaría sin pensarlo. —Enfocó su mirada en los ojos de él—, pero eso será más adelante, tengo muchos planes en mi vida —aseveró con orgullo. <
“… Mi cama no merece tu cuerpo. Virgen como el Amazonas. Mucho para un lobo cazador. Pero ideal para el amor” … Ricardo Arjona.****Joaquín la tomó de la nuca y su lengua se introdujo una y otra vez en la boca de su chica, sus manos se deslizaron por la piel desnuda de los brazos de ella, y sus dedos jugaron con el encaje de lentejuelas de su brasier, entonces sus fuertes manos se posaron en los glúteos de Paz y con la chica encima se levantó del sofá.María Paz se aferró con sus piernas al cuerpo de Joaquín, su ser se erizó porque sabía que el momento por el cual había esperado, por fin llegó.Sin dejar de besarla él la llevó a la alcoba, el joven sonrió y se sorprendi&
“…También es mi primera vez. Siente como tiemblo, ya ves. Tuve sexo mil veces, pero nunca hice el amor” … Ricardo Arjona. **** María Paz cerró sus ojos y accedió a lo que él solicitó, lo besó demostrando en aquella caricia todo lo que sentía por él. De nuevo las manos de Joaquín la recorrieron, y la boca del joven se posó en uno de sus senos. Jadeos y gemidos por parte de ella no se hicieron esperar. Los dedos de Paz se enredaron en los rizos castaños del chico, y de nuevo sus bocas se fundieron en un apasionado beso. Llamaradas de placer los abordaron, y entonces la joven sintió el endurecido miembro de su chico rozando su entrada. María Paz inhaló profundo, cerró sus ojos, sus piernas temblaron, su vientre se contrajo.
María Paz sostenía en sus manos una copa con Pinot Grigio, que minutos antes Joaquín sirvió. Elevó su rostro y miró a su novio, suspiró profundo al verlo acercarse a ella. El joven Duque no pudo evitar recorrerla con sus ojos: Ella estaba sentada sobre la alfombra que habían dispuesto en la sala. Su espalda se recargaba en el sillón. Llevaba una camisa blanca de él. No se había cerrado algunos botones y podía apreciar a través de la tela sus erguidos y voluptuosos senos, además que podía deleitarse de sus largas y esbeltas piernas, que reposaban sobre unos cojines, las mismas que minutos antes lo abrazaron para fundirse en uno solo. Fue inevitable que otra vez el cuerpo del joven no reaccionara, pero es que era imposible no sucumbir ante los encantos de la joven. María Paz dibujó en sus labios su amplia sonrisa y también recorrió con su vista el fornido y esbelto cuerpo de su chico. Él se había colocado su pantalón de dorm
—Quiero que sepas, que para mí el haber hecho el amor contigo fue la mejor experiencia de mi vida, no imaginé que iba a ser tan bonito, tengo que confesarte que tenía miedo... Joaquín le acarició el rostro, besó los labios de ella. —¿Temor de mí? — inquirió con preocupación. —De ti no, pero sí de no estar a la altura de la situación —pronunció con vergüenza María Paz. —Jamás pensés eso, me diste el mejor regalo de cumpleaños que puede recibir un hombre, lo que vos me obsequiaste para mí ha sido el acto de amor más sublime —comentó con el corazón henchido de felicidad—. Si por alguna circunstancia de la vida lo nuestro se acaba, recuerda siempre que, en cada beso, en cada caricia que te brindé, en cada palabra que pronuncié, en cada momento de intimidad te di mi vida. María Paz lo observó con un destello de luz en la mirada. —Nunca te olvidaré —exp
Joaquín deslizó su espalda sobre la madera del portón de su apartamento. El joven se sentó en el piso y abrazó sus piernas. La mirada llena de decepción de María Paz golpeaba su alma.—Soy un cobarde —monologó—. Ni siquiera tengo el valor para confesarle lo que hice —espetó con la garganta seca y el pecho adolorido, entonces su azulada mirada se enfocó en el bar, y en las botellas de licor que ahí habían permanecido intocables desde que era novio de Paz, sin embargo, consideró que esa noche necesitaba un trago—. Uno solo —se dijo así mismo.Se puso de pie y caminó hacia un rincón de su apartamento tomó una botella de whisky y vertió el contenido en una copa, con las manos temblorosas y la visión nublada por los recuerdos del pasado miró el amarillento licor
El labio inferior de María Paz tembló, inhaló profundo intentando contener las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, no expresó nada, entonces Matt ayudó al joven a acomodarse en su auto. —No es necesario que me acompañes, solo lo dije para que Santiago se quedara tranquilo —mencionó Paz—, ve a clases y no te dejes ver de mi hermano, yo me hago cargo de Joaquín. —¿Estarás bien? —investigó Matt al mirar los cristalinos ojos de su amiga. —Creo que sí —respondió e inhaló profundo—. Si algo malo sucede, te llamaré. —Estaré atento —comentó Matt y besó la mejilla de Paz. Joaquín no observó esa escena porque se estaba quedando dormido. Enseguida Paz encendió el auto y él balbuceando habló: —Te amo, mi reina. Esa frase estremeció por completo a la joven, sus orbes se llenaron de lágrimas, inhaló y exhaló un par de veces intentando recomponerse. ****Instantes después uno de los guardias del edificio ayudó a la joven a subir a Joaquín al apartamento. Cuando la chica abrió la pue