“…Tú y yo haciendo una fábula. Tú y yo jugamos un verso sin comas si reglas…” Enmanuel.
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Manizales-Colombia.
Carlos Mario Duque, la noche anterior no había podido conciliar el sueño y hoy se dirigía a la casa de su madre. Lugar que por cierto no le gustaba ir por muchos recuerdos que lo atormentaban.
En una emisora de radio en la cocina sonaba «Yo no lloro por llorar by Diego Verdaguer»
«Si me enamoré algún día, nunca fui querido como los demás. Si he sembrado rosas, tuve las espinas, pero nada más»
Esa parte de la canción le llegó a lo más profundo de su alma, se estremeció hasta los huesos, inhaló hondo, e ing
“…En la cárcel de tu piel me retiene la pasión. Y por qué voy a negar que me encanta mi prisión…” Braulio. **** New York- Usa. Aquella tarde el joven Duque se hallaba en la casa de su amigo Santiago. No lograba concentrarse en las tareas porque María Paz lo había descubierto coqueteando con Angélica una compañera de clases. Justo cuando estaba por salir de la mansión Vidal, la llamada de su padre lo detuvo, luego de hablar con él un par de minutos Joaquín palideció. —¡Maldición! —gruñó el joven y le contó a Santy que su papá le había cancelado las tarjetas de crédito, aún sin poder creer eso salió en su auto y se detuvo en el primer cajero, cuando ingresó la clave, la tarjeta apareció bloqueada—. No puede ser —mencionó agitando su cabello, enseguida subió al vehículo y se
“Regálame una noche llena de ternura, y deja que mis manos acaricien tu piel, sin miedo que lo nuestro no es una aventura, como cualquier desliz que tuve en el ayer…” Los Inquietos. *** Joaquín presionó sus labios, respiró profundo al instante que su Lamborghini llegó al estacionamiento del edificio. María Paz se estremeció cuando el rugido del motor se apagó, suspiró profundo sintiendo su estómago encogerse. Los dedos de Joaquín rozaron los de la chica cuando la ayudó a salir del auto y aquel corrientazo que desde el día que se conocieron habían experimentado volvió a transitar por su piel. Los delicados pies de María Paz tocaron el piso y sus largas, firmes y bien torneadas piernas bajaron del auto. Joaquín la observaba embelesado, entonces cuando ella irguió su figura sus rostros quedaron uno frente al otro y su
“Solo quiero una noche llena de ternura. Que me ames para amarte olvidando el ayer…” Los Inquietos. *** Luego de unos minutos cuando el torbellino cesó, Paz retiró su rostro del cuello de él. —Es mi turno —mencionó batiendo sus pestañas. Joaquín la miró extrañado. —No comprendo —comentó, entonces ella deslizó su mano hacia la virilidad de él—, quiero hacer lo mismo —propuso, y empezó a acariciarlo, y por más que Joaquín habría querido decir que no, la cordura desapareció de su mente, al momento que sintió la lengua de ella recorrer su cuello. —Mi reina...—Gruñó presionando sus dedos en la cintura de ella, entonces frunció el ceño cuando la chica se detuvo. —¿Qué sucede cuestionó? María Paz sonrió y bajó de la barra, enseguida sus dedos acariciaron el pecho del joven y lueg
“…Ella todo me lo dio, deseando estar al pie, fue mi verso y mi papel fue mi amiga y fue mi amor…” Ricky Martin. Después del fuerte regaño que recibió María Paz por parte de su progenitora días atrás, dejó de escaparse para encontrarse con Joaquín. La jovencita estaba preocupada por la situación económica del joven. No había podido ir a verlo porque entre las clases de la universidad y su trabajo en la empresa pasaba todo el tiempo ocupada, pero ese sábado salió en su auto se dirigió a un supermercado, y pasó por un restaurante, y luego llegó al edificio en donde residía el joven. El conserje le ayudó con las bolsas de las compras. **** Joaquín sentado en la sala de su apartamento sostenía en sus manos una lata de cerveza que era lo único que le quedaba luego de haber gastado casi todo el dinero que Santiago le había prestado. 
“… Te necesito más que al aire. Más que al agua y que a la vida. Más que al sol de cada día. Necesito tu calor…” Manuel Mijares. **** María Paz empezó a contonear las caderas al igual que lo hacía la cantante. Entretenida en su tarea de acomodar los víveres en los gabinetes, no percibió la presencia de Joaquín. El joven abrió los labios ligeramente al verla bailar con aquella sensualidad característica de la jovencita, inhaló profundo y sin poder evitarlo su cuerpo reaccionó, El sensual vaivén de las caderas de Pazlo tenía paralizado, imaginó verla danzando sobre él de esa forma, entonces sacudió su cabeza, y con lentitud se acercó a ella, la tomó de la cintura. La joven se quedó estática suspiró profundo al sentir las manos de él tocando su piel, todo su ser se erizó, cerró sus ojos y asp
“… Libidinosamente libar el néctar de la flor de tus mareas lamiendo la miel salada que te fluye, y quema mi lengua que vibra lasciva. Entre savia y saliva…” Luis Eduardo Aute. **** Joaquín no entendió por qué ella le dijo eso, pero escuchar esas frases reconfortaron su alma solitaria. —Yo estoy seguro de que fue mi mamá la que te puso en mi camino. La joven sintió su corazón latir con fuerza. —Yo tengo la completa seguridad de que es como tú dices —afirmó ella, él la tomó de la mano y se la besó. —Yo estaré muy agradecido con el ser que te puso en mi camino — concluyó Joaquín besando a María Paz lo hacía con ternura, con cariño, con amor y profunda gratitud. Se separó de ella y entrelazó sus dedos. —Hay pendiente dos cop
“… Tú me cambiaste la vida. Desde que llegaste a mí. Eres el sol que ilumina todo mi existir…” Río Roma. *** María Paz bajaba los escalones de la biblioteca de la universidad, al finalizar la última grada se colocó sus lentes para el sol, y sobre sus stilletos de tacón de aguja caminaba hacia el estacionamiento. Alguien tomó su brazo y detuvo su andar. La chica se sobresaltó y giró. —Casi me matas de un susto —recriminó a Santiago, su hermano. El joven sonrió, y Paz enseguida notó que la mano de Santy sostenía la de la chica que lo acompañaba, la jovencita ladeó los labios y se acercó a ella. —Hola, cuñada —saludó. Las mejillas de Alba se tiñeron de carmín, inclinó la cabeza avergonzada. —Buenos días —susurró, y Santiago notó como la mano de su
“…Me gusta lo que haces para conquistarme. Para seducirme, para enamorarme. Y vas causando efecto…” Chayanne. **** Joaquín clavó su profunda y sería mirada en ella. —¿Vos estás jugado conmigo? —reclamó. María Paz arrugó el ceño y lo observó a los ojos. —Yo no tengo ningún compromiso contigo —rebatió—, y este no es el lugar para tus reproches —enfatizó—. Ven a mi oficina —ordenó. Joaquín caminó sofocado tras de ella, su furia aumentó más cuando la recorrió con la mirada, y la observó con aquel vestido entallado que le llegaba más arriba de sus rodillas, y dejaban al descubierto sus espectaculares piernas. Frunció los labios imaginando a aquel hombre que minutos antes la cortejó devorándola con la mirada. &nb