“Y duermo con tu nombre besando mi boca…” Luis Eduardo Aute.
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Joaquín fue retirando con lentitud su mano de la de ella, como si no quisiera separarse de su lado, tanto que cuando las puntas de sus dedos estaban por soltarse, él con un suave tirón la atrajo hacia él.
María Paz se sorprendió tuvo que ahogar su grito de sorpresa, cuando los labios de él se posaron en los de ella, cerró sus ojos y se dejó extasiar de las suaves caricias que los labios de Joaquín le brindaban, enredó sus brazos en el cuello de él, mientras las manos del joven la tenían sujeta por la cintura.
Joaquín la besaba con paciencia, con ternura, con cariño, era un beso delicado, una caricia en la cual quería demostrarle lo que con palabras no podía hacerlo. Cuando la falta de ox
“…Que tu cariño no sea fugaz, jamás. Sin ti no habría encontrado esta paz, jamás. Que me da calma y acaricia mi alma. Que no me falte jamás…” Camilo Sesto ***** Joaquín inhaló profundo y la invitó a tomar asiento. Las manos del joven temblaron, y ella notó como el semblante del chico cambió, y la sonrisa que siempre dibujaban sus labios desapareció. María Paz sin pérdida de tiempo lo envolvió en un abrazo. —No creo poder hacerlo —mencionó, mientras se dejaba cobijar del calor de ella, y respiraba profundo intentando calmarse. —Todo estará bien —respondió María Paz. Joaquín le extendió una bolsa de regalo y se la entregó. María Paz muy emocionada tomó el obsequio y sacó del interior una cajita musical en forma de corazón, en colores pastel, con una bailarina que giraba mientras la música sonaba, notó a
“La felicidad no llega a la puerta, hay que buscarla, y pelear por ella” Walter Risso. **** Cuenca- Azuay, Ecuador. Días después María Paz viajó a Ecuador, luego de varias horas de vuelo llegó a la ciudad de Cuenca, posterior a tomar su equipaje abandonó la sala de arribo y corrió hacia donde Roberto Vidal la esperaba. —¡Abuelito! — exclamó María Paz y abrazó al señor. —Mi princesa...— respondió el hombre estrechando a la jovencita, para luego darle un beso en la frente a su nieta. Salieron del aeropuerto en una típica tarde fría cuencana—. Cúbrete con la casaca —solicitó el señor. María Paz se colocó la chaqueta y embarcó sus maletas en la cajuela del auto de su abuelo, luego subió en él, y minutos más tarde llegaron a la ciudadela
“No olvides cuidarla por si mañana en vez de verla, te toca imaginarla” Gabriel García Márquez. ****Cuenca- Azuay, Ecuador. Salieron tomados de la mano del mall. Joaquín había rentado un auto, subieron en él. «Nubes negras by Los de adentro» sonaba en el reproductor, mientras el joven conducía por una de las avenidas principales de la ciudad.—Este es el edificio del Colegio Benigno Malo —indicó María Paz refiriéndose a la antigua casona de estilo neoclásico francés, que en la parte frontal mostraba tres cúpulas, y a los costados dos pequeñas. Joaquín admiraba la belleza de aquella ciudad patrimonial. Siguieron el trayecto hasta donde la avenida finalizó y empezaron a subir por un camino asfaltado y un
“Usted no sabe como yo valoro su sencillo coraje de quererme” Mario Benedetti. **** María Paz canceló y se despidió de la dueña del almacén con un beso en la mejilla, después caminó despacio hasta donde Joaquín se encontraba sentado, ella le puso en el cuello una de las bufandas que le había probado horas antes. El joven dirigió su mirada llena de confusión y tristeza hacia ella. —¿Vos por qué te tomas estas molestias conmigo? —Porque yo te quiero y eres un tonto que no se da cuenta y tiene miedo. El corazón de Joaquín tembló, clavó su azulada mirada en los ojos de la jovencita. —Yo no merezco tu cariño. María Paz negó con la cabeza. —Si lo mereces o no, es problema mío, yo te quiero, y es mi responsabilidad. —Yo te adoro —susurró
“…Tú me cambiaste la vida, desde que llegaste a mí. eres el sol que ilumina todo mi existir…” Rio Roma. ****Al día siguiente María Paz salió del cuarto de baño, envuelta en una bata, se llevó el dedo índice a los labios, dudando sobre los dos atuendos que tenía encima de la cama: En el lecho yacían unos pantalones de mezclilla rasgados celestes, una blusa de seda blanca, y sus deportivos níveos. En el otro extremo se apreciaba una falda short de pliegues gris, una camisa rosa y sus alpargatas de plataforma.Entonces pensó en llevar a su Duque a visitar las cúpulas de la catedral de la Inmaculada por lo que se decidió por los jeans.Luego de vestirse, se aplicó el protector solar en el rostro, tomó su sombrero de paja toquilla,
“…Dormir contigo con tu cabello acomodado aquí en mis brazos. Y el terciopelo que me brinda tu regazo. ¡Qué maravilla dormir contigo!” Armando Manzanero. ****Después de pasar varias horas caminando, conociendo museos en la ciudad, en especial el de los sombreros de paja toquilla en dónde el joven colombiano adquirió uno avaluado en dos mil dólares, decidieron almorzar en uno de los restaurantes de comida típica del lugar. Esta vez la receta que María Paz, eligió fue fritada.—Espero disfrutes de la comida —mencionó la jovencita.—Confío en tu buen gusto —mencionó él y le guiñó un ojo.Enseguida les sirvieron los platos, el humeante aroma de la carne de chancho cocid
“…Mi cama no merece tu cuerpo, virgen como el Amazonas, mucho para un lobo cazador pero ideal para el amor…” Ricardo Arjona. **** La joven colgó la llamada, suspiró, y mordió sus labios, sabiendo que debía dar muchas explicaciones. —Si tu papá se entera, tengo dos opciones o me asesina o me manda preso —comentó Joaquín observando la cara de angustia que tenía la muchacha. María Paz tembló al tan solo imaginar lo que podría suceder si sus padres se enteraban de que estaba en la habitación de un hotel con Joaquín, sin embargo, ella estaba dispuesta a asumir las consecuencias de sus actos, por lo que regreso a la cama se sentó en frente de él, cruzó sus piernas tal como si fuera a meditar. —Me gustaría ser mayor de edad y no tener que darle cuentas de mi vida a nadie. —¿Vos creés
Cuenca- Azuay, Ecuador. Joaquín abrió sus ojos y estiró su brazo, frunció el ceño al notar que María Paz no estaba, entonces se incorporó y comprobó que aun su bolso y el resto de cosas permanecían en la habitación. Enseguida el joven se puso de pie y la buscó, entonces la encontró en la terraza, y la contempló como si fuera una obra de arte. María Paz miraba desde esa altura la ciudad, bueno en realidad mantenía su vista en el horizonte mientras una bruma de neblina se iba levantando y los rayos del sol abrigaban la urbe. La jovencita estaba envuelta en una frazada y en sus manos sostenía una taza de alguna bebida caliente. El joven colombiano se acercó con lentitud para no asustarla, entonces apreció la bella panorámica de la ciudad, miró como los techos de las casas mostraban tejas elaboradas con arcilla.