¿Me estoy enamorando?
A penas la conozco, es totalmente opuesta a mí en muchos aspectos, pero por alguna razón que desconozco, la necesito.¿Es descabellado?¿O solo estoy obnubilado por la imagen que creo tener de ella?No lo sé.Ahora mismo estoy hecho un verdadero lío.Estamos viendo una película de acción, al parecer nos gustan las mismas escenas de tiros, saltos imposibles y violentas peleas con finales previsibles.—Esta escena me encanta.La observo ponerse de pie, y volver a sentarse sobre su pierna izquierda, agarra un puñado de palomitas y se las mete todas en la boca, no todas entran, y alguna de esas van al suelo, pero ni siquiera les apresta atención.Está absorta en la escena, y yo puedo mirarla a mi antojo.Es preciosa. Me encanta su vitalidad, su entusiasmo y cómo vive lo que ve. Me divierte su ingenuidad, y me fascina como piensa su alocada cabecita.Solo hace unas horas que la conozco mucho más abiertamente, y he de decir que me tiene hipnotizado.«¿Se me está yendo la cabeza?».—Oye, que ya ha acabado la película, ¿por qué me miras así? —pregunta.Ya no aguanto más.No me he abalanzado sobre ella en cuanto ha llegado a mi puerta, porque no quería asustarla ni que pensara que solo quiero de ella su cuerpo, pero ya no quiero ni puedo aguantarme más.Me inclino hacia ella, rodeo mi mano en su fino y delicado cuello, y muy despacio la acerco a mi boca.Y la beso.Un beso lento, suave, sin lujuria ni deseo, lo único que quiero es probarla de nuevo.Pero cuando me separo de ella, está perpleja, y tiene los ojos muy abiertos, ¿que acabó de hacer?—Esto... ¿me disculpas un momento? —pregunta aún jadeando.—Sí, claro.—¿El baño?—Arriba, segunda puerta a la derecha.Sale disparada hacia arriba, y no se detiene hasta que desaparece de mi vista.¿La he asustado?«¡Mierda!».¿Por qué he actuado como un cavernícola, si todo iba tan bien?Tarda lo que me parece una eternidad en volver a bajar. Y cuando lo hace, ni siquiera me mira.Levanta la vista cuando llega al respaldo del sofá, y con un hálito de voz, me dice:—Es tarde, casi ha amanecido, y debería irme a casa.—Chloë.Me dedica una sonrisa, pero esta apenas le llega a los ojos.—Ha sido muy agradable estar aquí. Me ha gustado ver la película contigo, y las palomitas, y todo, pero es hora de acabar con esto —me dice y parece decaída.—¿Qué quieres decir?—Mira, yo ahora mismo no quiero tener nada serio en estos momentos, el amor, bueno, yo no creo mucho en estas cosas, y prefiero seguir como estoy. ¿Lo entiendes, verdad?—Sí, claro.—Vale, de acuerdo entonces.«Actúa, no te quedes ahí parado como un idiota».Se da media vuelta y se dirige hacia la salida.—Chloë —la llamo.—¿Sí?—¿Podemos ser amigos, no?—Por supuesto —dice con una de esas sonrisas que iluminan tanto mi vida como mi corazón—. Me encantaría.Y se va.Se ha ido.Ya no está.—¡Gilipollas!—me riño a mí mismo, y me doy una colleja mental mientras doy vueltas por mi salón—. ¡Pero que gilipollas que eres!Finalmente me dejo caer en el sofá de cuero blanco, donde hace tan solo unos minutos estábamos tan a gusto viendo una película.No tengo remedio.~~~Ha pasado una semana desde que Chloë se fue, o de que yo la cagara con ella mejor dicho.No he tenido ningún contacto con ella, aunque tampoco sabría que decirle después de mi resbalón. Pero he pensado mucho en ello, muchísimo diría yo.No puedo sacármela de la cabeza, y por más que lo intento, no puedo.El teléfono de mi despacho suena, y descuelgo.—¿Sí? Dime, Jerry.—La señorita Donovan está al teléfono, dice que es imperativo que hable con usted.—¿Ha usado esa palabra?—Sí, señor.—Bien. Pásamela, y organiza la reunión de las dos.—Claro señor.Y cuelgo.Dos segundos después vuelve a sonar.—Jared, ¿cómo estás? —me pregunta como si nada.—¿Qué quieres Evelyn?—No puedo preguntar por cómo te van las cosas, ¿de verdad?—No, no puedes. ¿Evelyn, vas a decirme que es lo qué quieres? —repito.—Necesito que pases por la oficina para que firmes unos documentos.—¿Y no puedes enviármelos por mensajero?—¡Jared por Dios! Solo serán unos pocos minutos de tu tiempo, y ni siquiera tenemos porque vernos.Espera.Chloë trabaja allí.Es mi oportunidad de verla sin que parezca que la estoy acechando.—De acuerdo, estaré allí en un rato —le digo al fin.—¿De verdad?—Sí.Vuelvo a colgar.Me levanto de mi silla y en dos zancadas estoy en la mesa de Jerry, mi asistente.—Cancela la reunió de las dos, estaré fuera toda la tarde.—Pero señor Levy, acabo de confirmar con los clientes, ¿de verdad quiere que cancele con ellos? —pregunta confundido por mi cambio de rumbo.—Sí —digo sin más—. Diles que me ha surgido algo de último momento.—Cómo usted quiera, pero...Pero no dice nada más, coge el teléfono para llamar al cliente, y yo aprovecho para irme.No tengo tiempo que perder.Chloë podría irse a comer, y yo tengo que llegar antes de que eso pase.«No soy un acosador, de verdad, solo lo parezco».No corro, pero tampoco voy como si no tuviera ninguna prisa.Al llegar a la oficina de Evelyn, esta me está esperando como si fuera a una gala del MET, lleva uno de esos vestidos que suele llevar con brillantes, o engarzados con diamantes o alguna que otra joya de las que fabricamos aquí. Es rojo, vistoso, y aprisionado en su cuerpo de sirena, aunque este ya no me impresiona como antes, ya no.—Jared, que gusto verte —me dice todo sonrisas.¿En que mundo paralelo vive?—Hola Evelyn, ¿donde están esos papeles? —la corto.—Aquí, ven —dice dejando a un lado la estela de buen rollo—. Están en la mesa.Me acerco rodeando el lugar donde ella se encuentra, porque no quiero que se tome la libertad de tocarme sin mí consentimiento, pues aprovecha cualquier oportunidad para intentar un acercamiento.—¿Qué es esto?—Son los contratos de los nuevos empleados que contraté la semana pasada.—¿Y para qué necesitas mi firma, si ya los has contratado sin consultármelo? —le pregunto aunque tampoco es que me importe.Entonces siento su mano en mi hombro, se pega a mí como si tuviera algún derecho, y me coge de la cara obligándome a mirarla.—Te quiero, Jared —susurra.La aparto de mí con desprecio, y me alejo, pero no lo suficientemente rápido como para que me alcance cogiéndome por el cuello de la camisa, y pegue sus labios a los míos.Consigo zafarme de ella y...—¿Jared?Me giro despacio, como a cámara lenta, para descubrir lo que mis oídos han captado antes.Chloë me mira con ojos absolutamente abiertos, y la carpeta que llevaba en las manos, está ahora desparramada por el suelo.«¡No! No es así como quería que fueran las cosas al venir aquí».—Jared —dice Evelyn—. ¿De que conoces a mi asistente?—Ahora no, Evelyn.—Pero Jared...Me giro hacia mi ex interrumpiendo lo que iba a decir.—¡Evelyn. He dicho que ahora no! —le grito.Cuando vuelvo a mirar a la que realmente me interesa, esta ya no está.¿A donde se ha ido?«¡Mierda!».—No vuelvas a llamarme, no me vuelvas a hablar, ni siquiera me mires si nos cruzamos por el mismo pasillo —le grito todo lo que quiero que entienda de una vez por todas—. Evelyn, hemos terminado, y jamás volveré contigo. Métetelo en esa cabecita tuya de una m*****a vez. ¡Se acabó!Y con esas salgo corriendo en busca de mi chica.¡No me lo puedo creer!Hace una semana me besaba como si quisiera, no sé, hacerme un altar, y cuando le rechazo, vuelve corriendo a los brazos de su ex.¿Entendéis mejor ahora por qué huyo del amor?Es un estúpido, un cretino, un sinvergüenza, es... ¡Dios!¡Cómo te odio, Jared Levy!—Oye Chloë, el jefe está por aquí, ¿por qué no vienes a conocerlo? —me pregunta Becky.—Ya lo conozco.—¡¿Ah, sí?!—Sí, Jared Levy ya no es un misterio para mí.—No te entiendo —me dice la pobre, no tiene ni idea de cual es nuestra historia.Si es que alguna vez tuvimos una.No he parado de pensar en la posibilidad de tener algo con Jared Levy, algo serio.Mandar a la mierda eso de las normas —que yo misma me impuse— y darle una oportunidad a eso que llaman "amor", pero, después de esto, nunca, jamás, volveré a confiar en nadie.Seguramente lo que él quería era repetir lo de aquella primera vez en su casa, y sacarse esa espinita antes de volver con su ex.Pero a mí, este no me la juega dos veces.—Señor L
Evelyn se ha pasado todo la semana intentando dinamitar mi relación con Jared Levy hablándome pestes de él, pero esa «relación» no existe, aunque ella se empeñe en creer que sí.Me encuentro en mi despacho mirando a la nada, cuando oigo unos golpes en la puerta.Esta se abre, y aparece la cabeza de Susan.—¿Molesto? —pregunta con cautela.—No, que va. Pasa.—¿Cómo estás? No te he visto mucho esta semana.—Bien —le digo con una gran sonrisa. Aunque bastante forzada, la verdad—. He estado trabajando mucho.Me mira con la cabeza ladeada, y siento que no me cree. Pero no dice nada.—Bueno, una semana pasa volando —me dice mientras se sienta.—Sí, lo cierto es que ni me he dado cuenta.—Evelyn se ha ido ya —dice, pero no entiendo por qué a mí—. Podemos hablar, yo, no quería que nos pudiera oír, por eso vengo ahora.¿A que se debe tanto misterio?—Tú dirás —la animo.—Pues verás —empieza—. Yo no sé qué clase de relación tienes con el jefe, el señor Levy. Y tampoco es de mi incumbencia pero,
Chloë, Chloë, Chloë.¿Qué voy a hacer contigo?Lleva gafas de pasta, imagino que son para leer porque no las lleva normalmente, aunque le quedan de vicio.Es sexi, y fascinante, a partes iguales.Me estoy aguantado, y mucho, las ganas de besarla con ellas puestas.Encima va vestida para matar.Lleva un mono negro, con la parte superior de encaje y tirantes anchos.Este se le pega al cuerpo como una segunda piel. Y no puedo evitar imaginarme, lo que habría debajo si se lo quitase.«Dios, ayúdame, y no me dejes caer en la tentación».Me alejo de ella lo bastante, para no sucumbir al placer de la carne.Y me doy la vuelta para no seguir imaginándome cosas.—¿Jared?—¿Qué haces aquí tan tarde, Chloë? —le digo con la voz ronca por el deseo mientras finjo hacer algo.—Recoger unos documentos para mañana. Ev... —no termina de nombrar a «Bloody Mary», no sea que aparezca.—¿Y en la oficina? No creo que te lleve tanto tiempo recoger unos papeles —digo con retintín al darme la vuelta y mirarla
Estoy desesperada.Necesito tenerlo cuanto antes dentro de mí, y así se lo hago saber.—¡Fóllame, ahora!—Chloë, ¿es eso lo que quieres? —pregunta.¿Quiere hacerme suplicar?—Sí.—Creía que querías hablar de cosas serias, ¿es que ya no quieres?«¡Cabrito!».Así es como están las cosas, ¿eh? ¿Esto va de quien de los dos tiene el poder?Pues a eso podemos jugar los dos.Lo aparto de un empujón, y de alguna manera consigo girar las tornas y ponerlo contra la mesa.¿Quieres jugar, Jared Levy?Pues juguemos.Le hago un repaso de arriba abajo.—No te muevas —le ordeno.Intenta tocarme, pero le doy un toque en la mano, como cuando un niño quiere coger una galleta recién salida del horno, y su mamá le advierte de que aún no puede.Pues yo soy ahora esa galleta.No le voy a permitir que me toque, hasta que aprenda una lección muy valiosa.Y es: qué conmigo no se juega.—No vas a tocarme hasta que yo te diga que puedes hacerlo, ¿lo has entendido?—Claro como el agua —me contesta con esa sonrisa
—No tiene gracia —se queja, pero con una sonrisa—. Dame mis braguitas. Finjo buscarlas y niego con la cabeza, entonces, las saco del bolsillo. —¿Estás? Son mías. —¿Tuyas? —Sí, mías. Las colecciono. Va en busca de su mono, y lo recoge de la silla donde lo he dejado doblado. La ayudo a ponérselo. —¿Y tienes muchas de estas? No sería verdad, pero tengo la sensación por su mirada, de que si digo que sí me las comeré. —No, de hecho, empecé la colección el día en que te conocí —confieso. «Eso sí que es verdad». Creo saber también por cómo sonríe, que eso le ha gustado. —Esta es la segunda de muchas —le doy una palmada en el culo cuando termina de vestirse—. ¿Me ayudarás a conseguir más? No contesta, pero la idea le parece bien. —Por cierto —le cojo la cara con ambas manos—. No hemos aclarado nada todavía. Y le doy un piquito. —¿Aclarar el qué? —Me dijiste que querías hablar —le digo y ella abre mucho los ojos. —¡Ah, eso! —Te llevo a casa y, ¿lo hablamos por el camino? —l
Jared Levy está en mi casa, en mi ducha, y poniéndose jabón en las manos para lavarme.¿A qué es lo más erótico que habéis escuchado nunca?Una de mis reglas era no traer hombres a casa, y he roto esa regla por él a la primera de cambio.Aunque ya puestos, también he roto la regla de no repetir con el mismo tipo, esta tarde en su oficina. Y la semana pasada rompí la de no confraternizar con el sexo opuesto yendo a cenar o al cine, y la semana pasada vi una película en el sofá de su casa, con palomitas y todo.¿Qué me está pasando?—Pásame el champú que usas para el pelo —me pide, y yo sé lo doy.Se pone un poco en la palma de la mano, y me lava la cabeza con este.No soporto estar quieta sin hacer nada cuando él esta haciendo todo el trabajo, por eso cojo el gel, y le limpio el pecho con él, pasando mis manos por sus hombros anchos y sus fuertes brazos, en los cuales tiene varios tatuajes tribales, luego bajo mis manos por su abdomen plano y duro al tacto, y esa v que tanto me gusta.¿
He pasado todo el fin de semana con ella. El sábado por la tarde me marché de su casa para ir a la mía y recoger algo de ropa, pero después de una hora y media, ya volvía a estar en sus brazos, y digo sus brazos porque allí es el único lugar donde he querido estar desde que la conocí.Y nos hemos pasado esos dos días metidos en la cama.—¡Dios! Eres insaciable —me dice bajándose de encima de mí.—Me tienes embrujado, que le voy a hacer —me defiendo cogiéndola de la mano para que no se vaya—. Vuelve a la cama.—No podemos. Son las siete y media, y en una hora tengo que estar en la oficina, y tú en la tuya, ¿recuerdas?Lo había olvidado, es lunes y lo bueno se ha acabado ya.Me dejo caer hacia atrás sobre la almohada, y pongo mis manos sobre esta.La observo desnudarse, y se me pone dura al instante.«Estoy obsesionado con poseerla, a todas las putas horas del día».—¿Vienes a la ducha? —me pregunta llamando mi atención.—!Gracias, Dios!De un salto salgo de la cama, y voy tras ella.—Ti
Estoy en una nube, una nube dulce y esponjosa.Me siento plena, feliz.Jamás pensé que esto pudiera pasarme a mí, yo enamorada, quien lo diría.Pero no puedo negar lo evidente.Jared Levy a conseguido lo que no creí que fuera para mí, encontrar el amor ya no es un cuento chino.Y ya no puedo eludir lo que siento por él.Tengo ganas de verlo, de estar con él a todas horas, de pasar mis días junto a él.Y eso me asusta.Mucho.Ya que Jared Levi podría hacerme mucho daño si le dejo.—Tierra llamando a Chloë.La voz de Susan me despierta de mis fantasías.—Hola —dice pasando su mano por mi cara.—Hola Su, perdona, pensaba en mis cosas.—¿Y esas cosas tienen nombre y apellido? —me pregunta con una gran sonrisa.—No te entiendo.Sí lo hago, pero es más fácil hacerse la tonta.Susan se deja caer en la silla que hay frente a mí, y apoya los codos en esta para taladrarme con la mirada.—Haber niña, que no me caí de un guindo anoche. Que desde que has entrado por la puerta esta mañana, no has p