La conversación entre Allison y Franklin se tornó más oscura a medida que la tarde se desvanecía en la noche. Ellos delinearon su plan con meticulosa atención al detalle, asegurándose de que cada movimiento fuera calculado para infligir el máximo impacto sin dejar rastro alguno. Por supuesto, Franklin dejó claro que esperaba que Isabella sufriera lo suficiente para perder a ese bebé que crecía en su vientre, más no para matarla a ella. De mala gana, Allison aceptó. —Debemos ser cuidadosos, Franklin. Si alguien descubre nuestra conexión, todo se vendrá abajo —advirtió Allison con su mirada cautelosa. —No te preocupes por eso —respondió Franklin, su voz en un susurro conspirador—. He cubierto nuestras huellas. Nadie sospechará de nosotros~ —añadió sonriendo malicioso. El reloj marcaba las 6:00 p.m… Cuando finalmente se pusieron de pie. Allison recogió su bolso y se dirigió hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, Franklin la detuvo con una mano en su brazo. —¡¿Y
—¿Vas a salir, Jay…? —preguntó ella confundida. Antes de que Jameson dijera algo, su hermana menor, Lilian Howard, ingresó a ese salón ya que aún estaba en el balcón, se acercó a Isabella y le susurró al oído: —Después seguiremos la charla sobre ese par y tus sospechas. Isabella asintió con una sonrisa amigable. Seguidamente, Lilian se retiró y tras el sonido de la puerta al cerrarse, ese CEO volvió a ver a su esposa. —¿Qué fue eso de recién? —preguntó Jameson alzando una ceja. —Cosas de mujeres, mi amor~ —sonrió Isabella. "Aún no sé si solo era mi imaginación o si realmente ocurre algo. Molestar a Jameson no sería lo correcto… Tal como dice Lili, mejor investigar más del tema" Pensó Isabella, para segundos después acercarse hacia su esposo y apoyar sus manos con cariño en los hombros de ese elegante hombre. —¿A dónde va usted tan guapo, CEO Howard?~ —le preguntó Isabella en un tono coqueto. —Voy a reunirme con alguien. Un conocido detective —le admitió él seriame
Jameson acariciaba el cabello pelirrojo de Isabella con ternura, mientras ella se aferraba a él, encontrando consuelo en su presencia. —Seré más cuidadoso contigo, mi amor. No tienes que forzarte con mi madre. Es más… Preferiría que no seas tan cercana a ella. Isabella se sorprendió ante las palabras de su esposo. —¿Por qué…? —le preguntó ella confundida. —¿Todavía lo preguntas?, terminé con Allison y al parecer eso no agradó en lo absoluto a la familia de ella, ni a mi madre que es cercana a ellos. No quiero que intenten algo en tu contra o la de nuestro hijo. —O hija —le recalcó Isabella a Jameson—. Siempre hablas como si fuera niño… También puede ser una niña~ —sonrió ella más animada. Jameson le devolvió la sonrisa. —No siempre. Sé que puedo tener a una princesa~ si es niña me encantaría que se parezca a ti. No hay mujer más hermosa en el mundo que tú~ —susurró él con cariño pegando su frente en la de Isabella. —Jaja~ que no soy tan linda… —se sonrojó ella, aleján
Más tarde esa noche. Jameson y su esposa Isabella, llegaron a un elegante y exclusivo restaurante en la ciudad, donde él se reuniría con el detective privado que contactó. La gerente del local de inmediato saludó al CEO Howard, al cual había visto en varias ocasiones, pues los dueños tenían negocios con Imperial World Travel. La mujer guío a Jameson al sector vip de clientes exclusivos, donde ya estaba esperando el hombre en sus cuarenta años, que era uno de los mejores detectives. —Es un placer, señor Howard —extendió su mano en un saludo cordial, el detective rubio, vestido con un traje beige. Para segundos después saludar también a Isabella haciendo un comentario educado y halagador a la hermosa mujer pelirroja. La atmósfera estaba cargada de misterio y tensión, mientras ese hombre comenzaba a tomar nota de las instrucciones de Jameson. Isabella observaba con curiosidad y preocupación, preguntándose qué tenía en la mente su esposo y qué lo impulsaba a tales extremos… Hast
Jameson posó su mirada azul en la de Isabella, la expresión de él era un reflejo de la tormenta que se desataba en su interior. La atmósfera se cargó de una tensión palpable, con un denso silencio que los envolvió. —Isabella, no puedo simplemente ignorar lo que está sucediendo —le recalcó Jameson, finalmente con voz firme—. No cuando podría estar en juego tu bienestar… nuestro bienestar —añadió él seriamente. Isabella retiró sus manos de los brazos de Jameson y dio un paso atrás, su rostro era un lienzo de emociones encontradas. —¿Y qué hay de nuestro bienestar ahora? —replicó ella—. ¿No ves que esta obsesión tuya por descubrir la verdad solo nos está llevando a más dolor? ¿No es suficiente con lo que ya hemos pasado? —le preguntó ella un poco cabizbaja, queriendo únicamente disfrutar de su amor con ese hombre ahora. Pero para el CEO Howard, no era tan simple. Jameson cerró los ojos por un momento, como si buscara la fuerza para enfrentar las palabras de Isabella. Al a
El mundo a su alrededor parecía desvanecerse mientras Jameson se inclinaba lentamente hacia ella, anhelando el contacto con los labios de esa hermosa y sensual mujer pelirroja. La cercanía de sus alientos y el roce de sus cuerpos avivaban una pasión como llamas que crecían en intensidad. Isabella comenzó a sentir las caricias de esas manos masculinas recorriendo su cuerpo, subiendo la falda de su vestido dorado e inmiscuyéndose en su interior, tocando sus piernas con deseo. —Ah~ Jay… No aquí… —susurró ella en un leve suspiro, cerrando los ojos, entregándose a la sensación de deseo y anhelo por más… Mucho más. En ese instante, Jameson anuló la distancia que los separaba, desatando una oleada de emociones intensas con el roce de sus bocas. Con movimientos feroces, sus labios se encontraron en una danza apasionada, desatando un deseo ardiente que los consumía. Saboreándose mutuamente. Isabella con los ojos cerrados se aferró a ese hombre al que tanto amaba, sintiendo que perdía
Ante el pedido casi desesperado de Isabella a su esposo, Jameson se apartó de ella comenzando a desvestirse, quitándose las prendas de su parte superior. Isabella mordiendo levemente su labio inferior lo miraba con unas ardientes ganas de tocarlo, sentirlo… Hacerlo suyo y que él la haga suya. Ella se sentó en el cómodo sillón de esa limusina quedando frente a él y comenzó a ayudarlo, él se sorprendió por un instante, pero tras una sonrisita cómplice, la dejó continuar. Isabella hizo lanzado el cinturón y seguidamente desabrochó el pantalón de ese CEO y bajó el cierre. —Cariño, ¿no estás yendo demasiado ra- —¡No! —lo interrumpió Isabella, que tras una coqueta expresión, metió su mano en el interior del boxer de él. Un suspiro escapó de ese hombre, que de un pronto a otro, ahora era él quién estaba gozando y ella encimándolo. Isabella se subió sobre Jameson quedando sentada encima de él, con una pierna a cada lado, la hermosa mujer pelirroja estaba desnuda a excepción de su
Media hora más tarde. La bella mujer de cabello rubio largo, se encontraba sentada en una silla cercana a la piscina interna de la elegante mansión. Esto después de haber nadado un poco. Los rayos de luz del atardecer se filtraban por una de las paredes de cristal que mostraba un sector del jardín oeste de esa terreno. Sus ojos grises claros viendo atentamente la pantalla de su móvil, había recibido algunos mensajes de su amante, Nicholas. En ese instante escuchó un sonido fuerte que llamó por completo su atención, la bella Christina Harris volvió a ver al sector de la entrada. Los pasos apresurados de ese imponente hombre de cabello oscuro rizado que se acercaba a ella. —¡Christina! —exclamó Franklin frunciendo el ceño. La mujer rubia en traje de baño color azul marino, se levantó de la silla dejando ahí su teléfono móvil y su toalla de baño. —¿Qué haces aquí tan temprano, Fran- —¡¿Cómo pudiste ser tan m*ldita de meterte con mi hermano?! —la interrumpió Fr