Más tarde esa noche. Jameson y su esposa Isabella, llegaron a un elegante y exclusivo restaurante en la ciudad, donde él se reuniría con el detective privado que contactó. La gerente del local de inmediato saludó al CEO Howard, al cual había visto en varias ocasiones, pues los dueños tenían negocios con Imperial World Travel. La mujer guío a Jameson al sector vip de clientes exclusivos, donde ya estaba esperando el hombre en sus cuarenta años, que era uno de los mejores detectives. —Es un placer, señor Howard —extendió su mano en un saludo cordial, el detective rubio, vestido con un traje beige. Para segundos después saludar también a Isabella haciendo un comentario educado y halagador a la hermosa mujer pelirroja. La atmósfera estaba cargada de misterio y tensión, mientras ese hombre comenzaba a tomar nota de las instrucciones de Jameson. Isabella observaba con curiosidad y preocupación, preguntándose qué tenía en la mente su esposo y qué lo impulsaba a tales extremos… Hast
Jameson posó su mirada azul en la de Isabella, la expresión de él era un reflejo de la tormenta que se desataba en su interior. La atmósfera se cargó de una tensión palpable, con un denso silencio que los envolvió. —Isabella, no puedo simplemente ignorar lo que está sucediendo —le recalcó Jameson, finalmente con voz firme—. No cuando podría estar en juego tu bienestar… nuestro bienestar —añadió él seriamente. Isabella retiró sus manos de los brazos de Jameson y dio un paso atrás, su rostro era un lienzo de emociones encontradas. —¿Y qué hay de nuestro bienestar ahora? —replicó ella—. ¿No ves que esta obsesión tuya por descubrir la verdad solo nos está llevando a más dolor? ¿No es suficiente con lo que ya hemos pasado? —le preguntó ella un poco cabizbaja, queriendo únicamente disfrutar de su amor con ese hombre ahora. Pero para el CEO Howard, no era tan simple. Jameson cerró los ojos por un momento, como si buscara la fuerza para enfrentar las palabras de Isabella. Al a
El mundo a su alrededor parecía desvanecerse mientras Jameson se inclinaba lentamente hacia ella, anhelando el contacto con los labios de esa hermosa y sensual mujer pelirroja. La cercanía de sus alientos y el roce de sus cuerpos avivaban una pasión como llamas que crecían en intensidad. Isabella comenzó a sentir las caricias de esas manos masculinas recorriendo su cuerpo, subiendo la falda de su vestido dorado e inmiscuyéndose en su interior, tocando sus piernas con deseo. —Ah~ Jay… No aquí… —susurró ella en un leve suspiro, cerrando los ojos, entregándose a la sensación de deseo y anhelo por más… Mucho más. En ese instante, Jameson anuló la distancia que los separaba, desatando una oleada de emociones intensas con el roce de sus bocas. Con movimientos feroces, sus labios se encontraron en una danza apasionada, desatando un deseo ardiente que los consumía. Saboreándose mutuamente. Isabella con los ojos cerrados se aferró a ese hombre al que tanto amaba, sintiendo que perdía
Ante el pedido casi desesperado de Isabella a su esposo, Jameson se apartó de ella comenzando a desvestirse, quitándose las prendas de su parte superior. Isabella mordiendo levemente su labio inferior lo miraba con unas ardientes ganas de tocarlo, sentirlo… Hacerlo suyo y que él la haga suya. Ella se sentó en el cómodo sillón de esa limusina quedando frente a él y comenzó a ayudarlo, él se sorprendió por un instante, pero tras una sonrisita cómplice, la dejó continuar. Isabella hizo lanzado el cinturón y seguidamente desabrochó el pantalón de ese CEO y bajó el cierre. —Cariño, ¿no estás yendo demasiado ra- —¡No! —lo interrumpió Isabella, que tras una coqueta expresión, metió su mano en el interior del boxer de él. Un suspiro escapó de ese hombre, que de un pronto a otro, ahora era él quién estaba gozando y ella encimándolo. Isabella se subió sobre Jameson quedando sentada encima de él, con una pierna a cada lado, la hermosa mujer pelirroja estaba desnuda a excepción de su
Media hora más tarde. La bella mujer de cabello rubio largo, se encontraba sentada en una silla cercana a la piscina interna de la elegante mansión. Esto después de haber nadado un poco. Los rayos de luz del atardecer se filtraban por una de las paredes de cristal que mostraba un sector del jardín oeste de esa terreno. Sus ojos grises claros viendo atentamente la pantalla de su móvil, había recibido algunos mensajes de su amante, Nicholas. En ese instante escuchó un sonido fuerte que llamó por completo su atención, la bella Christina Harris volvió a ver al sector de la entrada. Los pasos apresurados de ese imponente hombre de cabello oscuro rizado que se acercaba a ella. —¡Christina! —exclamó Franklin frunciendo el ceño. La mujer rubia en traje de baño color azul marino, se levantó de la silla dejando ahí su teléfono móvil y su toalla de baño. —¿Qué haces aquí tan temprano, Fran- —¡¿Cómo pudiste ser tan m*ldita de meterte con mi hermano?! —la interrumpió Fr
—Jay, justo hablaba de ti con Evy~ —sonrió Isabella acercándose a su esposo y aferrándose a su brazo, con cariño. —Espero que no sea algo malo —le dijo él en un tono de voz animado. Viendo hacia Evelyn que se acercaba tomando de la mano a su hija de 5 años. —¿Has traído la silla de seguridad, para Rose? —le preguntó Evelyn que quedó en visitar esa noche a Isabella en la mansión de ese CEO, aprovechando que estaban en la semana que doña Dayan no se quedaba en la mansión. Por supuesto, Evelyn no quería tener que lidiar con la odiosa suegra de Isabella. —Sí. No lo olvidaría —le respondió Jameson tomando de la mano a Isabella y caminando junto a ella al sector donde estaba su auto estacionado. Una vez llegaron al vehículo, él abrió la puerta para Isabella y ella subió. Justo cuando Jameson iba a cerrar, recibió una llamada telefónica de Adrián, su primo. Él respondió de mala gana. Ahora sí, cerrando la puerta. —Estoy ocupado Adrián. Más te vale que sea urgente y habla
Esa noche en la mansión del CEO Howard. Evelyn e Isabella se encontraban en la sala de estar, susurros de confidencias flotando en el aire. La cena había sido un evento elegante, pero Isabella no podía evitar la inquietud que la embargaba. —Evy ¿alguna vez te has sentido atrapada en una red de coincidencias? —preguntó Isabella, jugueteando con el borde de su copa con ponche sin alcohol. Evelyn la miró con curiosidad. —¿A qué te refieres, Isa? —Jameson y yo vamos a Nueva York por la convención de turismo —continuó Isabella—. Pero Franklin también estará allí. Hoy ví un anuncio. Él se va a divorciar y es… Temo que intente algo loco. Evelyn se sorprendió. Franklin, el hombre que había roto el corazón de Isabella y hecho de su vida un desastre tan solo hace unos meses atrás. Ahora, con su posible divorcio recién anunciado, su presencia en el mismo evento, era como un fantasma del pasado. Antes de que Evelyn pudiera responder, un ruido resonó desde el vestíbulo. Las dos m
Isabella solo veía la escena en total silencio sin poder creer lo que estaba haciendo Franklin ni qué pasaba por la cabeza de ese ex prometido. "Si Franklin busca medidas extremas y él está envuelto con Allison… Entonces…" Pensó Isabella inquieta. —Jay mi amor… No quiero ser atendida en el hospital de los Thompson —interrumpió Isabella la conversación de esos dos hombres, posando su mano sobre su vientre—. Llévame a otro lugar o me iré yo misma a otro. —¿Qué tiene que ver eso con- —¡Cállate Adrián! —interrumpió Jameson a su primo y se acercó rápidamente hacia su amada esposa—. Isabella, los Thompson tienen décadas en la industria de la medicina. No hay hospital mas preparado y confiable que el central de ellos. Llevamos décadas trabajando de la mano… No puedo simplemente sacarte por una "sensación" o algo que "creíste haber visto"… Sabes que te amo. Pero en estos momentos- —¡NO IRÉ! —interrumpió ella enojada a su esposo. —Isa, tienes que- Isabella se levantó de la sil