Media hora más tarde. La bella mujer de cabello rubio largo, se encontraba sentada en una silla cercana a la piscina interna de la elegante mansión. Esto después de haber nadado un poco. Los rayos de luz del atardecer se filtraban por una de las paredes de cristal que mostraba un sector del jardín oeste de esa terreno. Sus ojos grises claros viendo atentamente la pantalla de su móvil, había recibido algunos mensajes de su amante, Nicholas. En ese instante escuchó un sonido fuerte que llamó por completo su atención, la bella Christina Harris volvió a ver al sector de la entrada. Los pasos apresurados de ese imponente hombre de cabello oscuro rizado que se acercaba a ella. —¡Christina! —exclamó Franklin frunciendo el ceño. La mujer rubia en traje de baño color azul marino, se levantó de la silla dejando ahí su teléfono móvil y su toalla de baño. —¿Qué haces aquí tan temprano, Fran- —¡¿Cómo pudiste ser tan m*ldita de meterte con mi hermano?! —la interrumpió Fr
—Jay, justo hablaba de ti con Evy~ —sonrió Isabella acercándose a su esposo y aferrándose a su brazo, con cariño. —Espero que no sea algo malo —le dijo él en un tono de voz animado. Viendo hacia Evelyn que se acercaba tomando de la mano a su hija de 5 años. —¿Has traído la silla de seguridad, para Rose? —le preguntó Evelyn que quedó en visitar esa noche a Isabella en la mansión de ese CEO, aprovechando que estaban en la semana que doña Dayan no se quedaba en la mansión. Por supuesto, Evelyn no quería tener que lidiar con la odiosa suegra de Isabella. —Sí. No lo olvidaría —le respondió Jameson tomando de la mano a Isabella y caminando junto a ella al sector donde estaba su auto estacionado. Una vez llegaron al vehículo, él abrió la puerta para Isabella y ella subió. Justo cuando Jameson iba a cerrar, recibió una llamada telefónica de Adrián, su primo. Él respondió de mala gana. Ahora sí, cerrando la puerta. —Estoy ocupado Adrián. Más te vale que sea urgente y habla
Esa noche en la mansión del CEO Howard. Evelyn e Isabella se encontraban en la sala de estar, susurros de confidencias flotando en el aire. La cena había sido un evento elegante, pero Isabella no podía evitar la inquietud que la embargaba. —Evy ¿alguna vez te has sentido atrapada en una red de coincidencias? —preguntó Isabella, jugueteando con el borde de su copa con ponche sin alcohol. Evelyn la miró con curiosidad. —¿A qué te refieres, Isa? —Jameson y yo vamos a Nueva York por la convención de turismo —continuó Isabella—. Pero Franklin también estará allí. Hoy ví un anuncio. Él se va a divorciar y es… Temo que intente algo loco. Evelyn se sorprendió. Franklin, el hombre que había roto el corazón de Isabella y hecho de su vida un desastre tan solo hace unos meses atrás. Ahora, con su posible divorcio recién anunciado, su presencia en el mismo evento, era como un fantasma del pasado. Antes de que Evelyn pudiera responder, un ruido resonó desde el vestíbulo. Las dos m
Isabella solo veía la escena en total silencio sin poder creer lo que estaba haciendo Franklin ni qué pasaba por la cabeza de ese ex prometido. "Si Franklin busca medidas extremas y él está envuelto con Allison… Entonces…" Pensó Isabella inquieta. —Jay mi amor… No quiero ser atendida en el hospital de los Thompson —interrumpió Isabella la conversación de esos dos hombres, posando su mano sobre su vientre—. Llévame a otro lugar o me iré yo misma a otro. —¿Qué tiene que ver eso con- —¡Cállate Adrián! —interrumpió Jameson a su primo y se acercó rápidamente hacia su amada esposa—. Isabella, los Thompson tienen décadas en la industria de la medicina. No hay hospital mas preparado y confiable que el central de ellos. Llevamos décadas trabajando de la mano… No puedo simplemente sacarte por una "sensación" o algo que "creíste haber visto"… Sabes que te amo. Pero en estos momentos- —¡NO IRÉ! —interrumpió ella enojada a su esposo. —Isa, tienes que- Isabella se levantó de la sil
9: 30am. Allison Thompson salió del consultorio, el aroma a desinfectante se podía oler en todo el camino, uno que ella odiaba, luego de pasar meses en esas instalaciones, tratando el cáncer que una vez tuvo. El hospital, con sus luces fluorescentes y largos pasillos blancos, siempre la hacía sentir atrapada. Con el teléfono en su mano hablaba con su padre don Richard Thompson. Mientras se dirigía al estacionamiento. Allison apretó los labios. Su padre era el dueño del hospital, y su influencia se extendía por cada rincón del ámbito médico del Estado de Miami. —Jameson dejará de llevar a su esposa, Isabella, a nuestro hospital para su atención prenatal. Él parecía realmente serio en la decisión, ¿tienes idea lo perjudicial que sería para nosotros perder a nuestro mayor cliente? —se quejaba don Richard con un tono de voz que mostraba su preocupación y molestia—. ¿Qué has hecho, Allison?, espero que no estés involucrada en su decisión. Allison se congeló, nerviosa. ¿Cómo p
•••••••••• En ese mismo momento, pero en la oficina del CEO Jameson Howard en Imperial World Travel. Los muebles elegantes de caoba y los diplomas enmarcados, creaban un ambiente de seriedad y prestigio en la oficina. Jameson se encontraba detrás de su escritorio, absorto en la pantalla de su computadora, cuando su madre, doña Dayan, irrumpió sin previo aviso. —¡Señora Howard, le dije que no podía entrar! —alzó la voz a distancia la secretaria. —¡Tú cállate! ¡No eres nadie para hablarme así! —gritó la mujer fríamente. ¡CLANK! Sonó el portazo, cuando ella ingresó, quedando a solas con su hijo. —Jameson —dijo doña Dayan, con voz firme—, necesitamos hablar sobre Isabella. Jameson suspiró, apartando la mirada de la pantalla. Doña Dayan, su madre, siempre tenía una manera de aparecer en los momentos menos oportunos y de las formas más llamativas. —Madre, no tengo tiempo para esto ahora. Estoy trabajando, por favor, vete. —¿Ocupado? —cruzó los brazos la mujer madura, impo
—También sé… Que fuiste tú la que la hizo vivir un infierno por 3 años. Antes de que ella trabaje para Franklin —le dijo fríamente, el CEO Jameson Howard a su madre. Doña Dayan retrocedió, impactada por las palabras de su hijo. La elegante oficina se llenó de un silencio denso, roto solo por el sonido de la respiración agitada de ambos. Jameson se levantó nuevamente de su silla y se acercó lentamente a su madre, con los ojos llenos de una mezcla de furia y dolor. —Todo este tiempo, he vivido con el peso de tu manipulación y crueldad. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Isabella? —susurró Jameson con voz temblorosa, luchando por contener la ira en su interior. Doña Dayan, intentó articular palabras, pero solo consiguió balbucear incoherentemente. Ella finalmente, reunió sus fuerzas y miró a su hijo con ojos llenos de lágrimas… Por supuesto, lágrimas falsas. —Jameson, cariño, debes comprender que hice lo que creí mejor para ti. Isabella no era adecuada para ti, eras tan joven entonces
En ese espacioso jardín, donde la brisa acariciaba el rostro de ese CEO. El teléfono celular de Jameson sonó y al ser atendido, la voz de Adrián resonó con urgencia. —Todo está listo para el viaje —dijo Adrián con cautela—. Hablé con Franklin; no sospecha nada. Jameson exhaló, sintiendo el peso de la responsabilidad. —Lo has hecho bien, gracias, Adrián. —No agradezcas, hermano~ trato de ganar puntos contigo luego de perder tu confianza jaja~ —No digas tonterías. Si no confiara en ti, jamás te hubiera dado una oportunidad al saber tus planes con Franklin —le recordó Jameson. —Es cierto… —susurró Adrián— Franklin perdió a un gran amigo. Es un estúpido~ Jameson Howard sonrió y tras despedirse, colgó el teléfono y miró hacia la casa, donde Lilian e Isabella comenzaban a ingresar. ……. Minutos más tarde. Jameson entró en la sala y se acercó a Lilian Howard. Ella giró la cabeza hacia él, sus ojos llenos de comprensión. —Lili —dijo Jameson, su voz más suave de lo