—¡¿Por qué tuviste que hacerlo?! ¡Eres un irresponsable! —exclamó la madre de Isabella, doña Johanna Williams, que estaba furiosa siguiendo a su esposo luego de una salida que tuvieron. Isabella al escuchar el escándalo se levantó de su silla y se dirigió a la sala de la hermosa casa de tres plantas en las afueras de la ciudad. Una bella propiedad que recientemente su padre había terminado de pagar. —¡Yo no lo hice!, ellos mismos probablemente robaron y ahora intentan culparme a mí, Johanna. Deberías estar del lado de tu marido y no con ese montón de idiotas que quiere perjudicarnos —hablaba don Matteo Williams, un hombre en sus cincuenta años, que ejercía de contador, llevando el sustento a su esposa e hija. —¡Sabes que la beca de Isabella no es completa! ¡Ella no va a dejar su carrera en esa prestigiosa universidad, cuando ya va avanzada!, buscaremos un buen abogado y esperaremos que… —las palabras de doña Johanna se interrumpieron cuando vieron a su hija observando a dis
Jameson observó a Isabella, su corazón latía con fuerza ante la vulnerabilidad de la mujer pelirroja que amaba con toda su alma. Se acercó lentamente a ella y con un gesto tierno, le secó las lágrimas del rostro. —Isabella, no tienes que pedir perdón —dijo él con voz suave—. El amor que sentí por ti nunca se apagó realmente, solo estaba herido. Ahora entiendo que te viste obligada por motivos nobles, aunque me hubiera gustado que confiaras más en mí y me contaras la verdad. Isabella levantó la mirada hacia él, sus ojos reflejaban el miedo y la esperanza de ser perdonada. Ella se lanzó a los brazos de su amado, abrazándolo con fuerza. —Jay, te prometo que nunca más ocultaré nada, y menos situaciones tan sensibles como estas —susurró ella con una voz quebradiza. Jameson correspondió el abrazo de Isabella, estando ambos aún en la cama sentados y completamente desnudos, sellando su promesa con un beso lleno de pasión y perdón. En ese momento, ambos sabían que su amor era más gra
La conversación entre Allison y Franklin se tornó más oscura a medida que la tarde se desvanecía en la noche. Ellos delinearon su plan con meticulosa atención al detalle, asegurándose de que cada movimiento fuera calculado para infligir el máximo impacto sin dejar rastro alguno. Por supuesto, Franklin dejó claro que esperaba que Isabella sufriera lo suficiente para perder a ese bebé que crecía en su vientre, más no para matarla a ella. De mala gana, Allison aceptó. —Debemos ser cuidadosos, Franklin. Si alguien descubre nuestra conexión, todo se vendrá abajo —advirtió Allison con su mirada cautelosa. —No te preocupes por eso —respondió Franklin, su voz en un susurro conspirador—. He cubierto nuestras huellas. Nadie sospechará de nosotros~ —añadió sonriendo malicioso. El reloj marcaba las 6:00 p.m… Cuando finalmente se pusieron de pie. Allison recogió su bolso y se dirigió hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, Franklin la detuvo con una mano en su brazo. —¡¿Y
—¿Vas a salir, Jay…? —preguntó ella confundida. Antes de que Jameson dijera algo, su hermana menor, Lilian Howard, ingresó a ese salón ya que aún estaba en el balcón, se acercó a Isabella y le susurró al oído: —Después seguiremos la charla sobre ese par y tus sospechas. Isabella asintió con una sonrisa amigable. Seguidamente, Lilian se retiró y tras el sonido de la puerta al cerrarse, ese CEO volvió a ver a su esposa. —¿Qué fue eso de recién? —preguntó Jameson alzando una ceja. —Cosas de mujeres, mi amor~ —sonrió Isabella. "Aún no sé si solo era mi imaginación o si realmente ocurre algo. Molestar a Jameson no sería lo correcto… Tal como dice Lili, mejor investigar más del tema" Pensó Isabella, para segundos después acercarse hacia su esposo y apoyar sus manos con cariño en los hombros de ese elegante hombre. —¿A dónde va usted tan guapo, CEO Howard?~ —le preguntó Isabella en un tono coqueto. —Voy a reunirme con alguien. Un conocido detective —le admitió él seriame
Jameson acariciaba el cabello pelirrojo de Isabella con ternura, mientras ella se aferraba a él, encontrando consuelo en su presencia. —Seré más cuidadoso contigo, mi amor. No tienes que forzarte con mi madre. Es más… Preferiría que no seas tan cercana a ella. Isabella se sorprendió ante las palabras de su esposo. —¿Por qué…? —le preguntó ella confundida. —¿Todavía lo preguntas?, terminé con Allison y al parecer eso no agradó en lo absoluto a la familia de ella, ni a mi madre que es cercana a ellos. No quiero que intenten algo en tu contra o la de nuestro hijo. —O hija —le recalcó Isabella a Jameson—. Siempre hablas como si fuera niño… También puede ser una niña~ —sonrió ella más animada. Jameson le devolvió la sonrisa. —No siempre. Sé que puedo tener a una princesa~ si es niña me encantaría que se parezca a ti. No hay mujer más hermosa en el mundo que tú~ —susurró él con cariño pegando su frente en la de Isabella. —Jaja~ que no soy tan linda… —se sonrojó ella, aleján
Más tarde esa noche. Jameson y su esposa Isabella, llegaron a un elegante y exclusivo restaurante en la ciudad, donde él se reuniría con el detective privado que contactó. La gerente del local de inmediato saludó al CEO Howard, al cual había visto en varias ocasiones, pues los dueños tenían negocios con Imperial World Travel. La mujer guío a Jameson al sector vip de clientes exclusivos, donde ya estaba esperando el hombre en sus cuarenta años, que era uno de los mejores detectives. —Es un placer, señor Howard —extendió su mano en un saludo cordial, el detective rubio, vestido con un traje beige. Para segundos después saludar también a Isabella haciendo un comentario educado y halagador a la hermosa mujer pelirroja. La atmósfera estaba cargada de misterio y tensión, mientras ese hombre comenzaba a tomar nota de las instrucciones de Jameson. Isabella observaba con curiosidad y preocupación, preguntándose qué tenía en la mente su esposo y qué lo impulsaba a tales extremos… Hast
Jameson posó su mirada azul en la de Isabella, la expresión de él era un reflejo de la tormenta que se desataba en su interior. La atmósfera se cargó de una tensión palpable, con un denso silencio que los envolvió. —Isabella, no puedo simplemente ignorar lo que está sucediendo —le recalcó Jameson, finalmente con voz firme—. No cuando podría estar en juego tu bienestar… nuestro bienestar —añadió él seriamente. Isabella retiró sus manos de los brazos de Jameson y dio un paso atrás, su rostro era un lienzo de emociones encontradas. —¿Y qué hay de nuestro bienestar ahora? —replicó ella—. ¿No ves que esta obsesión tuya por descubrir la verdad solo nos está llevando a más dolor? ¿No es suficiente con lo que ya hemos pasado? —le preguntó ella un poco cabizbaja, queriendo únicamente disfrutar de su amor con ese hombre ahora. Pero para el CEO Howard, no era tan simple. Jameson cerró los ojos por un momento, como si buscara la fuerza para enfrentar las palabras de Isabella. Al a
El mundo a su alrededor parecía desvanecerse mientras Jameson se inclinaba lentamente hacia ella, anhelando el contacto con los labios de esa hermosa y sensual mujer pelirroja. La cercanía de sus alientos y el roce de sus cuerpos avivaban una pasión como llamas que crecían en intensidad. Isabella comenzó a sentir las caricias de esas manos masculinas recorriendo su cuerpo, subiendo la falda de su vestido dorado e inmiscuyéndose en su interior, tocando sus piernas con deseo. —Ah~ Jay… No aquí… —susurró ella en un leve suspiro, cerrando los ojos, entregándose a la sensación de deseo y anhelo por más… Mucho más. En ese instante, Jameson anuló la distancia que los separaba, desatando una oleada de emociones intensas con el roce de sus bocas. Con movimientos feroces, sus labios se encontraron en una danza apasionada, desatando un deseo ardiente que los consumía. Saboreándose mutuamente. Isabella con los ojos cerrados se aferró a ese hombre al que tanto amaba, sintiendo que perdía