Mañana domingo vuelvo a publicar 2 capítulos 💖 gracias por tu apoyo 🥰🌹
—¿Te encuentras bien, Isa?, espero no haber llegado demasiado tarde… —le decía Lilian Howard a su cuñada, mostrando una expresión de genuina preocupación. —Lo estoy. Es solo… Me doy cuenta que él nunca se va a rendir… ¿No es así? Lilian exhaló y negó lentamente. —Parece ser el tipo acosador que cree tener la razón siempre y no… No creo que te deje en paz nunca. La única razón por la que no logra hacer lo que quiera contigo como en esos meses que te torturó al dejarlo, es porque ni Jameson ni yo vamos a permitirlo. —¡Cierto, Jameson…!, yo no te lo dije antes… Pero ya me había confesado seriamente a él y- —¡¿Te le confesaste a mi hermano y no me dijiste?! ¡Qué cruel eres! —hizo un puchero, Lilian—. Salimos de compras luego de tu cita con el médico y no me hablaste de ese tema. —Lo siento Lili. Ese día estaba muy incómoda por las situaciones vividas con tu madre a diario de las cuales sí te comenté —susurró Isabella avergonzada. En ese momento, pasó uno de los servidores,
Isabella tragó en seco, era claro que Jameson quería más que solo acompañarla… ¿Quería quizá, reanudar la conversación donde la dejaron la última vez? Aún faltaba bastante para que la fiesta terminara, y él le dejó claro que sería hasta que todo acabe. ¡Isabella estaba demasiado nerviosa para hablarlo ya! Ella volvió a ver a Lilian que estaba sentada a la mesa tomando de su tercera copa de champagne. Con una expresión suplicante Isabella le pedía ayuda a su cuñada. Por supuesto, Lilian entendió el gesto de Isabella y dejó la copa sobre la mesa. —¡Yo la ayudo, Jameson!, ella quiere cambiarse rápido y tú seguro querrás meterle mano~ —molestó ella a su hermano dándole un pequeño empujón. —¿Ah? —Jameson frunció el ceño haciendo una mueca de desagrado y sentándose a la mesa, las dejó ir—. Las espero aquí entonces. —Sí~ volveremos pronto~ —le sonrió Lilian llevándose a su cuñada del brazo—. ¿Soy yo o está más obediente que de costumbre? —le preguntó en un susurro Lilian a Is
Isabella sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía en un remolino de emociones. Mientras sus carnosos labios se separaban de los de Jameson, un silencio tenso invadió el jardín de la fiesta. Las miradas atónitas y los murmullos se apoderaron del ambiente. En ese instante, Isabella se apartó rápidamente de Jameson, con los ojos llenos de confusión y temor comenzó a caminar alejándose nerviosa. Los invitados murmuraban entre ellos, algunos con expresiones de juicio, otros sonrientes y pocos con complicidad. En ese momento, Jameson siguió a Isabella aturdido por la reacción de ella, después de ese apasionado beso en público. Él la tomó del brazo. —Isabella, espera. —No. —Detente Isabella, me vas a dejar en ridículo. Ante el reclamo de ese hombre, ella reaccionó. Dándose cuenta que tenía que cumplir como esposa falsa, aunque sus emociones eran un desastre en ese instante. Ella suspiró y volvió a ver a su esposo. —Vamos a bailar… —susurró Isabella y
—Ay~ Jay… Ya no puedo… Espera… Me duele… Se detuvo Isabella justo en ese sector del jardín, donde había frente a ellos una hermosa fuente iluminada con una tenue luz artificial que cambiaba lentamente sus colores y con ella el brillo del agua. —Isabella… —susurró Jameson, pronunciando su nombre con un tono tan familiar e íntimo que causó que esa mujer guardara silencio viéndolo fijamente a esos hermosos ojos azules. —¿Pasa algo, Jay…? —preguntó ella, tragando saliva, sintiendo cómo su corazón latía aceleradamente y su mano se aferraba aún más a la de ese hombre que seguía sin soltarla. —Una semana. Toda la semana estuve pensando en ello, una y otra vez. —¿Ello…? ¿Hablas de… Lo que dije…? Jameson asintió. —Llegué a pensar, que incluso preferiría que me mintieras. Isabella se sorprendió en gran manera cuando Jameson susurró esas palabras ahora posando su mano libre en la cintura de ella y atrayéndola hacia él. —No sigas lastimándome así, Isabella. He intentado resistir,
*************••••••••••************* >>> Isabella Howard: Que le mienta… Su amor por mí llegó al extremo de pedirme que no lo lastimara más y que le dijera así sea una mentira para quedarse junto a mí. Para no perderme. Para no dejarme ir… "¿Cómo no iba a ser feliz, cuando dices algo así, Jay…?" Pensé mientras sentía el cálido tacto de sus manos recorrer mi cuerpo, fácilmente mis pechos quedaron expuestos cuando quitó las copas sobre ellos. Su boca comenzó a deleitarse en mis senos y cerré mis ojos, disfrutando la sensación mientras sus traviesas manos seguían bajando a mis caderas, glúteos y una de ellas al interior de mi ropa íntima, haciéndola hacia un lado. "Quiero darte todo el amor que no te dí en años, por culpa de mis decisiones del pasado, Jay…" "Quizá no tenía elección pero tampoco debí ocultar la verdad en ese entonces. Aún así ya de nada sirve arrepentirme" "Tengo que esforzarme, quiero ser una buena esposa para ti…" Pensé sintiendo cómo el calor aume
*************••••••••••************* Jameson e Isabella se encontraban juntos en la cama, envueltos en la suave penumbra de su habitación. La luz de la luna se filtraba por las cortinas, pintando destellos plateados sobre las sábanas blancas y el aroma de las flores frescas se colaba por la ventana abierta, perfumando el aire con su dulce fragancia. Isabella, su hermosa esposa pelirroja, se recostó delicadamente sobre el pecho de Jameson Howard, y en un susurro suave, rompió el silencio: —Jay… Quiero hablar contigo sobre lo que sucedió hace diez años —dijo con ternura, buscando la mirada de su amado esposo. Jameson, sorprendido por el momento elegido, acarició con suavidad el cabello largo y ondulado de Isabella. —¿Tiene que ser justo ahora? ¿Por qué has elegido un momento tan… Inapropiado? —preguntó él con un suave tono de voz, no queriendo hacer sentir mal a Isabella. Ella rió con dulzura —Bueno… Nunca te has enojado conmigo después de hacer el amor~ ¿sigues siendo
—¡¿Por qué tuviste que hacerlo?! ¡Eres un irresponsable! —exclamó la madre de Isabella, doña Johanna Williams, que estaba furiosa siguiendo a su esposo luego de una salida que tuvieron. Isabella al escuchar el escándalo se levantó de su silla y se dirigió a la sala de la hermosa casa de tres plantas en las afueras de la ciudad. Una bella propiedad que recientemente su padre había terminado de pagar. —¡Yo no lo hice!, ellos mismos probablemente robaron y ahora intentan culparme a mí, Johanna. Deberías estar del lado de tu marido y no con ese montón de idiotas que quiere perjudicarnos —hablaba don Matteo Williams, un hombre en sus cincuenta años, que ejercía de contador, llevando el sustento a su esposa e hija. —¡Sabes que la beca de Isabella no es completa! ¡Ella no va a dejar su carrera en esa prestigiosa universidad, cuando ya va avanzada!, buscaremos un buen abogado y esperaremos que… —las palabras de doña Johanna se interrumpieron cuando vieron a su hija observando a dis
Jameson observó a Isabella, su corazón latía con fuerza ante la vulnerabilidad de la mujer pelirroja que amaba con toda su alma. Se acercó lentamente a ella y con un gesto tierno, le secó las lágrimas del rostro. —Isabella, no tienes que pedir perdón —dijo él con voz suave—. El amor que sentí por ti nunca se apagó realmente, solo estaba herido. Ahora entiendo que te viste obligada por motivos nobles, aunque me hubiera gustado que confiaras más en mí y me contaras la verdad. Isabella levantó la mirada hacia él, sus ojos reflejaban el miedo y la esperanza de ser perdonada. Ella se lanzó a los brazos de su amado, abrazándolo con fuerza. —Jay, te prometo que nunca más ocultaré nada, y menos situaciones tan sensibles como estas —susurró ella con una voz quebradiza. Jameson correspondió el abrazo de Isabella, estando ambos aún en la cama sentados y completamente desnudos, sellando su promesa con un beso lleno de pasión y perdón. En ese momento, ambos sabían que su amor era más gra