—Parece que decidiste salir de la cueva con tu puta —apartó a la mujer que tenía tomando una toalla para cubrirse —aunque debo admitir que es una preciosura. El hombre rió con cinismo mostrando la hilera amarilla que tenía por dientes, la peli blanca lo observaba con odio y asco, su arma se encontraba arriba apuntándole y dispuesta a disparar en cualquier movimiento, no supieron de dónde pero cuatro hombres armados salieron de detrás de él. —Estás perdido, Ahmad —Se burló cuando otro de sus soldados le informó de la destrucción de otras bodegas —Esta noche tu asquerosa sangre recorrerá mis manos, así como la de tus hijos cuando los torturé como una las Suki de mis calabozos.Ahmad tensó su mandíbula recordando el momento en que recibió a sus dos hijos en una caja, de la misma manera en que él mandó el cuerpo de aquella joven, junto a los cadáveres una fotografía de cómo dejaron sus cuerpos antes de partirlo, una cinta con ellos gritando cuando los estaban torturando. Un golpe fuerte
Él asintió con alivio al saberla bien, aguardó hasta que una enfermera llegó para guiarlo hasta la habitación donde se encontraba conectada a varias máquinas, aún permanecía inconsciente, se acercó a ella para besarle su frente y tomar su mano. —Lo siento, pequeña, no te protegí como te lo prometí «Iba a ser padre» pensó dejándose sentir dolor después de muchos años, un ser que formaron entre los dos, su sangre había muerto antes de nacer. La ira volvía a recorrer su cuerpo, haría pagar a ese bastardo, le daría la peor de las muertes.—Lo pagará, te lo juro y esta vez si cumpliré. Se sentó en la silla al lado de la cama sin soltar su mano helado y pálida, viendo cómo su pecho se movía suavemente de arriba abajo, recostó su cabeza en la cama pensando en la reacción que tendría al saber lo sucedido, un recuerdo del pasado vino a su mente —¿Te ves en el futuro con un hijo? —preguntó mientras le daba una lamida a su helado sin quitarle la mirada de encima pendiente a su reacción. Él s
Camila Con sumo cuidado me levanto de la cama para buscar un abrigo en el closet y envolverme con ello, con pasos cortos camino al balcón donde el aire frío me recibe, ha comenzado a nevar y lo que solía ser un pasto verde ahora se mezcla con el blanco. Los hombres que hacen guardias se pasean por el jardín con grandes abrigos y gorros. Estaba aburrida de pasar sólo en la cama, tenía cuatro días después del incidente, no he sabido mucho de lo sucedido, Dmitry sólo viene por las noches y no dice nada, sigue actuando extraño y las dudas sólo acrecientan al no obtener ninguna respuesta. Escucho desde aquí como abren la puerta de mi habitación y decido ignorarla, siempre son las muchachas del servicio para dejar bandejas de comida, medicina o para cambiarme el vendaje. Sigo ahí recibiendo el aire helado y con la nieve cayendo sobre mi cabello, observando mi panorama y apreciándolo, hace unos días pensé que moriría y el miedo que sentí fue grande. —Es una pena —murmuraron a mi espalda
Camila Volví a llorar mirando como se le desfiguraba el rostro y cómo apretaba fuerte su mandíbula, pasó su brazo por mi cintura apretándome a él. No sabía si le afectaba o no, y realmente no me interesaba, lo único que quería era dejar de sentir tanta culpabilidad por todo lo ocurrido, de haber sabido mi estado jamás lo hubiera perdido. Sino hubiera sido tan confiada ese hombre no me hubiera disparado y aquí estuviera feliz con la noticia. Me dolía el alma, estaba condenada al sufrimiento, no sé qué hice en mi vida pasada para estarlo pagando tan caro. —Ya no quiero que duela, estoy cansada, Dmitry —lo abracé fuerte enterando mi cabeza en su pecho y empapando su camisa con mis lágrimas.—Lo pagarán, malenʹkiy, todos los que te ficharon se arrepentirán de haberse metido contigo. Te lo juro—Mata a esa mujer, Dmitry, no la soporto. Me jode mucho, a cada nada trata de minimizarme y eso es algo que no tolero. Mátala y quítame un peso de encima. Se quedó en silencio haciéndome enojar,
CamilaAbordamos la camioneta que nos llevaría a la ciudad, la herida aún dolía pero era más soportable, el ambiente ya no me parecía tan insoportable, la nieve sobre el bosque era un panorama digno de admirar. Me sentía parte de ella, mi cabello lo había tentando en honor al lugar al que ahora pertenecía. El hombre a mi lado permanecía con la actitud de siempre, serio, silencioso y totalmente sombrío, él era de esas personas que con tan solo mirarla le temías y no era para menos, se mostraba tajante, imponente y poderoso. Sonreí recordando que eso fue lo que me cautivó, era tan diferente a los demás y el peligro que emanaba me llamaba a su lado, no fui consciente del momento en que el que me vi en vuelta en el mar de sensaciones que él me provocaba. Era una adolescente que se desvivía por tener un amor tan grande como el que leía en los libros, y para su fortuna lo había encontrado. Dmitry era todo lo que quería en un hombre, tenía sus desperfectos que le recordaban que era un hum
Camila Me levanté caminando hasta el escritorio y sentarme en la orilla frente a él. —Solía trabajar y no pasar haciendo nada en casa, de eso hablaba. Salir a hacer compras cuando se me diera la gana o a dar un paseo para despejar mi mente. No soy una mujer acostumbrada al encierro y lo sabes. —Puedes salir cuando quieras, no eres mi prisionera —hizo una pausa —bueno, no del todo. —¿Hablas en serio? —pregunté con el entusiasmo en mi voz —Si, siempre y cuando salgas con la debida seguridad. Me levanté rodeado el escritorio para sentarme sobre sus piernas y tomar su rostro entre mis manos depositando varios besos sobre él. —No es necesario tanta melosidad. —¿Y trabajar, puedo? —pregunté despacio deseando no recibir una respuesta negativa. —No por el momento, hay asuntos que resolver antes de que te expongas tanto al mundo. Comenzar a trabajar requiere de viajes a otras ciudades o fuera del país y no es adecuado. Quizá más adelante puedas hacerlo —Está bien, ¿me dirás cuál es e
CamilaPor la mañana regresé a la mansión sin compañía de Dmitry, quien había tomado otra camioneta hacia otra ciudad por asuntos que lo requerían con urgencia. Como era mi costumbre, me di una ducha y me cambié de ropa para bajar al sótano a hacerle una pequeña visita a la rusa, estaba ansiosa por enfrentarla y devolverle cada una de las palabras que me dijo. No sabía exactamente el por qué, pero desde que llegué y me topé con su actitud arrogante un aborrecimiento hacia ella creció en mi. No se trataba de que halla tenido algo con Dmitry, mi odio iba más allá de eso. Me detuve frente a los guardias que custodiaban la entrada al sótano, uno de ellos se mostraba reticente a dejarme pasar. —Déjala, recibí órdenes del jefe para escoltarla hasta los calabozos —dijo uno de ellos al otro, que se apartó abriendo la puerta. Pasé bajando las escaleras con cuidado mientras una de mis manos se posaba sobre la herida. Bajé uno a uno los escalones caminando por los sombríos pasillos, encontrá
Camila —Cambiarás de perspectiva luego de ver esto Me ubiqué tras de él jalando una silla, el video inició dando un panorama de Ava semidesnuda tirada sobre un cartón mugriento mientras le lanzaban agua encima con una manguera de presión. —Te preguntaremos una vez más, ¿dónde está ella? —sólo se escuchaba la voz masculina y sus pies era lo único que se podía ver de él—No lo sé —contestó ella en un hilo de voz —Si te sigues negando a responder será peor para ti, ¿crees que vale la pena sacrificarse por quien es responsable de que tú estés aquí? —Es que no lo sé, ¡maldita sea! De saberlo se los diría, ella no me importa cómo ustedes creen —¿Ah, no? ¿No eres tú su amiga? —Si, pero no —soltó con su voz ahogada por el llanto —odio a esa maldita con todo mi ser. Alguien ordenó que detuvieran el agua, dejaron de mojarla y le tiraron una vieja manta para que se secara o abrigara. —Cuéntanos, preciosa, ¿por qué la odias? —Ella me quitó al hombre que amaba, por años tuve que ver su p