—No había necesidad que me acompañara —aclaré, viéndolo de reojo.
Adriano había venido junto conmigo para ir por Emilia, esperaba tener el tiempo para hablar con ella, pero no, él decidía venir y dar una notica tan importante y trascendental como esa sin anestesia.
—Es mejor que nos vean desde ahora juntos —sentía como su mirada me perforaba, pero seguí viendo las calles pasar—. Trataré que Emilia sea lo menos expuesta posible, esto es algo de los dos y no quiero involucrar a tu hija.
Se sentía bien escucharlo tutearme, tenía que empezar hacerlo.
—Exacto, no quiero que Emilia se vea involucrada —concordé.
—Las personas nos preguntaran como nos conocimos, les diremos que en el hospital donde soy socio.
Esta vez sí que lo había volteado a ver.
—¿Así que eres casi el dueño? —cuestioné inquisitiva, mientras alzaba una ceja.
—Se podría decir que sí —su sonrisa arrogante se abrió paso y rodeé los ojos—. ¿Qué pasa? ¿acaso hay algo que te incomoda, Lena?
La manera en que había dicho mi nombre había sonado tan secreta, intima…él estaba coqueteando y no podía creerlo. Inhalé hondo y negué, no le seguiría el juego, pero tal vez…solo tal vez lo haría en otra oportunidad.
Cuando llegamos Jeremy nos abrió la puerta y le sonreí, no había tenido la oportunidad de saludarlo.
Estaba por caminar hacia la entrada y sentí como Adriano entrelazaba nuestras manos, mandando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo. Por un momento me detuve demasiada confundida con la sensación y el hecho de lo bien que se sentía.
—¿Vamos? —preguntó
Asentí, viendo como las personas empezaban a detenerse a nuestro alrededor y murmurar.
Alce mi rostro y nos adentramos a la clínica, miré esperando encontrar en el recibidor aquella mujer que no permitía que Emilia fuera atendida y para mi sorpresa estaba otra persona.
—La despedí —murmuró en mi oído, sorprendiéndome un poco por el atrevimiento, lo miré de inmediato.
Grave error.
Nuestras narices rozaron y su respiración golpeó con fuerza sobre mis labios. Ambos nos miramos fijamente, haciéndome olvidar solo por un par de segundos en donde nos encontrábamos.
Miré al frente rápidamente y apresuré el paso.
¿Había química? Claro que sí. Necesitaba mantenerme serena.
—Esta es la habitación —señaló—. Ordené que estuviera en una más cómoda, espérame en el automóvil, yo iré hablar con Santiago sobre su condición.
Asentí y entré, viendo con lo más hermoso de mi vida. Tenía una ropa muy diferente a la que traje y supe que se trataba de Adriano.
—Mami —abrió sus manos y corrí abrazarla.
Tenerla entre mis brazos era paz para mí, haría todo por ella sin pensarlo.
—Te extrañé muchísimo —susurré, empezando a besarla por todo su rostro—. Otro minuto más y no lo soporto.
Empezó a reírse, llenando de un melodioso sonido la habitación.
—También te extrañé —me separé por el tono de su voz—. Sé que tienes que trabajar en las noches, pero no quiero estar más sola mami.
Sus ojos se aguaron y mi corazón se rompió.
—Mamá ya no se irá más en las noches —agarré sus manos y besé cada una—. Ahora tenemos una nueva y enorme casa en donde viviremos por un tiempo, trabajaré de día, tendré mucho tiempo para ti.
Abrió sus hermosos ojos con sorpresa y me abrazó.
—¡Quiero verla! —chilló, sí que tenía bastante energía el día de hoy.
—Lo haremos, ahora debemos irnos —agarré la mochila y cuando estaba por cargarla, se negó alegando que sentía fuerzas para caminar. Estos días en donde parecía que no tuviera ninguna enfermedad los amaba y trataba de aprovecharlos al máximo y que ella también lo hiciera.
Caminaba con una sonrisa en el rostro mientras Emilia me contaba sobre una película de princesas que había visto, realmente le había gustado.
Mi sonrisa se cerró de golpe en cuanto salimos a fuera, una ola de flashes cegó mi vista y muchas personas empezaron empujarnos, preguntaban cosas sin sentidos.
Me alerte cuando Emilia empezó a llorar asustada.
—Por favor, apártense —dije preocupada, no podía cargarla y estaba entrando en pánico.
—¡Quítense! —el gritó de Jeremy me alivió, sabía que nos ayudaría.
Se abrió paso junto con Adriano, quien cargó a Emilia rápidamente y con su otra mano libre entrelazó nuestras manos y me guio hacia el automóvil.
Los gritos aumentaron ante tal gesto, empezaron a preguntar cosas como: ¿Es su novia señor De Santis? ¿Hace cuánto están juntos? ¿La pequeña es su hija? ¿está enferma? ¿usted es el padrastro? ¿Abandonó a su hija? ¿Es esta la razón por la que cortó con Antonia?
¿Quién era Antonia?
Pude respirar tranquila solo cuando pudimos salir de esa ola de paparazzis y reporteros.
Emilia seguía en los brazos de Adriano y parecía a gusta en ellos, le hice una seña para que estuviera conmigo, pero el negó.
—Déjala, no hay problema —musitó, sacando su teléfono—. Pensé que mantendrías a esas personas lejos, llegaron a la clínica y asustaron a Emilia, es tu deber mantenerlos alejados y te juro que, si vuelve a suceder de nuevo, te despediré y me encargaré que no vuelvas a conseguir un trabajo en tu pu... —alcé una ceja y negué—. Estas avisado.
—Sin malas palabras delante de ella —advertí.
—Trataré Lena. Emilia —la separó un poco de su pecho y la sentó en sus piernas—. Soy Adriano, el novio de tu madre.
Se me hacia un sin sabor en la boca al escucharlo. Nunca le mentía a mi hija y el hacerlo y mucho más, incluirla en toda esta farsa me disgustaba.
¿Cómo podía mentir tan bien y ser tan directo?
—No sabía que mamá tenía un novio —sus mejillas se sonrojaron violentamente—. Eres muy guapo, más que mi hermoso.
Me miró confundido sin entender.
—Le dice hermoso a Santiago —comenté. Frunció su ceño algo confundido y asintió.
—¿Cómo me llamaras a mí? —inquirió, besando con ternura su mejilla.
—No lo sé —susurró nerviosa.
—Cuando lo sepas me dices.
[…]
—¿Estas preparada? —le preguntó a Emi, quien no dejaba de asentir—. Bienvenida a tu nuevo dormitorio.
Tanto Emi y yo nos quedamos sorprendidas, perplejas…todo era tan hermoso. Los colores pasteles, las estrellas dibujadas en la pared, los cuadros de mariposa, el gran tapete, la cama tenía la forma de mini y que decir de lo hermoso que era el oso al pie de la cama.
—Mami mira —caminó por todo el dormitorio con su boca ligeramente abierta, mientras tocaba todo aun sorprendida.
Ambos nos quedamos en la entrada, dejando que explorara todo. Abrió una de las puertas, sorprendiéndose a un más por lo que veía. Fui hasta ella, entendiendo la razón por la que lo hacía, aparte de ser su guardarropa, uno muy grande, la otra mitad era una sala de juegos con muchos castillos y princesas.
—Es tan hermoso —caminó hasta Adriano para abrazarlo—. Muchas gracias, jugaré todos los días y te prometo que cuidaré mis juguetes.
Empezó a bostezar, indicio de que estaba cansada, así que la llevé hasta la cama para que descansara un par de horas.
—Descansa amor, cuando te levantes tendré algo rico para que comas —asintió y sin previo aviso cerro sus ojos.
Así era todo, podría estar tan llena de energía y de repente el cansancio se apoderaba de ella.
Salí junto con Adriano y fuimos hasta la sala, necesitábamos hablar.
—¿Qué pretendes con todo esto? —pregunté de golpe—. Gracias, enserio te lo agradezco por tomarte estas molestias, pero con una habitación normal bastaba…esto es temporal y no quiero que se acostumbre.
—Vive el presente, no sabemos lo acontecerá en el futuro —respondió tranquilamente—. Es algo que quise hacer, no debo de darte explicaciones.
—Claro que lo debes de hacer cuando esto trata de mi hija.
—Bueno, según los reporteros soy su padre —sonrió, ¿acaso estaba probando mi nivel de paciencia?
—Hablo enserio.
—Yo igual, Lena —su teléfono empezó a sonar, pero solo rechazaba la llamada.
Antonia, decía en la pantalla.
¿Sería la misma Antonia que nombró el periodista?
—Quiero saber la razón por la que tengo que fingir ser tu novia —dije, obteniendo toda su atención.
—¿Tiene que haber una razón? —inquirió burlón.
—Claro que la hay, así que necesito saber todo —exclamé, un poco cansada con todo esto—. Mira, hoy es el primer día y siento que ya tuve suficiente, no quiero ir en blanco sin saber nada.
Bufó y asintió de mala gana.
—Mi exnovia quería comprometerse y yo no, el matrimonio es para siempre y no sabía aun si quería pasar el resto de mi vida con ella, así que no se lo propuse y me engañó, ahora tiene una pareja y según comentan van enserio —decirlo lo molestaba.
Fruncí mi ceño confundida.
¿Qué tenía que ver eso con nosotros?
—¿Qué tiene que ver el hecho de que me pediste que fingiera ser tu novia?
—¿Acaso no ves titulares? ¿si quiera sabes que es el internet, Lena? —preguntó seriamente.
—A eso se le llama tener una vida, de nada —guiñé el ojo, haciéndolo reír.
—Bueno, mi nombre está en todo y me relacionan como el novio que aún no supera a su exnovia y se la pasa buscándola —empezó a reírse nuevamente, esta vez con rabia.
Era raro.
—¿Y es mentira? —quise saber.
—¡Claro que es mentira Mujer! ¿me ves como la persona que buscaría a una ex y le pediría que volviera conmigo? —se señaló ofendido—. ¿Crees que soy esa persona Lena?
Negué, claro que no era esa persona.
—No, pero eres el tipo de hombre que consigue una novia falsa solo para aparentar estar bien, cuando no lo estas. Apuesto a que te hierve la sangre cuando la ves con su pareja —la mirada de advertencia que me dio, me hizo saber que había dado en la herida—. Está bien, no digo nada más. Dime cual es el fin de todo esto, ¿para qué quieres aparentar tener una relación que solo durara tres meses? ¿y después? ¿serás nuevamente el hombre que aún no puede olvidar a su ex?
—Ya te dije, vive el presente no el futuro —rodó los ojos y suspiró—. Nunca pienso en el mañana con respecto a mi vida, solo dejo que cada día traiga lo que tenga que traer, mira te trajo a ti y a Emilia.
Se encogió de hombros.
—¿Se llama Antonia? —curiosee, asintió y fue suficiente por ahora—. Bueno…¿Qué edad tienes? Necesito saber más cosas de ti, porque es obvio que me mandase a investigar, ¿o me equivoco Adriano De Santis?
—Siempre tan inteligente, Lena Green, pero no pude encontrar información sobre sus padres…lo ha escondido muy bien.
—Temas personales que no le incumbe —sonreí inocentemente.
—Tengo veintisiete años, soy hijo único, mis padres son Karla y Bruno De Santis, son muy especiales y ambos tienen carácter un tanto fuerte, pero en realidad son buenas personas. Procura caerles bien, porque si no lo haces en la primera impresión jamás lo harás y pueden llegar a ser muy —miró ambos lados y se inclinó un poco para susurrarlo—. Malditos. Quieren mucho a mi ex, así que la tienes difícil.
—¿Difícil? —cuestioné—. No buscaré su aprobación, tres meses pasan muy rápido y no los veremos todo el tiempo…podré manejarlo si no les agrado.
Ladeó su rostro mientras me observaba fijamente y por primera vez, sonrió de una manera genuina.
—Mi madre es un poco intensa, así que te lo advertí —miró su reloj y se levantó—. En la noche tenemos una gala benéfica, vendré a eso de las ocho por ti.
Me levanté abruptamente, sin dar crédito a lo que decía.
—¿Qué es lo que sucede contigo? —cuestioné, casi gritándolo—. No puedes decirme eso así tan tarde, una mujer necesita tiempo para arreglarse, yo necesito tiempo para entrar en el papel de novia, ¡no sé qué me pondré! No quiero ser criticada por esas personas superficiales y algo muy importante. ¡¿Quién cuidara a Emilia?!
Parpadeó varias veces, sin dejarme de ver… ¿maravillado?
¿Qué m****a?
—Tu amiga vendrá y la cuidará —aclaró, recorriendo los pasos que nos separaban—. No necesitas de muchas cosas, eres hermosa así natural.
¿Cómo rayos habían conseguido su número? Yo ni siquiera la había llamado aun, tenía mucho que explicar.
—¿Pretendes que me calmé con esas palabras? —pregunté en un susurro.
Mis piernas empezaron a temblar, no entendía el porqué. Yo no era así.
—Un equipo vendrá arreglarte, pero he dicho que no te maquillen…o bueno no tanto —sonrió abiertamente—. No quiero que tu belleza natural sea opacada.
Tres horas después de que se fuera Adriano, llegó su equipo de imagen, tenían encargado dejarme lista para la gala y estaba verdaderamente nerviosa con todo esto, era mi primera vez asistiendo a un evento de tal magnitud y no sabía que debía hacer o decir.¡¿Por qué me metí en esto?!—Tu hija —me recordó mi subconsciente emocionada por la acción. Claro.Me prepararon un baño demasiado relajante y purificante, según ellos debía de tener mi piel radiante.¿Cómo era eso?No tenía la menor idea, pero no era quien para negarme. Había sido el mejor baño de toda mi vida y estaba muy relajada…por ahora.Me puse mi bata de baño y salí, encontrando un improvisado salón de belleza en mi habitación.—Aw —susurré. Si que eran rápidos.—Eres tan hermosa, entiendo porque el señor De Santis esta contigo…tu belleza es natural —comentó una de las chicas que se encontraban aquí.—Fue tan estricto en cuanto al tema del maquillaje —otra suspiró enamorada—. Dijo que eras realmente bella al natural… ¿Cómo
¿Qué pensaban ellos? ¿acaso estábamos en el siglo quince o qué?—Pensé que tenías un novio y aun así estas aquí, hablando de matrimonio con alguien que ya no tiene ningún vínculo sentimental contigo —entrelacé mi mano con la de Adriano y sonreí—. Yo soy su novia, así que bájate de la nube en la que te has montado solita, ¿amor, le decimos?Ambos me miraron confundidos.¿Qué mierdas estaba haciendo? ¡peligro! ¡peligro!—¡Detente! —gritó mi subconsciente, pero en realidad casi nunca le hacía caso. —¿Qué cosa me tienen que decir? —preguntó de inmediato.—Sí —dijo entre dientes—. ¿Qué cosa amor? —rio nervioso, jalándome de la mano y negando.—La verdad es que no eres tan especial para saberlo antes que todos —dios, no me conocía—. Lo sabrás con el tiempo y si nos permites, tenemos conversaciones más importantes.Nos despedimos. En cuanto estuvo lejos de nuestra vista, Adriano empezó a caminar rápidamente, esquivando a todos lo que pasaban por nuestro camino. Fuimos aparar a un improvisad
POV Adriano. Miré de reojo a Lena, encontrándola terriblemente serena. Pensaba que estaría nerviosa al tener que conocer a mis padres, yo estaba nervioso. Necesitaba constantemente tener el control de la situación y el no tenerlo me inquietaba, cualquier cosa podría suceder sin yo saber.Entrelacé nuestras manos sin previo aviso, la miré nuevamente pero no se inmuto.¿Acaso pasaba algo?—Lena —nos detuve un momento, tenía que prevenirla nuevamente—. Tal vez mi madre diga cosas hirientes, querrá llevarte al límite, pero no puedes perder los estribos… ¿está bien?—Adriano —había resoplado y esa sexy, caliente, excitante mirada asesina que tenía estaba batiendo contra mí. Estaba enojada y no entendía la razón—. Si tu madre llega hablar de mi hija o a insinuar cosas sobre mí, tenlo por seguro que mi decencia se ira de mi —sonrió de repente y continuó caminando.¿Qué acababa de pasar? Era imposible entender a esta mujer.Cuando divisé a mis padres, fruncí mi ceño al ver a otra persona aco
—Así que llevas días sin contestar el teléfono, solo por lo que dijo en aquel desayuno —trató de entender mi mejor amiga, Kristin.Hasta ahora le había contado todo lo que había sucedido con Adriano.—Si lo dices de esa manera me harás creer que estoy exagerando todo —repliqué, terminando con mis estiramientos.Tenía argumentos suficientes para estar enfadada.—Y es que lo estás haciendo Lena —se levantó y me ayudó apararme—. El pobre ni siquiera sabe una pequeña parte de tu historia, no tiene ni idea, es normal que llegara a esa conclusión.Rodé mis ojos al ver que estaría de su lado.—Mira, sea como sea no quiero verlo por ahora…aún tengo mucha rabia y seré capaz de cancelar este trato —me detuve un momento para pensar y chillé enojada—. Pero no puedo, mi hija esta primero que todo.—Amiga, sé profesional y cumple con tu trabajo… ¿y si esa Antonia lo visita? ¿y si lo convence de que vuelvan? El contrato habría terminado y no te necesitaría.Me detuve un momento a pensarlo, no había
Me encontraba supervisando que Lena desayunara mientras trataba de concentrarme en lo que Emma me decía, estaba muy estresada con la pronta llegada de Andrés.¿Qué debía de decirle? Algo de mi quería contarle la verdad, no había manera para aclararle la razón por la que vivía aquí a menos que… ¿y si le mentía? ¿si hacia creerle que en verdad Adriano era mi novio?Suspiré, resignada a contarle la verdad.¿Cómo le podía pedir algo como eso Adriano? Tendría que pagarle o darle algo a cambio…aah no lo sabía hasta que hablara con él. Pero…con que cara lo miraría después de lo de anoche, aun sentía la textura de sus labios sobre los míos.—Lena, ¿estas bien? —me sobresalté cuando sentí su mano en mi hombro—. Lo siento, no quería asustarte, pero… ¿estás bien?—Yo lo siento, Emma…solo estoy un poco preocupada, pero estoy bien, ¿Qué me decías?—Acabó de llamar el joven Adriano, dejo dicho que te prepararas para ir a la oficina.Fruncí mi ceño, algo confundida.—¿Por qué no me llamó a mí? —se
CAPÍTULO 9POV AdrianoNo sabía qué hacer en estos momentos, aunque Andrés me hubiera explicado lo que sucedió años atrás, sabía que no era toda la historia completa y al Lena hacer tal confesión me lo confirmó.Quedé sorprendido al ver tanto dolor con el que cargaba y eso que me prometiera indagar hasta dar con lo que verdaderamente había sucedido para que alguien tan hermosa como ella, estuviera tan rota por dentro.Yo recogería esos pedazos —pensé decidido. —Aquí está mi número —les di mi tarjeta—. Cada vez que quieran saber de Lena o para alguna emergencia, llámenme, pero mientras…es mejor que regresen a su país.Me levanté y me fui tratando de alcanzar a Lena, pero ya no estaba en el restaurante, ni el baño de mujeres.—¿Sabes a donde fue mi novia? —le pregunté al de recepción.—La señorita se dirigía al estacionamiento —dijo.Les di las gracias y corrí hacia allí.Si había venido hasta acá era porque me estaba esperando, así que tal vez quería estar conmigo aun cuando estaba en
CAPÍTULO 10—Tú no tienes ni voz ni voto, cállate —bramó.No sé en qué momento sucedió, todo había pasado tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar y mucho menos las demás personas.En un segundo Adriano estaba a mi lado y en el otro se dirigía hacia el señor Smith demasiado furioso, ahogué un gemido cuando lo agarró de la camisa y lo alzó.—¡Vuelve hablarle así a mi novia y las pagaras! —lo zarandeó varias veces, el pobre viejo se notaba aterrado.Estaba atónita mientras veía todo. Había perdido los estribos, todos están igual de impactados que yo.—¡Adriano! —gritó su padre.Fui corriendo hasta él para separarlos.—Adriano, no tienes que hacer esto. Vamos no, por favor —supliqué. Quería llorar, todo era mi culpa.—Estas advertido —lo soltó y su mirada recayó en Antonia, la forma en que la había mirado…era una advertencia, entrelazó nuestras manos y nos fuimos en un total pero tenso silencio.Aun cuando estaba manejando con exceso de velocidad no dije nada, ni siquiera tenía miedo,
CAPÍTULO 11Salimos del ascensor y negué.—¿Por qué tendríamos que almorzar juntos cuando nunca lo hemos hecho desde que estoy trabajando aquí? —cuestioné, apurando el paso.—Por esa misma razón —respondió simple—. Ahora, ¿A dónde y quien es el Ryan con quien comeremos?Me detuve mirándolo muy seria.—Ve e invita almorzar a tu querida Antonia, estará encantada de hacerlo y a mi déjame.Continué caminando, pero su agarré en mi mano me detuvo.—Estas celosa, yo estoy celoso y nada bueno saldrá de esto —acarició delicadamente mi mano—. Dejemos las estupideces, ¿sí?—¿Estupidez? ¿Qué es una estupidez? —quise saber entre dientes, no perdonaría tan fácilmente el que me haya sacado de su oficina—. Iré almorzar con mi mejor amigo, ¿eso es una estupidez?—Sí, lo es cuando tu novio no sabe quién es, vamos lo conoceré y cuando este seguro que no te vea como nada más, la próxima vez podrás ir sola…Quise reírme en su cara, la situación era tan confusa como divertida. Esto era lo más parecido a un