—No podemos atenderla, su suscripción ha sido cancelada…lo siento.
—Mi hija se encuentra mal, solo estoy atrasada con un pago…me pondré al día en esta semana, pero por favor necesita atención —supliqué entre lágrimas, mientras la aferraba aún más a mi pecho.
La señora de la recepción miró tras de mí y negó.
—No es posible —respondió fríamente mientras tecleaba en la computadora—. Le pido que se retire de la fila, hay más personas esperando.
—¡Lo que no es posible es que no puedan atender a una niña de cinco años! —Grité, mirando a todos alrededor—. Necesita con urgencia ser atendida. ¡Llamé al médico ahora mismo! —exigí, perdiendo la cordura.
—Ya le dije que no es posible, pague la obligación y será atendida, de lo contrario márchese antes de que llame a seguridad.
Estaba por mandarla a… donde todos sabían cuando una profunda voz hizo acto de presencia. La ira que tenía fue apagada de inmediato.
— ¿Por qué tantos gritos? —preguntó alguien detrás de mí, su voz era dura y por el tono de voz, parecía estar enojado.
—Lo siento señor De Santis, ya todo está resuelto —explicó, enderezándose en su lugar e inclinándose un poco para que su pronunciado escote fuera aún más notorio.
Me reí por sus palabras y volteé para ver al señor De Santis.
—No, nada está resuelto —confesé, dándome de cara con un dios griego en toda la palabra—. M-Mi hija necesita atención médica, es urgente y esta señora no quiere pasarla con su pediatra.
Su presencia era fuerte e imponente y que hablar de esos ojos azules que penetraban sin compasión.
Era mi primera vez en titubear al hablarle a un hombre.
—Su suscripción ha sido cancelada por falta de pago, son las políticas de la clínica —explicó.
— ¡Dije que me pondría al día con el pago! —me defendí, sintiendo la necesidad de dejarlo en claro.
—Sígame —me ordenó, antes de empezar a caminar hacia el pasillo de consultas. Lo hice sin refutar, pues sabía que atenderían a mi niña.
Debería de darle un baile gratis.
—Entre, mi amigo la entenderá —señaló la puerta con un leve movimiento de cabeza cuando ya nos encontrábamos frente al consultorio. El pediatra era su amigo. Su mirada en ningún momento abandonó la mía—. No es correcto para una dama como usted, formar esos escándalos.
“Dama”
Hace mucho no me lo decían.
—Lo haría mil veces más si con eso aparece alguien como usted y me ayudara a que mi hija sea atendida —confesé, sintiéndome algo nerviosa—. Muchas gracias, espero algún día devolverle el favor.
—Lo farai.
Fruncí mi ceño confundida sin entender lo que acababa de decir, aun así, entré al consultorio y respiré profundo, llenándome de valentía. Estaba segura de algo y era que nada bueno nos esperaría allí dentro.
—Hola Doctor —saludé con una nerviosa sonrisa.
—Hola Lena —sonrió, una sonrisa perfectamente encantadora—. ¿Cómo está el día de hoy?
Se levantó y vino hasta a mí, extendió sus brazos para recibir a mi pequeña y se la di. Lo seguí lentamente hasta la camilla, donde la acostó para empezar a revisarla.
Mis ojos se aguaron al verla, había llorado tanto que terminó por quedarse dormida, me dolía no poder darle un estilo de vida mejor o siquiera darle un futuro.
—Los medicamentos ya no están haciendo tanto efecto como antes —comenté, con la voz apagada.
—Necesita empezar con la diálisis, así nos dará tiempo para el donante —volteó a mirarme de manera afable—. Ya está en la lista de espera, solo es cuestión de tiempo.
Donde podría durar hasta un año en espera. Mi hija no aguantaría tanto, necesitaba otra manera.
—Aun no tengo el dinero —susurré, sintiendo como las lágrimas bajaban por mi rostro—. Estoy haciendo todo a mi alcance para conseguirlo.
—Has hasta lo imposible, si en una semana no empieza con el tratamiento puede morir en menos de un mes —me miró con dolor—. Lo siento, pero cada día empeorará. Le aumentaremos la dosis, puede que al hacerlo tenga más sueño y cansancio de lo normal.
Limpié mis lagrimas al ver como sus ojitos se abrían y sonreí, no permitía que me viera llorar, siempre me había mostrado fuerte ante ella y ahora no sería la excepción.
—Hermoso —susurró Emi al verlo, ambos sonreímos.
Desde que había podido cambiar a Emilia a una clínica privada, en cuanto vio por primera vez a su doctor lo había apodado hermoso, y no la culpaba, era un hombre impresionantemente atractivo, su voz era una cosa de locos.
Con el pasar del tiempo habíamos entablado una pequeña amistad dentro de la clínica.
—Hola Emi, ¿Cómo es posible que estés cada día más hermosa? —preguntó, dejando besos en sus cachetes—. Eres la niña más hermosa de todo el mundo.
Mi hija solo reía y verla hacerlo me llenaba de fuerzas. En ese momento supe que tenía que tomar la propuesta de mi jefe.
Hasta ahora solo era una dama de compañía; Algunos días iba a eventos con millonarios, aparentaba tener una relación con ellos…era lo que ellos quisieran que fuera y el resto de días, era la aclamada bailarina nocturna. No me había acostado con ninguno, pero esto estaba por cambiar, mi hija necesitaba un trasplante y yo conseguiría el dinero, claro que lo haría.
—Y tú el hombre más hermoso —se sonrojó por completo—. ¿Cierto mami?
Ambos me miraron expectante y solo pude asentir.
—Es mejor dejarla en revisión hasta mañana, aumentaremos su dosis así que hay que tenerla monitoreada.
Dejarla implicaría estar con ella toda la noche, en dos horas tenía que estar en el trabajo.
—Ah, está bien.
—Puedes irte, si pasa algo te informaremos de inmediato —estaba por negarme, pero agregó—. No harás nada estando aquí, la cuidaran muy bien, no te preocupes y ve a trabajar.
En un momento de debilidad le había contado sobre mi trabajo y había sido muy sorprendente cuando no percibí en él repulsión. Entendió perfectamente todo y se ofreció en ayudarme con algunos medicamentos que necesitaba Emilia.
Abracé a mi todo y le prometí que en la mañana estaría. Mis ojos se aguaron un poco, odiaba tener que separarme de ella.
—Muchas gracias —le di un abrazo rápido y me fui.
[…]
—¿Estas segura? —preguntó preocupada—. Habías dicho que jamás lo harías y… ¿empeoró Emi?
—Sí, Emilia está empeorando y necesito cuanto antes reunir el dinero —respiré hondo y terminé de maquillarme—. Hay una delgada línea entre dama de compañía y prostitut*, hoy la romperé.
—Tú sabes que puedo ayudarte, tengo algunos ahorros y…
—No —dije de inmediato—. Si me dieras tus ahorros, ¿con que estudiarías? No podría recibirlo, sería tan egoísta. No te preocupes.
—Pero lo hago, sabes que te amo como una hermana —agarró mis manos—. Si en mi esta ayudarte lo haré, Emilia merece vivir, tener una infancia como los demás niños. No importa lo que me digas, mañana mismo destinaré mis ahorros a tu cuenta.
Parpadeé varias veces, evitando que las lágrimas salieran y estropearan todo el maquillaje.
—Gracias Kristin —la abracé fuerte y agradecí el tener una amiga como ella—. Eres la mejor, pero sé cuánto has luchado por reunir el dinero para tus estudios, así que no los aceptaré.
Se separó abruptamente y estaba por hablar, cuando nuestro jefe entró de manera salvaje por la puerta.
—Lena , tengo a tu primer cliente —su sonrisa me daba miedo.
Todo mi cuerpo se erizo y mi corazón empezó a latir rápidamente. Enserio lo haría, enserio me convertiría en una prostitut*.
Kristin me miró impresionada y negó levemente, pero, asentí, aun cuando estaba asustada hasta la medula y empezaba a tener pequeños temblores por todo mi cuerpo. Le di una última mirada y me levanté.
—Estoy lista —alcé mi rostro y asentí.
Me pidió que lo siguiera y eso hice, hasta que me di cuenta que no íbamos a ninguna de las habitaciones privadas del segundo piso.
¿Por qué salíamos al parqueadero?
—¿Por qué estamos aquí? ¿lo atenderé aquí? —pregunté nerviosa.
—No, iras hasta su casa —respondió tranquilo, tecleando unas letras en su celular.
—Nunca quedamos que haría encuentros fuera del establecimiento, no me siento segura.
—Mira Lena —volteó a mirarme fríamente—. Es un cliente exclusivo, ¿sabes quiénes son los clientes exclusivos? Personas con mucho dinero, el dinero suficiente para sacarte de esta m*****a vida, así que harás todo lo que él te diga. Es el mejor cliente que he teniendo y por lo que más quieras no lo jodas porque si lo haces, ni se te ocurra volver aquí.
Si antes estaba nerviosa ahora lo estaba aún más.
—Si es un cliente tan importante, porque no va otra chica…es mi primera vez, no sé qué debo de hacer —susurré.
—Exacto, eres nueva en esto. Las demás están desgastadas, tu no.
Un auto último modelo se detuvo a nuestro lado, del se bajó un chofer quien me abrió la puerta de atrás.
Quedé pasmada.
Miré fijamente el interior pensando si había otra manera, siempre la había. ¿Por qué no la encontraba? Pequeñas lagrimas empezaron a caer al recordar la razón por la que me encontraba aquí, lo que me hizo reunir fuerzas para entrar sin mirar atrás.
Agarré el borde del ajustado y corto vestido que tenía, mis manos estaban heladas y temblaban, me ordené tranquilizarme y estar lo más calmada que pudiera. Ya no podía negarme.
—Llegaras, tendrás sexo y estarás devuelta con una parte para el tratamiento. Esto es por Emilia, solo por ella —me repetía mentalmente como un mantra. Todo el camino la había pasado con mis ojos cerrados y tratando de tranquilizarme, cuando pensé que lo había logrado, las palabras de ese hombre hicieron que quisiera vomitar.
—Llegamos Srta. Green.
—¿Debo bajarme ahora? —pregunté inocentemente.
—Sí, el señor la esperará en la sala.
Asentí un poco aturdida y abrí la puerta. Me asombré al ver lo grande, verdaderamente grande que era esta…mansión. No podía observar muy bien sus detalles, pero se notaba que era realmente hermosa.
Caminé lentamente por todo el jardín, retrasando lo inevitable. La enorme puerta que se encontraba al frente me asustaba, no sabía que podía encontrar detrás de ella.
Cuando llegué, vi que estaba entreabierta, así que entré con mucho cuidado.
Mis ojos se engrandecieron cuando vieron el recibidor.
—dios —susurré.
Era del tamaño de mi sala y esa decoración tan ostentosamente fina, gritaba los millones que seguramente debería de tener.
Mis piernas temblaban con cada paso que daba, me detuve un momento para saber cuál camino debería de tomar, era claro que aquellas escaleras dobles no me llevarían a la sala, así que opte por el camino de la izquierda. No se escuchaba absolutamente nada, lo que empezaba a inquietarme. Esta casa parecía no tener vida, aun con las decoraciones de millones de dólares.
Llegué a lo que supuse era la sala y esperé impacientemente.
Tenía mis brazos cruzados, mi pierna derecha se movía una y otra vez mientras mordía mi labio inferior de los nervios. No sabía que esperar y como debería de actuar.
¿tenía que acostarme con él en cuanto llegara? ¿primero me serviría una copa? ¿me pediría un baile? ¿hablaríamos?
—No Lena , es lo último que querría…hablar —murmuré para mí misma.
—Lo siento por la tardanza, respondía una llamada de trabajo —irrumpió violentamente una voz en el lugar.
Me tensé y cerré mis ojos, deseando que no fuera la persona que pensaba que era, esa voz era la de ese hombre…el señor De Santis.
Me volteé temblando, tenía tanta vergüenza, quería que la tierra me tragara.
Cuando nuestros ojos conectaron, pensé que vería sorpresa en los suyos, pero estaba normal, o eso pensaba…era muy difícil saber si estaba sorprendido o no, su rostro era neutro.
—Srta. Green, es un placer verla nuevamente —extendió su mano y dudé en agarrarla, pero lo hice y así mismo como la toqué, la solté.
—¿Placer? ¿Usted sabía que era yo? —me atreví a preguntar.
—La investigué y supe que trabaja de bailarina, contacté al dueño del lugar y me comentó sobre su nuevo trabajo, compré sus servicios y aquí esta.
Me señaló, aun teniendo su mirada fija en mí. Se me hacía inquietante y abrumador el que solo me mirara directamente a los ojos, era tan intenso que me intimidaba.
—¿Por qué? —susurré.
—Porque usted me debe dos favores, Srta. Green y simplemente lo cobraré —se encogió de hombros despreocupado.
Señaló el mueble y me senté, él lo hizo al otro lado.
—¿Dos favores? —alcé una ceja confundida—. ¿De que habla usted?
—Hoy hice que su hija recibiera atención médica y después de darme cuenta que era la mujer que estaba buscando, pagué la suscripción, el tratamiento y justo ahora están buscando un donante, en menos de una semana lo tendrá.
Tenía los ojos abiertos como platos, no daba crédito a todo lo que estaba escuchando.
¿Quién era este hombre?
—¿Qué es lo que quiere de mí? —pregunté, levantándome del mueble, quería irme cuanto antes, nada de esto me gustaba.
—Quiero que finja ser mi novia.
Parpadeé varias veces, creyendo que era un sueño, uno muy malo.¿Qué acababa de pedirme? ¿Esto era enserio?—¿Qué? —dije, sin dar crédito a lo que había escuchado—. ¿Fingir? ¿Quién se cree usted para pedirme algo como eso?Se levantó tranquilamente y caminó los pasos que nos separaban. Tragué fuerte al tenerlo de frente…muy de frente.—Solo cobro un favor…dos de hecho —no soportaba esa mirada tan intensa y esa aura de arrogancia pura que emanaba—. Pensé que lo que más quería en este mundo era que su hija estuviera bien.—Y lo hago —aclaré rápidamente.—Entonces acepte —se encogió de hombros—. Solo serán tres meses.Volvió a su puesto y eso mismo hice.Había entrado pensando que tendría que acostarme con un desconocido y no, quería que mintiera fingiendo ser su novia.¿Qué tan difícil seria eso?Tenía que aceptar por mi hija, podría recuperarse más pronto.—¿Acaso no se da cuenta que usted y yo no nos conocemos para nada? —inquirí, demasiado confundida—. ¿Por qué le pediría algo como e
—No había necesidad que me acompañara —aclaré, viéndolo de reojo.Adriano había venido junto conmigo para ir por Emilia, esperaba tener el tiempo para hablar con ella, pero no, él decidía venir y dar una notica tan importante y trascendental como esa sin anestesia.—Es mejor que nos vean desde ahora juntos —sentía como su mirada me perforaba, pero seguí viendo las calles pasar—. Trataré que Emilia sea lo menos expuesta posible, esto es algo de los dos y no quiero involucrar a tu hija.Se sentía bien escucharlo tutearme, tenía que empezar hacerlo.—Exacto, no quiero que Emilia se vea involucrada —concordé.—Las personas nos preguntaran como nos conocimos, les diremos que en el hospital donde soy socio.Esta vez sí que lo había volteado a ver.—¿Así que eres casi el dueño? —cuestioné inquisitiva, mientras alzaba una ceja.—Se podría decir que sí —su sonrisa arrogante se abrió paso y rodeé los ojos—. ¿Qué pasa? ¿acaso hay algo que te incomoda, Lena?La manera en que había dicho mi nombre
Tres horas después de que se fuera Adriano, llegó su equipo de imagen, tenían encargado dejarme lista para la gala y estaba verdaderamente nerviosa con todo esto, era mi primera vez asistiendo a un evento de tal magnitud y no sabía que debía hacer o decir.¡¿Por qué me metí en esto?!—Tu hija —me recordó mi subconsciente emocionada por la acción. Claro.Me prepararon un baño demasiado relajante y purificante, según ellos debía de tener mi piel radiante.¿Cómo era eso?No tenía la menor idea, pero no era quien para negarme. Había sido el mejor baño de toda mi vida y estaba muy relajada…por ahora.Me puse mi bata de baño y salí, encontrando un improvisado salón de belleza en mi habitación.—Aw —susurré. Si que eran rápidos.—Eres tan hermosa, entiendo porque el señor De Santis esta contigo…tu belleza es natural —comentó una de las chicas que se encontraban aquí.—Fue tan estricto en cuanto al tema del maquillaje —otra suspiró enamorada—. Dijo que eras realmente bella al natural… ¿Cómo
¿Qué pensaban ellos? ¿acaso estábamos en el siglo quince o qué?—Pensé que tenías un novio y aun así estas aquí, hablando de matrimonio con alguien que ya no tiene ningún vínculo sentimental contigo —entrelacé mi mano con la de Adriano y sonreí—. Yo soy su novia, así que bájate de la nube en la que te has montado solita, ¿amor, le decimos?Ambos me miraron confundidos.¿Qué mierdas estaba haciendo? ¡peligro! ¡peligro!—¡Detente! —gritó mi subconsciente, pero en realidad casi nunca le hacía caso. —¿Qué cosa me tienen que decir? —preguntó de inmediato.—Sí —dijo entre dientes—. ¿Qué cosa amor? —rio nervioso, jalándome de la mano y negando.—La verdad es que no eres tan especial para saberlo antes que todos —dios, no me conocía—. Lo sabrás con el tiempo y si nos permites, tenemos conversaciones más importantes.Nos despedimos. En cuanto estuvo lejos de nuestra vista, Adriano empezó a caminar rápidamente, esquivando a todos lo que pasaban por nuestro camino. Fuimos aparar a un improvisad
POV Adriano. Miré de reojo a Lena, encontrándola terriblemente serena. Pensaba que estaría nerviosa al tener que conocer a mis padres, yo estaba nervioso. Necesitaba constantemente tener el control de la situación y el no tenerlo me inquietaba, cualquier cosa podría suceder sin yo saber.Entrelacé nuestras manos sin previo aviso, la miré nuevamente pero no se inmuto.¿Acaso pasaba algo?—Lena —nos detuve un momento, tenía que prevenirla nuevamente—. Tal vez mi madre diga cosas hirientes, querrá llevarte al límite, pero no puedes perder los estribos… ¿está bien?—Adriano —había resoplado y esa sexy, caliente, excitante mirada asesina que tenía estaba batiendo contra mí. Estaba enojada y no entendía la razón—. Si tu madre llega hablar de mi hija o a insinuar cosas sobre mí, tenlo por seguro que mi decencia se ira de mi —sonrió de repente y continuó caminando.¿Qué acababa de pasar? Era imposible entender a esta mujer.Cuando divisé a mis padres, fruncí mi ceño al ver a otra persona aco
—Así que llevas días sin contestar el teléfono, solo por lo que dijo en aquel desayuno —trató de entender mi mejor amiga, Kristin.Hasta ahora le había contado todo lo que había sucedido con Adriano.—Si lo dices de esa manera me harás creer que estoy exagerando todo —repliqué, terminando con mis estiramientos.Tenía argumentos suficientes para estar enfadada.—Y es que lo estás haciendo Lena —se levantó y me ayudó apararme—. El pobre ni siquiera sabe una pequeña parte de tu historia, no tiene ni idea, es normal que llegara a esa conclusión.Rodé mis ojos al ver que estaría de su lado.—Mira, sea como sea no quiero verlo por ahora…aún tengo mucha rabia y seré capaz de cancelar este trato —me detuve un momento para pensar y chillé enojada—. Pero no puedo, mi hija esta primero que todo.—Amiga, sé profesional y cumple con tu trabajo… ¿y si esa Antonia lo visita? ¿y si lo convence de que vuelvan? El contrato habría terminado y no te necesitaría.Me detuve un momento a pensarlo, no había
Me encontraba supervisando que Lena desayunara mientras trataba de concentrarme en lo que Emma me decía, estaba muy estresada con la pronta llegada de Andrés.¿Qué debía de decirle? Algo de mi quería contarle la verdad, no había manera para aclararle la razón por la que vivía aquí a menos que… ¿y si le mentía? ¿si hacia creerle que en verdad Adriano era mi novio?Suspiré, resignada a contarle la verdad.¿Cómo le podía pedir algo como eso Adriano? Tendría que pagarle o darle algo a cambio…aah no lo sabía hasta que hablara con él. Pero…con que cara lo miraría después de lo de anoche, aun sentía la textura de sus labios sobre los míos.—Lena, ¿estas bien? —me sobresalté cuando sentí su mano en mi hombro—. Lo siento, no quería asustarte, pero… ¿estás bien?—Yo lo siento, Emma…solo estoy un poco preocupada, pero estoy bien, ¿Qué me decías?—Acabó de llamar el joven Adriano, dejo dicho que te prepararas para ir a la oficina.Fruncí mi ceño, algo confundida.—¿Por qué no me llamó a mí? —se
CAPÍTULO 9POV AdrianoNo sabía qué hacer en estos momentos, aunque Andrés me hubiera explicado lo que sucedió años atrás, sabía que no era toda la historia completa y al Lena hacer tal confesión me lo confirmó.Quedé sorprendido al ver tanto dolor con el que cargaba y eso que me prometiera indagar hasta dar con lo que verdaderamente había sucedido para que alguien tan hermosa como ella, estuviera tan rota por dentro.Yo recogería esos pedazos —pensé decidido. —Aquí está mi número —les di mi tarjeta—. Cada vez que quieran saber de Lena o para alguna emergencia, llámenme, pero mientras…es mejor que regresen a su país.Me levanté y me fui tratando de alcanzar a Lena, pero ya no estaba en el restaurante, ni el baño de mujeres.—¿Sabes a donde fue mi novia? —le pregunté al de recepción.—La señorita se dirigía al estacionamiento —dijo.Les di las gracias y corrí hacia allí.Si había venido hasta acá era porque me estaba esperando, así que tal vez quería estar conmigo aun cuando estaba en