JOAQUÍN
—Hey viejo, buenos días. —saluda Francisco entrando en la cocina, mi mejor amigo o “Frank” como lo llamamos la mayoría.
—Buenos días. ¿Qué tal? —le pregunto sabiendo perfectamente la respuesta, porque yo me siento igual.
—Como la m****a, me duele todo como si me hubieran dado una paliza.
—El profe se pasó ayer con el entrenamiento.
Ambos hacemos parte del equipo de futbol de la universidad, estamos a una semana de entrar de vacaciones y el entrenador nos agarró a todos con los guayos colgados, nos sacó el jugo, hasta la última gota de sudor, cabrón de m****a.
—Toma estos dos ibuprofenos para el dolor, nenita —Sé los entrego mientras él va por un vaso con agua.
Me queda viendo mientras toma su medicina, sé lo que está pensando y también sé que no tardara más un minuto en hacer la misma pregunta de siempre.
— ¿Vas a ir conmigo esta vez? —ataca Frank.
—NO —respondo a secas.
—Ok. Si cambias de opinión tienes hasta las 5 de la tarde para ir juntos.
Escucho un suspiro y veo a Frank justo al frente.
—Sabes… ¿Hasta cuándo vas a seguir así Joaquín? ¿Cuándo lo vas a superar viejo? —me pregunta con su cara a pocos centímetros de la mía.
— ¡Déjame en paz! Todos los años es la misma m****a y ya me tienes aburrido. ¡NUNCA VOY A IR! ¿Entendido?
— ¿Crees que a mí no me duele también, que días como hoy no quiero regresar el tiempo y cambiarlo todo? ¿Qué la culpa se ha ido? .... ¡Pues no! pero la vida sigue, loco —Frank me grita en la cara.
Si no fuera como mi hermano juro que le partiría la cara ahora mismo.
— ¿Así honras a tu mejor amigo? —me pregunta.
—No veo que diferencia hace ir a visitar en su tumba. Darío está muerto y eso no va a cambiar nunca —le digo con la esperanza que termine esta conversación por lo sano.
—No se trata de Darío, en eso tienes razón. Se trata de ti. De darle un cierre, dejar el pasado atrás y avanzar —él tiene razón, pero no puedo.
—No puedo Frank —cierro mis ojos, hecho atrás mi cabeza y pienso en Darío.
Éramos inseparables, Darío, Frank y yo. Los tres mosqueros en las buenas y en las malas. “Todos para uno y uno para todos”. Era nuestro lema. Si es tonta la analogía, pero no para unos niños de 6 años, la edad que teníamos cuando nos conocimos en la escuela. Desde ese entonces uno era la sombra del otro. Hasta que Darío murió.
—Si puedes, pero no quieres. No quieres superarlo, en cambio quieres seguir castigándote. No puedes seguir así, encerrado en ti mismo sin amigos, sin tu familia cerca, amargado y sin hacer las cosas que te gustan.
—Eso no es cierto, te tengo a ti. Tú eres mi amigo, está el Costeño, el futbol y mi familia… bueno sabes muy bien que me dejaron primero y entre más alejado este de ellos mejor para mí.
— ¡No me hagas reír! Soy tu único amigo y al Costeño te lo aguantas porque es más amigo mío que tuyo. Juegas futbol porque te obligo a ir conmigo y tu familia te quiere, pero no puedes ver más allá de tus narices.
—Esta conversación no nos llegara a ninguna parte. Estoy bien. Estoy mejor que nunca.
—Las fiestas y las mujeres no es estar bien. Está bien para pasar el rato, pero no cuando se convierte en el centro de tu vida —mira quien habla.
—Vas a cada fiesta conmigo y eres tan mujeriego como yo, no sea hipócrita.
— No es lo mismo y lo sabes. Estoy superado la muerte de Darío, lo visito cada año en su tumba, le llevo flores. Quiero vivir feliz mi vida y tú deberías desear lo mismo. Vamos a visitar a Darío, pídele perdón y dile adiós de una vez por todas y continúa tu vida, pero bien vivida —hace su último intento, pero no servirá de nada.
—No iré.
—Esta es la última vez que te lo pido Joaquín. Cuando toques fondo no me digas que no intente ayudarte.
Sale de la cocina, y yo me quedo sentado en la isla mientras me tomo una taza de café. Pienso en las palabras de mi amigo y sé que tiene razón, pero no quiero olvidar a Darío, hacer como si nada hubiera pasado. El dolor me recuerda lo que vivimos juntos y la culpa me castiga cada día por mis errores. Quiero que sea de esa manera, porque no merezco tener todo lo que mi amigo nunca tendrá.
Son las 11 de la mañana y todavía no me he bañado, la verdad es que penas acabamos de levantarnos. Justo ayer nos trasladamos al apartamento para retornar la universidad, el Penthouse es mío, pero lo comparto con Frank desde que entramos en la U, nuestras familias viven acá en Bogotá, pero ninguno de los dos quiere seguir viviendo con ellos y al parecer ellos también nos quieren lejos porque no pusieron ninguna objeción a que viviéramos solos. Con la única condición que no causáramos problemas, al primer culebrón que formáramos, calabaza cada una para su casa.
Estos 3 años han pasado sin contratiempos graves, gracias a… bueno no se gracias a quien, no soy un hombre precisamente religioso. No me gusta usar el nombre de Dios en vano.
— ¿Frank que vamos a comer hoy? Tengo un hambre de mil demonios y todavía no llamamos a la Sra. Sonia para que venga a trabajar para nosotros.
—Estaba pensando en eso, además la nevera esta tan vacía que damos pena —abro el refrigerador y solo tenemos unas cuantas cervezas que nos quedaron de anoche.
—Vamos a comer hamburguesas al Corralito —le digo mientras busco mi celular.
—Llamaré a la Sra. Sonia, seguro que está disponible, mientras ve a alístate para ir a comer rápido, estoy que me como una vaca entera.
—Vale.
Hace la llamada y ya tenemos empleada para este semestre. La Sra. Sonia es la mejor, mantiene el apartamento impecable, nos cocina, nos lava, mejor dicho, sin esa mujer no seriamos nada ni nadie. Está con nosotros desde el primer semestre y le pagamos cada vez mejor con el fin de evitar que nos abandone a nuestra suerte.
El dinero no es problema para nosotros, nuestras familias son millonarias, hacemos parte de la sociedad elite de este país, la de Frank posee el bufete de abogados más prestigioso del país, Duarte & Asociados, y la mía… bueno tenemos muchos negocios pero el más reconocido es la famosa marca F&F Cosmetics, es nuestro legado, por eso nos tomamos muy enserio nuestros estudios, es la única responsabilidad que tenemos, sabemos que un futuro cercano estaremos trabajando para hacer creer nuestro imperio familiar.
Aunque me falta un semestre para terminar mi carrera, paso por lo menos tres veces por semana a la cosmética y al despacho de mi padre, procuro estar al tanto de las finanzas e indicadores. Con mi padre tomamos las decisiones importantes y aunque no tenemos buena relación padre e hijo, los negocios son otro cuento.
Me baño y me cambio en 10 minutos, me pongo un suéter tipo polo rojo y un Jea ajustado, mis zapatos deportivos, perfume One millón y listo.
Frank me espera vestido muy parecido con un suéter blanco. Salimos sin abrigo, parece mentira, pero cada día hace más calor, Estamos a 18 grados, un horno para una ciudad como Bogotá.
Salimos en mi E Class Cabriolet, mi bebe, cuando llegamos al centro comercial Santa Fe, entramos al restaurante donde venden las mejores hamburguesas, nos sentamos en una mesa no muy lejos de la entrada.
Apenas entro veo a una mamacita que está sentada justo al frente, a un par de metros. La miro descaradamente como siempre suelo mirar a las mujeres que me gustan, ella es linda, todo un bombón, aunque solo puedo verla hasta la cintura porque está sentada. La acompaña una cuchi Barbie de nos 50 años, pero muy bien conservada. Debe ser su madre o su abuela, el parecido es notable a pesar de la diferencia de edad.
¡Qué carita más linda tiene! Parece una muñeca con su melena rubia natural, tiene los ojos verdes, nariz pequeña y labios gruesos como a mí me gustan. ¡Joder! si, esta rebuena. Tiene los pechos medianos, ni tan grandes ni tan pequeños justo a la medida por lo poco que deja apreciar su blusa medio de campesina o alguna m****a así.
Me distraigo un poco haciendo el pedido de nuestra comida, ordenamos para llevar, en pocos minutos inicia el partido de futbol entre el Man City y el Real Madrid.
Cuando miro nuevamente a la muñeca hippie noto que está mirándome fijamente, detallándome, yo le sonrió con picardía. Ella se sonroja, ¡qué bonita es! me salió penosa y todo.
—Te la vas a comer con la mirada —me dice Frank.
—Está más buena que un pan —él asiste, la verdad es que él es tan perro como yo, solo que es un solapado que le gusta comer callado.
La miro comer, no es de esa que come hamburguesas con los dedos meniques levantados, no le da pena ensuciarse y eso me gusta. Conversa con la cucha en voz baja, apuesto que hablan de nosotros, seguro que sí, la cucha varias veces ha mirado hacia acá y hasta nos ha sonreído, vieja desvergonzada.
Nuestro pedido llega, Frank se encarga de pagar y recibir mientras yo tomo una servilleta y anoto mi número de celular junto a un simple “Preciosa, llama si quieres” y se lo entrego al mesero para que lo haga llegar a la muñequita hippie.
Antes de salir por la puerta giro mi cara y la veo, le pico un ojo y le regalo mi mejor sonrisa híper ensayada. Esa nunca falla. Y nos vamos.
MÍAHoy es viernes, y hace 3 días que tengo la servilleta con el número de teléfono del buenorro, sé que es de él, lo vi cuando se la entregó al mesero, obviamente en ese instante no me imagine que era una nota para mí. “Preciosa, llama si quieres” eso me escribió, claro que quiero llamarlo como no, es el hombre más lindo que me visto en mis 20 años de vida.Es justo en este tipo de situaciones en que lamento tener una pierna amputada. Estoy convencida de que si me hubiera visto de pie, jamás tendría esta servilleta en mis manos, no soy de autoestima baja, todo lo contario, me gusta mi cuerpo a pesar de todo, llevo una vida sana, me alimento bien y hago más deporte que una persona promedio con sus dos piernas completas. A pesar del accidente el resto de mi cuerpo está ileso y libre.Sin embargo, son realista y consientes que mi condición puede llegar a intimidar y espantar a los hombres, sobre todo a los de mi edad, que no quieran tener la carga emocional de tener una novia como yo.G
JOAQUÍNEs sábado y el cuerpo lo sabe, son las 8 de la noche y Frank y yo nos alistamos para salir de rumba, emborracharnos y regresar a casa a dos bellezas bien dispuestas. Hace una semana que no hecho un polvo y estoy que me follo a mí mismo.Y no es porque no haya tenido con quien, simplemente no me apeteció, estaba en esos días bajos de nota a causa del aniversario de muerto de Darío, siempre hago mi penitencia.Cuando llegamos al club nos dirigimos directo a la barra, pedimos dos cervezas bien frías y no sentamos a ver que casamos por ahí. El lugar está casi oscuro, pero se puede ver uno que otro grupito de amigas solitarias esperando que las saquen a bailar o le inviten unos tragos.Llevamos las cervezas a la mitad cuando siento unas manos conocidas que rodea mi cintura, no tengo que voltearme para saber quién es, ese perfume dulce lo dice todo.—Hola corazón, me has extrañado —pregunta ella con voz seductora justo en mi oreja. Ese susurro se dirige a partes sensibles de forma i
MÍASalgo de mi cuarto ya lista para mi primer día de clases, me encuentro con mi papa en la cocina, como todas las mañanas.—Hola hija buenos días, te ves hermosa con esa ropa, tu abuela tenía toda la razón.Para mi primer día de clases elijo un jean azul con bota ancha, una blusa blanca y una gabardina estampada y botines altos negros. En mi mochila tengo mi agenda y mis objetos indispensables.—Tengo que admitirlo, me ayudo a buscar ropa apropiada, ella tiene muy buen gusto después de todo —veo a mi padre acongojado—. ¿Qué pasa papá? Parece que no estuvieras feliz con que vaya a la U —le digo lanzando la pregunta con tacto.—No cómo crees, estoy feliz y orgulloso de ti, es solo que…—Quieres que mamá este aquí —respondo por él. Me mira con los ojos llorosos y me abraza, puedo ver como contiene las ganas de llorar. El día que enterramos a mi madre fue la última vez que lloro delante de mí, pero sé que lo hace solo en su cuarto, lo he escuchado algunas veces. También sé que lo hace
JOAQUÍNLlego al apartamento a las 8 de la mañana, después de haber estado una hora boxeando en el gimnasio, esta vez Frank no me acompaño, él prefiere correr así que ni modo.Me baño y me cambio para mi primer día de clases, estoy en el noveno semestre de Economía y aunque no parezca soy unos de los mejores. Estudio mucho al igual que Frank, el cual está en el mismo semestre de Derecho. Tenemos una visión clara de lo que seremos y tendremos, nos prepararemos para ello.Cuando llegamos a la U vemos lo típico de lo primera semana, grupitos de primíparos y carne fresca.— Carne fresca, Joa —dice Frank leyendo mis pensamientos.Cuando la primera clase se termina y me reúno con Frank en la cafetería principal, el panorama es el mismo, cardumen de primíparos esperando para sus próximas clases.Veo a Sergio un compañero del equipo de futbol acercarse a la mesa donde estamos, es de la costa del país y siempre nos burlamos de él por la forma en que habla, masacrando las palabras y comiéndose
MÍA He salido ilesa de mi primera semana de universidad y hoy inicia otra ¡Estoy feliz! Ya todos en mi salón de clases saben que uso prótesis, aunque todavía no me animo a ir en short o faldas cortas. Mi abuela dice que me tome mi tiempo, que tampoco hay prisa y que lo importante es que yo me siento bien y cómoda. Creo que tiene razón. Me visto para ir a la universidad y elijo un outfit ligero, vestido largo suelto de tirantes, con estampado de flores, lo combino con un cinturón delgado en mi cintura y una chaqueta corta y mis botines cafés, todos mis accesorios, gafas y mi mochila de flecos. Una vez llego a la universidad me encuentro con Lara en la entrada y ambas nos dirigimos hacia el salón donde daremos la segunda clase de Biología. A Lara me han encantado mis pulseras atrapa sueños, le dije que yo misma las hacía, así que este fin de semana que paso me dedique a hacerle unas cuantas para regalárselas. —Mira lo que te hice —le entrego la bolsita, al sacar las pulseras me mi
MIAÉl dueño del número celular que guardo en mi billetera. Esta agitado como si acaba de correr una maratón. Lo miro de pies a cabeza y vuelvo a su cara. Lleva puesto una camisa tipo polo azul cielo y un jean azul ajustado. Se ve increíble. Es más alto de lo que imagine.El me mira con una amplia sonrisa en los labios, tiene una dentadura impecable.—Hola preciosa —se dirige a mí, consiente que lo reconozco.—Ho…hola —sonó más como un aullido de perro que como un saludo. ¡No digo más! Que voy a decir, estoy en estado de shock a punto de un ataque cardiaco.Ahora que lo veo de cerca me parece mucho más atractivo. Huele increíble además. Respiro Inspiro hondo, muy disimuladamente para sentir su aroma otra vez. Me encanta.Se sienta a mi lado y me queda mirando fijamente a los ojos. Me extiende la mano y yo la tomo medio temblorosa. Las tiene ligeramente callosas, cálidas y fuertes. Mi mano pequeña se pierde en la suya y me gusta.—Mucho gusto, Joaquín Ferreiro —dice mientras me besa su
JOAQUÍN Por fin es martes, hoy voy a ver a la muñequita hippie. Joder, estoy nervioso o ansioso, no sé, alguna mierda de esas.Estoy impaciente porque termine esta puta clase que ya me tiene desesperado, pero todavía faltan 15 minutos.El profesor saca unas hojas y la entrega a los primeros de la fila para que la pasen al resto de los estudiantes.¿QUÉ? No me jodan, va a hacer un examen justo hoy ¡La puta madre!Agarro la hoja de mala gana, lee todo rápidamente y contesto las preguntas sin problemas, termino el examen y ya llevo 5 minutos de retraso.Joaquín: Viejo, ¿dónde estás? ¿Llego Mía?Frank: En la cafetería ¿Dónde coño estas?, Ellas acaban de llegar. Apúrate que el tiempo es oro. Estamos en toda la entrada.Joaquín: Salgo corriendo, llego en 3 minutos. Salgo como alma que lleva el diablo y corro rápido, en el camino me tropiezo con unos cuantos, pero no me importa. Llegó a la puerta de la cafetería, antes de entrar respiro hondo, me arreglo la ropa y el pelo.Ingreso y la veo
JOAQUIN—Veo que todo te salió bien —dice Frank.—Más que bien viejo, viste lo buena que esta, me agrada —Frank asiste con la cabeza.—No me jodas viejo ¿Te agrada? —pongo los ojos en blanco.—Bueno sí, ME GUSTA —y bastante pienso.—Creo que el sentimiento es mutuo, así que vas ganando —dice.—También lo creo, pero sabes, hay algo que no me termina de cuadrar —digo una vez llegamos a los vestidores del polideportivo a cambiarnos de ropa para el entrenamiento.—Siento que ella esconde algo, no sé si es solo timidez, pero me genera desconfianza.—Son ideas tuyas, es tímida simplemente, además es la primera vez que hablan, dale tiempo para que entre en confianza.— ¿Será? —dudo.—Lo que pasa es que tú estás acostumbrado a las mujeres fáciles, calienta huevos, y Mía se ve que es una chica seria, de su casa, decente —enumera con los dedos.Ella se ve que es todo eso.—Te voy a creer, tampoco la quiero para sacarme ¿Y qué tal va todo con Lara?—Hombre, que te puedo decir… —toca su barbilla