La brisa soplaba con fuerza, colándose en la silenciosa habitación y revolviendo el cabello de la hermosa joven acosada en la camilla. Andrew se acercó y cerró la ventana rápidamente, siempre estaba pendiente de su tía. Entre más días pasaban, la esperanza de la familia, iba disminuyendo. Se podían notar los estragos del tiempo en el cuerpo de la mujer. Estaba más delgada y pálida. Se acercó a la joven para asegurarse de que todo estuviera bien. Le dio un beso en la frente. —Todo es un desastre, te necesitamos, cuidar de la empresa familiar no es algo que me agrade sabes, vivir entre cuatro paredes con miles de documentos, simplemente no es lo mío, eso te quedaría bien a ti, los números y reuniones importantes con gente fina —sonrió débilmente —soy un desastre en los negocios, pero Darío me necesita y no puedo darle la espalda, pronto será el cumpleaños de Elena, me gustaría que estuvieras con nosotros, los bebés crecen muy rápido. Tomó la mano de su tía, ella seguía sin desper
Continuó avanzando, era un callejón sin salida. Él conocía muy bien el lugar, su antigua vida lo requería así.—No tienes a dónde escapar, deberías salir de tu escondite y darme la información que necesito —habló mientras caminaba lentamente.Escuchó pasos alejándose, una sonrisa asomó en sus labios, disparó dos veces al aire.Escuchó cómo se detuvo en seco, dobló a la izquierda y observó al hombre, tenía una mano en el abdomen.—Piensas decirme lo que necesito.—Si te lo digo, estoy muerto. Si lo hago, el resultado será el mismo, ¿cuál es la diferencia?Andrew estaba decidido a obtener lo que quería. —Si me das lo que necesito, te dejaré ir.El hombre negó con la cabeza, era consciente de que si hablaba, su muerte sería espantosa.—Él la quiere muerta y hará lo que sea para lograrlo, enviará a otro, no lo dudes.—Dame lo que necesito o vas a terminar muerto.—Ya estoy muerto y lo sabes.Observó al hombre levantar el arma y pegarse un tiro en la cabeza; eso lo tomó por sorpresa.El c
—Sí, su hijo es muy orgulloso, jamás le diría nada, pero yo no puedo vivir de esa manera tan miserable, pertenecemos a la familia Allen.El anciano se quedó en silencio por unos segundos, era consciente de que su hijo estaba molesto, no le pediría nada, así estuviera muriéndose, pero su nuera no era igual.Ella no estaba acostumbrada a vivir sin dinero ni lujos, estaba acostumbrada a la buena vida.—Tu hijo tiene suficiente dinero. —Lo sé, pero tengo que compartir la mansión con la familia de su esposa, eso es realmente molesto, no quiero vivir con esas personas sin clase, no son como nosotros. El hombre conocía lo orgullosa que era la Mariana; no cualquiera podía vivir al lado de esa mujer. —Te daré lo que quieras, pero habla con tu hijo, si está dispuesto a devolverle a Sofía su herencia. Haré lo que me pides: una mansión y suficiente dinero para que vivas el resto de tu vida; quiero evitar que nuestra familia esté en boca de todos por algo tan retorcido como esto. La mujer se c
Sofía se encontraba en la mansión Allen junto a su esposo, quien sostenía su mano; ambos estaban de pie frente al anciano.Quien se veía cada día más enfermo y agotado, lo que sucedía había afectado su salud.—Sé que esto puede parecer muy egoísta para ambos, pero me gustaría que le den una oportunidad a Pablo.Sofía se sintió confundida, ¿cómo podía pedir algo como eso, acaso se había arrepentido y pensaba perdonar a esas escoria? —¿De qué hablas, papá? —preguntó Darío, confundido.—Habla con Pablo: si está dispuesto a regresarle la herencia de Sofía por las buenas, prométeme que solo le darán un boleto de avión para que se marche, esta familia ha pasado por mucho.Darío mantenía un rostro serio y carente de emociones; su padre todavía se preocupaba por ese imbécil.Nadie tuvo compasión por él; en aquella época, si no fuera por el señor Young, él hubiera sido historia.—Le pides a mi esposa algo como eso, sabiendo el daño que le han causado.—Es mi último deseo.Sofía respiró profun
Sofía camina tranquilamente por los pasillos de una de las tiendas más exclusivas de la ciudad.Observo a Patricia mirando los vestidos en el aparador. Esa sinvergüenza se estaba gastando su dinero, como si le hubiera costado ganárselo.Parecía muy entretenida con los vestidos y las diamantes, incluso habían cerrado toda la tienda solo para atender a la señora Allen. Se acercó y se detuvo justo al lado de su prima.Patricia estaba tan ceñida con los productos de la tienda, que no se dio cuenta de la presencia de Sofía. —Señorita, tiene otros vestidos, estos no llaman mi atención, son demasiado simples —se quejó la joven pensando que se trataba de la dependiente —alguien como yo no podría vestir estos trapos.—De casualidad no necesita un café, se nota que disfruta gastar lo que no le pertenece, señorita.El rostro de Patricia se volvió pálido, trató de calmarse. Si esa estúpida hubiera querido eliminarla, lo habría hecho sin mucho esfuerzo.—Acostumbras a espiar a las personas, que
Patricia regresó a la mansión con un moretón en su mejilla izquierda y otro en su abdomen. Jamás imagino que Sofía se pudiera comportar de esa manera tan cruel.Se colocó un poco de hielo, observó a su esposo ingresar a la habitación. El hombre la miró, parecía estar molesto.Pero al ver a su esposa, notó que algo no andaba bien.—¿Qué te sucedió?—La estúpida de Sofía me atacó, estaba tranquilamente en la tienda, cuando ella me golpeó.Las palabras de su esposa llamaron su atención, jamás imagino que Sofía pudiera hacer algo como eso.Siempre fue dulce, pero eso no era algo habitual en ella.Se acercó y revisó el morete en la mejilla de Patricia; parecía que la había golpeado con rabia.—Al parecer estaba furiosa.—Tenía un arma y apuntó a mi cabeza, quería matarme —replicó molesta.—¿Quieres que llame a la policía y ponga la demanda?Patricia cerró los ojos y colocó el hielo en su mejilla adolorida.—No es necesario, le ordenó a los guardias borrar los videos y amenazó a todos en la
Sofía caminó de manera elegante a la entrada, se detuvo frente al edificio por unos segundos, miles de recuerdos inundaron su mente, se colocó unas gafas. Iba a cumplir su promesa, el señor Allen le había hecho una petición y ella pensaba cumplir. Al ingresar al sitio, los empleados la miraron sorprendidos, algunos murmuraban entre ellos, continuó avanzando sin prestar tanta atención.Pero podía escuchar todo lo que decían, la mayoría estaban felices de verla de nuevo, obviamente Pablo no era una persona fácil de soportar. —¿Señora Clark piensa volver a la empresa? Le preguntó una mujer que había trabajado años en la empresa. —Sí, solo es cuestión de tiempo. Continuó su camino, el lugar estaba tal y como lo recordaba, ingresó al ascensor y marcó el piso indicado. Había llamado a la junta directiva a una reunión importante, ordenó no decirle nada a Pablo. Quería conocerlos en persona, era consciente de que algunos de ellos eran sus enemigos y otros posibles aliados. Las puerta
Los guardaespaldas solo observaban lo que sucedía con atención, tenían prohibido involucrarse, la jefa se haría cargo de todo. —Traes a tus matones para amenazarnos —replicó uno de los hombres levantándose de su asiento —no me impresionas, le soy fiel a Pablo. —Puedes pensar lo que quieras, no me importa. Se escucharon los gritos de Pablo en el exterior, la puerta estaba cerrada con llave. —Abre la puerta, maldita zorra, o voy a golpearte, abre de una vez —exclamó el hombre molesto. Todos en la sala volvieron a ver a la mujer que estaba sentada tranquilamente en la silla del CEO. —El jefe está aquí, espero estés preparada —habló uno de los hombres con burla. Pero eso ni siquiera inmutó a Sofía, quien parecía estar tan tranquila. —Pueden salir, tengo asunto que arreglar con el imbécil detrás de esa puerta. El guardaespaldas abrió la puerta, pudo ver a Pablo de pie, mirándola como si quisiera matarla. Una sonrisa se dibujó en sus labios. Si fuera la mujer del pasado, estaría b