VERONICAMe acuerdo de aquella noche en que me encontraba frente a mi armario, rodeada de vestidos que parecían gritarme desde la perchera. Rojo, negro, blanco... cada uno era una opción que me hacía sentir de manera diferente. Quería verse atrevida, sensual, no tan inocente. Quería impresionar a Bruno, hacer que se diera cuenta de que yo era una mujer que valía la pena.Me probé varios vestidos, pero no podía evitar sentirme sola y triste. Antes, podía llamar a mis amigas y pedirles su opinión. Podíamos pasar horas hablando de moda, de hombres, de la vida en general. Pero en ese momento, todo eso era solo un recuerdo lejano.Me sentí como si estuviera atrapada en una burbuja, sin nadie con quien compartir mis pensamientos, mis sentimientos. Las personas que creía que eran mis amigas resultaron ser unas traidoras. Me dolía pensar en ellas, en cómo me habían fallado.Pero no podía permitir que eso me detuviera. Tenía que seguir adelante, tenía que impresionar a Bruno. Me miré en el esp
VERONICAMe tomó de la mano y me condujo a una habitación que me dejó sin aliento. Era enorme, con una cama que parecía un trono y un clóset que ocupaba toda una pared. Me sentí como si hubiera entrado en un palacio.—Esta será tu habitación cuando vengas a quedarte conmigo —dijo Bruno, sonriendo.No entendía muy bien como funcionaba y aunque sabía que el amo no dormía con su sumisa, nunca entendía por qué. En los libros no es que lo expliquen mucho.—¿No vas a dormir conmigo? —pregunté.Bruno se rió suavemente.—No, Verónica. Al menos, no al principio. Como apenas estamos iniciando, lo ideal es que la sumisa no duerma con el amo.—¿Por qué? —pregunté.—Porque dormir con la pareja crea lazos, crea intimidad —explicó Bruno—. Y nosotros somos para disfrutar, para tener sexo, para respetarnos... pero no para crear esos lazos afectivos de necesidad.Me quedé pensativa, tratando de entender su lógica. Pero al mismo tiempo, me sentí un poco incómoda con la idea de no dormir con él.—Ahora v
VERONICA—Así que esa es tu nueva adquisición —dijo Almir, su voz llena de curiosidad—. ¿Cómo se llama?—No tiene nombre —respondió Bruno—. Al menos, no todavía.Almir se rió suavemente.—Ah, entiendo. Una suma en blanco, esperando a ser moldeada.Bruno asintió con la cabeza.—Algo así.—Me gustaría ver cómo se desenvuelve —dijo Almir, su voz llena de interés—. ¿Puedo?—Pero no será esta noche —dijo Bruno, su voz firme y autoritaria.Almir se rió suavemente.—¿Ah, no? —dijo, su voz llena de sorpresa—. ¿Y por qué no?—Porque esta noche es para mí —dijo Bruno, su voz baja y posesiva—. Y no la compartiré con nadie.Me genera una gran satisfacción saber que no me compartirá con nadie más, porque solo quiero pertenecerle a él. Sé que es normal en este mundo, pero me sentiría incómoda si otros me poseyeran mientras él observa. Sin embargo, no puedo evitar sentir un escalofrío de emoción al imaginar una escena tan oscura y prohibida.—¿Piensas volver al club? —preguntó Almir, su voz llena de
VERONICA— ¡Ayuda! —exclamó la chica, agarrándome del brazo con una fuerza desesperada—. Por favor, ayúdame.Su voz temblaba de miedo y su mirada era wild y desesperada. La observé con preocupación, notando las ojeras oscuras bajo sus ojos y la palidez de su piel.La chica se acercó más a mí, su aliento cálido en mi oreja.— Calma, calma —le dije, tratando de calmarla con un tono suave—. ¿Quién eres?La chica se echó hacia atrás, su mirada escaneando la cocina como si buscara una salida. Su pecho subía y bajaba con rapidez, como si estuviera a punto de hiperventilar.Las suplicas de la chica no las podía obviar, Pero también sabía que estaba violando las exigencias de Bruno.Él me había advertido explícitamente que no hablara con nadie, que no me metiera en nada. Pero ¿cómo podía ignorar la desesperación en los ojos de esa chica? ¿Cómo podía dejarla sola en su momento de necesidad?Me sentí atrapada entre mi lealtad a Bruno y mi instinto de ayudar a alguien que lo necesitaba. Pero sab
Me limpié las lágrimas mirándome el espejo, tratando de calmarme después de leer el mensaje que me envió mi amiga Alejandra. Me confirmó que mi ex la persona que me engañó con Daniela que era mi supuesta mejor amiga, irían juntos a la boda de Luciana, otra de nuestras amigas comunes.Perra maldita.Chille mas alto destrozada por la traicion de los dos y lo peor, era que sentia que mis amigas no me apoyaban en nada. Tres años con Jack y resulta que todo era un mentira.No entendia porque las personas hacian eso, si ya no aman a su pareja, porque no terminan, antes de cometer ese acto tan despreciable.—Estás bien, Verónica? —preguntó, su voz fría y calculadora.Rápidamente me limpié las lágrimas y respiré profundo antes de responderle.—Sí, señor, estoy bien —dije, tratando de mantener la calma—. Ya salgo. Discúlpeme.Lo escuche gruñir y eso me puso más nerviosa.—Por favor, hazlo rápido —dijo—. Y ven a mi oficina inmediatamente.Asentí y me apresuré a salir del baño, tratando de recom
VERONICA—Lista para el espectáculo.—Estoy lista, señor —respondí, intentando mantener la calma.—Muy bien —dijo, sonriendo—. Vamos. Necesito que estés segura de que no eres tú la que va a casarse, pero sí la que va a robarse todas las miradas, porque estás muy hermosa.Me sorprendí de nuevo al escuchar sus palabras. Nunca pensé que fuera un hombre tan elocuente o que le gustara elogiar la belleza de una mujer. Sin embargo, guardé silencio y no me bajé del auto inmediatamente. Esperé a que Bruno Romano bajara primero y me abriera la puerta.Le ofrecí la mano y noté cómo me admiraba. Había optado por un vestido rojo, tal como él me había recomendado. Sus palabras habían calado profundamente en mí y había sentido que mis amigas no eran realmente mis amigas cuando apoyaron a Daniela después de su traición.Iba a ser la dama de honor, pero después de todo lo que había pasado, decidí no presentarme como dama de honor a la boda. Quería estar ahí para mi amiga, pero sabía que las cosas iban
VERONICAEmpecé a hiperventilar mientras me acercaba a los padres de Luciana y a ellos, a mi mejor amiga y a mi novio, los dos traidores que me habían destrozado el corazón.—Mantén la cabeza en alto, no les demuestres debilidad —me dijo Bruno, su voz baja y penetrante.—¿Cómo me dices esto? —le respondí, mi voz llena de incredulidad. —Si tú me estás enfrentando a ellos. Desde que supe que me traicionaron, no los había visto.Bruno se rió suavemente.—Es mejor ahora —dijo—. Es mejor enfrentarlos ahora y no después.—No me siento preparada —admití, mi voz temblando ligeramente.—No estabas preparada cuando te engañaron, ¿verdad? —dijo Bruno, su mirada intensa—. Y aun así sobreviviste. Sobrevivirás a esto también.—¿Y si no puedo? —le pregunté, mi voz apenas un susurro.—La mejor forma de enfrentar a unos traidores es mostrarles una sonrisa radiante —dijo Bruno, sonriendo—. Y tú tienes una perfecta.Me aclaré la garganta y me recompuse, revelando un destello de determinación en mis ojos
VERONICALa ceremonia se llevó a cabo en un hermoso jardín al aire libre, con el agua del lago como telón de fondo. La novia, Luciana, mi mejor amiga, caminó hacia el altar con una sonrisa radiante en su rostro.Las damas de honor, amigas nuestras desde la universidad, estaban sentadas en la primera fila, sonriendo y llorando al mismo tiempo. Me sentí un poco extraña al verlas allí, sabiendo que debería estar sentada junto a ellas, pero en ese momento no me importaba. Había distanciado a esas amigas después de todo lo que había pasado.El oficiante de la ceremonia comenzó a hablar, su voz clara y resonante. Habló de la importancia del amor y la compromiso, de la unión de dos personas en matrimonio. Luciana y su novio escuchaban atentamente, sus ojos fijos el uno en el otro.Después de un rato, el oficiante les pidió que se intercambiaran los votos. El novio comenzó a hablar, su voz llena de emoción. Prometió amar y proteger a Luciana por el resto de su vida.Luciana hizo lo mismo, pro