TENSION

VERONICA

— ¡Ayuda! —exclamó la chica, agarrándome del brazo con una fuerza desesperada—. Por favor, ayúdame.

Su voz temblaba de miedo y su mirada era wild y desesperada. La observé con preocupación, notando las ojeras oscuras bajo sus ojos y la palidez de su piel.

La chica se acercó más a mí, su aliento cálido en mi oreja.

— Calma, calma —le dije, tratando de calmarla con un tono suave—. ¿Quién eres?

La chica se echó hacia atrás, su mirada escaneando la cocina como si buscara una salida. Su pecho subía y bajaba con rapidez, como si estuviera a punto de hiperventilar.

Las suplicas de la chica no las podía obviar, Pero también sabía que estaba violando las exigencias de Bruno.

Él me había advertido explícitamente que no hablara con nadie, que no me metiera en nada. Pero ¿cómo podía ignorar la desesperación en los ojos de esa chica? ¿Cómo podía dejarla sola en su momento de necesidad?

Me sentí atrapada entre mi lealtad a Bruno y mi instinto de ayudar a alguien que lo necesitaba. Pero sab
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