Les dejo esta escena por aqui y me retiro lentamente jiji. Las veo comentando, reseñando y dando like, sino, aqui vamos a sufrir todas JAJAJA
Para Matías, el recibimiento de Emma no solo fue grato, sino que sorprendente, pues jamás imaginó que con la amenaza de aquel beso, ella saliera a su encuentro, pero allí estaba, respondiéndole, con su corazón, a punto de explorar.Sin tiempo que perder, la elevó del suelo y la pegó a la pared más cercana. Todo sin dejar de probarla ni un solo momento. A la misma vez, los dedos de Emma se enredaban en su cuello.Cuando fue imposible respirar, se separaron. Pegaron su frente a la del otro.— No sabes cuánto tiempo había estado esperando por esto — fueron las palabras de Matías, y Emma sonrió, nerviosa.— Y yo también, pero tengo miedo, Matías — confesó.— Lo sé, pero si tú me lo permites, puedo convertir ese miedo en tranquilidad.— Yo…— Emma, te amo — admitió Matías con sinceridad, y Emma lo miró con ojos abandonados.— Yo también, Matías. Nunca dejé de amarte — cerró brevemente los ojos y exhaló largo.De repente, el resuello de Mía los interrumpió. Matías sonrió.— Alguien parece qu
Fue más perfecto de lo que recordaba.La hizo suya y no hubo segundo que no lea adulara con palabras de cariño y afirmaciones.— Eres hermosa, Emma — le dijo, a medida que dejaba un reguero de besos por su plexo solar.Emma lo admiró todo el tiempo. Tenía la respiración agitada y la vista empañada.— Tú… también eres hermoso.Matías sonrió, orgulloso, maravillado por su inocencia, y continuó bajando hasta que llegó a ese lugar que moría por volver a probar. Le separó las piernas con delicadez, y se hundió en ella.Emma se arqueó y ahogó un jadeo de placer cuando la lengua de Matías comenzó a trabajar en ella.— Ah, Matías — musitó, poseída. Dios, él sabía muy bien lo que hacía, y con cada embestida de su lengua en sus pliegues más sensibles, sentía que desfallecería.— Joder, Emma, sabes mejor de lo que recuerdo — gruñó con fiereza y alzó el rostro. Sus labios húmedos y nariz húmeda la sonrojaron —. Pero voy a necesitar más que una probada o estallaré.Y antes de darle tiempo a reaccio
Matías consiguió llegar a tiempo, pero todo gracias a que le pidieron una autorización de viaje para sacar a Mía del país y que ella no tenía, pues la hija de ambos era brasileña por nacimiento y no podría llevársela sin su firma.— ¿En dónde está? — preguntó Matías, agitado, después de saltarse todos los protocolos de seguridad del aeropuerto. No le importaba la multa, no le importaba nada, salvo explicarse con Emma por lo que había leído.— Sigue en la sala de espera señor, ha perdido su vuelo.Matías asintió, aliviado, y exhaló profundo antes de dirigirse a su destino. La encontró sentada en una de las sillas, sola, con la mirada perdida a través de los grandes ventanales que daban a la pista.— ¿Emma? — llamó con cuidado.Emma sintió su corazón detenerse un latido cuando escuchó la voz de Matías a un palmo de ella. Se giró e incorporó cómo un rayo. Mía estaba pegada a ella.— ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó, contrariada. Él no debería estar allí.Matías notó enseguida que sus
Salieron del aeropuerto seguidos por el séquito de hombres de Matías, y se detuvieron en la casa de Amelia y Cristóbal.Emma miró al padre de su hija sin comprender.— Matías, ¿Qué hacemos aquí? Creí que querrías hablar.— Sí, pero nuestra hija no tiene por qué escuchar nuestras primeras peleas maritales — le dijo en un tono de broma.— Esto no es una pelea marital — defendió, de pronto sonrojada.— Amelia y Cristóbal estarán encantados de quedarse con Mía las próximas horas.— ¿Qué? Pero…En eso, Amelia y Cristóbal se asomaron. Emma y Matías bajaron del auto.Cristóbal saludó a su amigo y Amelia se llevó a Emma a un lugar más apartado.— Estará bien conmigo, lo sabes, la cuidaré muy bien mientras tú y Matías resuelven lo que sea que tengan que resolver.— Lo sabes.— Bueno, cuando me dijiste que necesitas ayuda con dos boletos de avión para ti y Mía, y luego Matías llamando a Cristóbal, nos tuvimos que poner al tanto, así que sea lo que sea que esté ocurriendo, deben resolverlo.Emma
Ese día, navegaron y no volvieron hasta entrada la noche, y es que a pesar de la preocupación que sentía Emma por su recién nacida, Mía estaba perfectamente bien bajo el cuidado de Cristóbal y Amelia, incluso, hicieron videollamada con ellos, no solo para dejarla tranquila respecto a la niña, que se encontraba más que tranquila en los acogedores brazos de Amelia, sino, también para mostrarles el anillo y darles la buena noticia.Sus amigos no pudieron estar más felices, tanto que exigieron ser los padrinos de esa boda, y por supuesto, Emma y Matías se mostraron encantadísimos con la idea. Nada les llenaría el corazón que fuesen ellos quienes los acompañaran en una decisión tan importante y especial. Dios, no cabían de la felicidad por ellos, sobre todo por todo lo que habían tenido que pasar para al fin poder estar juntos, amándose libremente.Tumbados a los pies de una luna llena, con el inmenso mar de fondo y las olas meciéndose suavemente, Matías adornaba a Emma con besos y delicada
Un mes después de comprometerse en matrimonio, al fin decidieron la fecha de la boda. Sería hasta dentro de dos meses después. El tiempo suficiente para planear una ceremonia íntima. Para esa fecha ya nada los perturbaba y acechaba, pues el mismo día del juicio de aquellos maleantes que les hicieron mucho daño, se enteraron de que cumplirían una larga condena en prisión.Emma al fin pudo sentirse tranquila y respirar en paz.— ¿Qué has pensado sobre lo que te pregunté el otro día? — sacó a relucir Matías una tarde, mientras regresaban de unas largas compras para Mía, y alguna que otra cosa para ella que no pudo evitar, pues Matías ansiaba verle ataviada en un par de vestidos que aseguró se verían perfectos en y una que otra joya que adornarían su piel. Para él no compró nada, pues a pesar de tenerlo en lo material, la realidad es que sentía que nada le faltaba con esas dos mujeres en su vida.— ¿Sobre dónde viviremos? — recordó y Matías asintió.— Sí, ya sabes que la mayor parte de nue
Cristóbal conocía a Mía desde que tenía uso de razón. Ocho años de diferencia. Los suficientes para saber que no podía ni debía fijarse en ella. Por Dios, era la mejor amiga de su hermana, la hija de sus tíos. Eran familia, aunque por sus venas no corriese la misma sangre!Pero pasó, y pasó una noche luego de un año en el extranjero. Ella ya no era la misma adolescente de la que se despidió en el aeropuerto ni la que estaba obsesionada con su banda de pop favorita.Ella se había convertido en una joven… o mejor dicho, una mujer, completamente distinta, tanto que no la reconoció la misma noche de su regreso, tanto que se la llevó a la cama, la f0ll0, y ya no hubo forma de que pudiera olvidarla.Capitulo 1.Una noche que lo cambiaria todoEspaña, Madrid.— Entonces es una decisión tomada. Vas a romper con Lucrecia — comentó Pablo, el amigo de Cristóbal, y este asintió firmemente —. ¿Y tendrá algo que ver con tu regreso a Brasil? Digo, ambos sabemos quién te espera allí.Cristóbal volteó
Despertó con un terrible dolor de cabeza, y lo primero que Mía vislumbró fue que no estaba en su habitación. Y si era así… ¿en dónde se suponía que estaba? Se incorporó despacio con la mano en la sien, y echó un vistazo a su alrededor. Todavía no amanecía y había un hombre al otro lado de la cama. ¡Un hombre! Ahogó un jadeo de horror y se cubrió con las sábanas. No, no. ¿Qué había hecho? ¿Qué horas eran? Se incorporó fuera de la cama y un mareo la asaltó, luego vinieron las náuseas. Corrió al cuarto de baño y devolvió todo el estómago. Mejor, se levantó con la poca fuerza que le quedaba y volvió a la habitación. Buscó su ropa con dedos temblorosos y lágrimas en sus ojos. No recordaba nada. Absolutamente nada. Entre una prenda y otra, descubrió una tarjeta que salía del pantalón del hombre. La tomó y leyó. Cristóbal Cienfuegos. La soltó horrorizada. No, no podía ser. Cristóbal estaba en España. Él… Alzó el rostro, presintiendo lo peor, y se acercó al otro extremo de la cama, donde