Ay, no, Amelia. ¿Por que no dijiste nada? :/ ¿Qué pasara? GRACIAS POR LEER. Recuerden comentar, reseñar y dar muchos likes si les ha gustado la historia
— Amelia va a estar feliz — le dijo Cristóbal a su madre —. Ella es la razón por la que estoy aquí. Me ha hecho recapacitar y abrir los ojos — tomó sus manos entre las suyas —. Toda mi vida crecí queriéndote como a una madre, y nada hará que te vea de otra forma. Eres mi madre, Brazilia.Para ese punto, lágrimas de felicidad empañaban la vista de la buena y bondadosa mujer.— Ah, Cristóbal…— No, a partir de ahora soy… hijo.Los dos rieron, emocionados. Brazilia alzó la mano y le acarició la mejilla.— Mi hijo, mi pequeño niño — era como tener frente a ella al bebé que salió de sus entrañadas. Tan maravilloso y fuerte.— Ve a empacar tus cosas. Irás a la casa con nosotros.— Pero las mucamas…— Tú, por eso, no te preocupes. Desde este momento, tu lugar en vida es como mi madre, no como el ama de llaves.Brazilia esbozó una nostálgica sonrisa.— Hijo, es lo que me ha gustado ser toda la vida. No me quites esto.— No puedo permitirme que sigas trabajando para mí como una empleada más. No
— Tu corazón no es compatible.Cuando Cristóbal escuchó aquellas palabras, el mundo bajo sus pies se detuvo de súbito.— ¿Qué? — tardó en reaccionar.— Lo siento mucho, Cristóbal.— No, no… no puede ser. Tiene que haber algo que…— Era muy probable que esto sucediera. En serio lo lamento, Cristóbal.Pero Cristóbal se negaba a creer que fuese cierto. Qué él no podía donar su corazón a la mujer incluso más que a su propia vida.— ¡Tienes que hacer que funcione! — le exigió, mirándolo a los ojos.Su amigo sintió mucha compasión por él. Lucía perdido y descompuesto de forma increíble.— Cristóbal… — no sabía qué decirle.— ¡Tiene que existir alguna forma! ¡Por favor, es mi mujer! ¡No puede morir! — el terror a perderla se dibujó en su tono de voz.Cuando el doctor y amigo de Cristóbal abrió la boca para responder, una enfermera apareció.— Doctor, es importante que venga ahora. Tiene que escuchar y ver esto.El hombre asintió, se disculpó con verdadero pesar con Cristóbal un momento y sali
El corazón de Cristóbal no podía más con la angustia.Habían transcurrido alrededor de seis horas y nadie le daba razón de su esposa. ¡Sentía que enloquecía!Durante todo el tiempo en el que Amelia estuvo en Quirófano, Brazilia llamó en más de una ocasión.— ¿Qué noticias tienes, hijo? Estoy con el corazón en la boca de la angustia.— Todavía nada. Sigo sin tener razones — respondió el CEO Cristóbal con pesar. ¿Qué diablos estaba pasando allí dentro que nadie salía a decirle nada?— Dios, cariño, tratemos de mantener la calma, ¿sí? Amelia es fuerte y saldrá de esta.— Lo sé. Jamás había conocido a nadie más fuerte que ella — musitó con orgullo.Brazilia sonrió nostálgica desde el otro lado de la línea.— Jamás te vi así de enamorado.— Amelia lo es todo para mí. Es el amor de mi vida. Movería el cielo por ella y por mis hijos.— Lo sé. Eres un hombre maravilloso y ella lo sabe — hubo un momento de silencio —… ¿Cariño?— Estoy aquí, es solo que… no puedo evitar pensar en ese escenario,
Durante los siguientes meses, el CEO se dedicó en cuerpo y alma a su familia. Trabajaba la mayor parte del tiempo desde casa y aprovechaba cada momento para consentir a su dulce y embarazada esposa y jugar largas horas en el jardín de la casa con un pequeño que no se cansaba.Los chequeos de Amelia fueron de mayor importancia. Acudían juntos a cada cita y se iban con las buenas noticias. El corazón estaba funcionando perfecto. Tal cual como las consultas para escuchar los latidos del nuevo bebé y asegurarse de que su crecimiento estuviese perfecto. El pequeño hijo de ambos también era partícipe de esas buenas noticias y momentos de alegría.La familia que estaban formando era de revista. Los medios se morían por fotografiarlos cada vez que los veían juntos y acaparaban a los titulares como la joven familia del año. Fotos en partidos de fútbol que el pequeño Cristóbal adoraba y su padre ni se diga. Amelia los acompañaba feliz solo por verlos y escucharlos reír a carcajadas.Brazilia, po
sinopsis Matías Almonte era un hombre apasionado y de decisiones inquebrantables, por eso, cuando puso los ojos en esa jovencita de belleza hechizante, no dudó en querer tomarla suya y convertirla por fin en la única señora de Almonte.Pero algo pasó una noche que lo cambió todo, y es que aquella jovencita que tan inocencia parecía, no era más que una cínica delincuente que planeó seducirlo hasta burlarse de él como el idiota más grande del mundo.Lo que ella no sabía era que, lo que Matías Almonte tenía de imbécil, lo tenía de mísero y despiadado. ¡Y la haría pagar muy caro!Emma vivía una vida inalterable, hasta que las malas decisiones de su hermano la involucraron sin querer en un mundo asqueroso y oscuro, y tras morir, este dejó no solo deudas sobre sus hombros, sino la sombra de unos contrabandistas de órganos que la habían estado extorsionando con cosas que no quería. Y cuando creyó ver la luz al final del túnel al enamorarse del hombre más cautivador que conocería en su vida,
Llamadas y mensajes de textos sin contestar.Emma había estado tratando de contactarlo durante los últimos días y Matías solo podía pensar en lo idiota que había sido a lo largo de ese año.— Señor, el jet está listo. Despegamos en dos horas — Santiago Torres, su secretario privado y jefe de escoltas, lo sacó de sus cavilaciones. Pero no respondió — ¿Señor?— ¿Qué? — contestó de mala gana, pues en serio estaba que ni el sol lo calentaba.— También me informan de recepción que… la señorita Emma está aquí.Al fin alzó el rostro. ¿Cómo diablos se atrevía a buscarlo? Pensó con impotencia.— Que no la dejen entrar.Santiago frunció el ceño.— ¿Señor?— ¡Ya me escuchaste, carajo! ¡Qué no la dejen entrar!Desconcertado, el hombre terminó por asentir.— Sí, señor — entonces comunicó la orden de su jefe al equipo de recepción.Una hora más tarde, su equipaje ya estaba listo.— Nos vamos — anunció con esa frialdad que ahora lo cobijaba y salió del pent-house. Esa misma mañana lo había arreglado
Tres meses después…Matías había intentado retomar el rumbo de su vida, cosa que no había logrado por completo. No había noche o día en que Emma no apareciera en sus pensamientos y ya no lo soportaba. ¿Cuándo la olvidaría? ¿Cuándo… diablos lo conseguiría?No había vuelto a ser el mismo y eso era algo de lo que las personas que lo querían ya habían comenzado a darse cuenta.La llamada de su amigo Cristóbal lo trajo de regreso al presente.— Cristóbal — intentó sonar alegre.— Sé te da fatal fingir que estás bien — le respondió este enseguida.— No sé de qué hablas.— Matías, te conozco, ¿recuerdas? Y ya desde hace algunos meses te noto distante. Exactamente, después de lo que te dije aquella vez. ¿Qué fue lo que pasó?— No pasó nada.— Matías…En eso, su jefe de escoltas entró por la puerta.— Me tengo que ir, ¿de acuerdo? El trabajo me llama.— El trabajo no lo es todo. ¿Cuándo volverás a Brazil? Te echamos de menos por aquí.— No lo sé. Te avisaré cuando llegue ese día — y colgó.Cris
Aterrizó en el aeropuerto privado de Zúrich entrada la madrugada, y apenas amaneció, puso a toda su gente a buscarla.— Quiero una respuesta esta misma tarde — les ordenó a todos antes de que desaparecieran por la puerta, quedándose únicamente con su secretario y jefe de escoltas.— Señor, ¿puedo saber cuáles son sus planes cuando encuentre a la muchacha? — le preguntó el hombre.— Primero, asegurarme de que ese hijo sea mío, y si lo es, no puedo consentir que nazca y se eduque junto a una mujer como… ella — mencionar su nombre todavía le dolía.Su jefe de escoltas guardó silencio con verdadero asombro. No lo había escuchado hablar jamás de esa forma. Era otro. Se había convertido en otro.— De acuerdo, señor — entonces lo dejó solo, y Matías se deshizo de esa máscara de frialdad con la que había estado cubriendo durante meses a un hombre herido.— Un hijo — musitó para sí mismo, y miró a través de la ventana.Ella estaba embarazada de un hijo que podía ser suyo. Un hijo que quizás hab