Ay diossssss... ¿Qué pasara? Gracias por leer. Recuerden comentar, reseñar y dar like
— No aprendiste la lección, ¿verdad, Amelia? — preguntó Caterina, mientras cerraba la puerta tras de sí.Pero Amelia alzó el mentón y se interpuso entre ella y la figura laxa del padre de sus hijos.— ¿Qué está haciendo aquí?— Vine a ver a mi hijo, ¿no te parece obvio? Hazte a un lado. Mira cómo está por tu culpa. Siempre supe que lo destruirías.— ¡Aquí la única que nos destruyó fue usted, con sus mentiras y engaños! ¡No voy a permitir que se acerque a Cristóbal! ¡Sobre todo ahora que sé la verdad!Caterina entornó los ojos.— ¿Qué verdad?— Usted no es la madre de Cristóbal.— ¡Cállate! ¿Quién te dijo esa mentira? ¡Cristóbal es mi hijo y ni tú ni nadie me va a impedir estar cerca de él! — amenazó, y de pronto, sacó de su espalda una navaja. Amelia abrió los ojos y se protegió el vientre por instinto.Caterina la evaluó.— ¿Por qué te llevas las manos al vientre? — exigió saber en un gruñido, sospechando. Amelia no respondió — Estás embarazada otra vez… ¡Mald¡ta mosca muerta! ¡Estás
Durante los días siguientes, Amelia no se separó de Cristóbal ni por un instante. Pasaba los días enteros a su lado y lo cuidaba como nunca nadie. Todo el personal médico estaba asombrado por su ardua dedicación.— Sabía que iba a encontrarla aquí — le dijo una enfermera una tarde —. Le traje este libro. Seguro acabó ya el otro, ¿verdad?Amelia sonrió.— Sí, y creo que a Cristóbal le ha gustado la lectura — pues todas las noches, se sentaba a la orilla de la cama y se devoraba páginas enteras hasta quedar profunda.— Me alegra. Los médicos no creen que él pueda escucharla, pero se nota que usted sí cree en los milagros, así que no deje de hablarle. Estoy segura de que en el fondo él sí la escucha. ¿Lo quiere mucho, verdad?— Lo amo — admitió sonrojada —. No solo es el padre de mis hijos, sino… el primer y único hombre en vida, en todos los sentidos.La dulce enfermera sonrió y tomó sus manos.— Él despertará para devolverle todo lo que hecho por él durante estos días. No me cabe la men
El primer juicio sería hasta dentro de cuatro días. Desde ese momento, Amelia no pudo conciliar el sueño sin sentirse inquieta al respecto.Un día antes de la fecha prevista, Matías la convenció para que fuese a realizarse un chequeo general. Ya su estado físico era preocupante.— ¿Cómo te sientes con tu nuevo corazón, Amelia? — el doctor le hizo preguntas mientras la inspeccionaba.— Bien, aunque me agito demasiado. Supongo que es por el bebé en camino.El doctor la miró brevemente, un tanto extrañado.— Revisaremos los exámenes para descartar cualquier cosa, ¿de acuerdo?Amelia asintió, ansiosa por volver a la habitación con Cristóbal, pero aguardó hasta que el doctor habló.— Después de la cirugía, ¿te hiciste algún chequeo?— No, doctor. ¿Por qué?— Amelia… este corazón no podrá sobrevivir por mucho tiempo dentro de ti.Amelia se quedó helada.— ¿Qué…?— Este corazón está rechazando tu cuerpo, y sí…De repente, alguien llamó a la puerta. Se trataba de una enfermera.— Doctor, discu
La recuperación de Cristóbal dejó atónitos a los médicos, pues ya perdían las esperanzas de que fuese posible verlo despertar, y no solo eso, sino que durante las horas siguientes, mostró increíbles mejoras en las pruebas que le realizaron.Amelia, por su lado, estuvo junto a él en todo momento, incluso lo ayudó a llegar a la tina y le preparó el agua a la temperatura perfecta, además de la ropa y cosas de aseo personal que tenía en la maleta que le hizo llegar Brazilia con uno de los guardias.— Si me necesitas, estaré en la habitación — le dijo ella con una sonrisa, y se dispuso a salir, pero Cristóbal la detuvo delicadamente por la muñeca y la devolvió a su sitio.— Te necesito ahora — respondió él con voz profunda y la mirada llena de matices sobre la suya. Tomó la suave mano de su esposa y la llevó a su pecho.Amelia parpadeó, turbada, pero con inocencia y seducción, pasó un trago a medida que, despacio, empezaba a explorar su piel.Cristóbal se tensó e irguió… por todas partes, e
Esperó paciente. Nadie se atrevería a ponerle un dedo encima a su mujer. No si estaba él para impedirlo.Cuando uno de sus guardias le avisó sobre la presencia de agentes en el hospital, Cristóbal miró de soslayo a una Amelia que dormía profundamente, luego salió de la habitación haciendo presión en una de las heridas que tenía a un costado.— Señor Cienfuegos, lamentamos venir hasta acá tratándose de un momento delicado de salud para usted, pero…— Sé a lo que han venido — interrumpió de tajo, para nada amigable —. Y de una vez les digo que, de lo que sea que estén acusando a mi mujer, ella es inocente.— Comprendo su postura, señor, pero entenderá que solo estamos haciendo nuestro trabajo.— Su trabajo es dar con la cabeza detrás de todo esto. Ella no tiene absolutamente nada que ver. ¡Yo soy el CEO de las empresas Cienfuegos! ¡Yo no he hecho ninguna denuncia en contra de mi mujer, por favor! ¡Esto es absurdo!— Temo que esto no se trata solo de usted, señor. Las personas detrás de l
Los días comenzaron a pasar.Los abogados de Cristóbal estaban trabajando arduamente para que él y su mujer quedaran absueltos de semejante acusación, aunque no pudieron evitar que a Amelia se le interrogara sobre la firma y a él sobre la desorbitante cantidad de dinero a su cuenta personal. Pero, gracias a las pruebas y meticulosidad del equipo de Cristóbal, se comenzó a descubrir que todo se trataba de una trampa, cosa que el CEO ya sabía, y advirtió sobre indagar a la gente de confianza de su madre en la empresa. Sabía quiénes le eran fiel y quiénes podrían cometer tal acto en su contra con tal de venerarla.En cuanto al juicio, después de que le dieran el alta a Cristóbal, supieron que sería hasta dentro de dos semanas, y cuando el día llegó. Cristóbal y sus abogados se fueron con todo.— No tienes que ir, lo sabes. Te dije que puedo hablar con el juez y pedirle que…— No — silenció Amelia a su esposo —. Quiero estar allí cuando el juez dicte su sentencia. Quiero asegurarme de que
Una semana después, el agente encargado de la investigación se comunicó con Cristóbal. Se había descubierto que, detrás del fraude, no solo estaba Caterina Alves, sino la cúpula de delincuentes en los que había confiado para convertir en socios de la empresa.Esa misma mañana, levantó la denuncia, y para la tarde, los agentes les cayeron de sorpresa. Incluso su secretaria también había sido parte de todo aquello, así que el CEO Cienfuegos no dudó en deshacerse de cada uno de ellos.Cristóbal no tuvo piedad con toda la gente coludida. Ya no quería personas así en su vida, sobre todo porque había decidido que involucraría a Amelia en cada una de sus decisiones. A quien no le gustara, podía simplemente irse, porque ella y sus hijos eran lo más importante.Volvió a casa entrada la noche. Esa que en menos de una semana ya se sentía cómo un hogar.La buscó donde sabía la encontraría. En la cocina. Y no pudo evitar sonreír al escucharla dando órdenes sobre la cena de forma dulce y respetuosa.
— Amelia va a estar feliz — le dijo Cristóbal a su madre —. Ella es la razón por la que estoy aquí. Me ha hecho recapacitar y abrir los ojos — tomó sus manos entre las suyas —. Toda mi vida crecí queriéndote como a una madre, y nada hará que te vea de otra forma. Eres mi madre, Brazilia.Para ese punto, lágrimas de felicidad empañaban la vista de la buena y bondadosa mujer.— Ah, Cristóbal…— No, a partir de ahora soy… hijo.Los dos rieron, emocionados. Brazilia alzó la mano y le acarició la mejilla.— Mi hijo, mi pequeño niño — era como tener frente a ella al bebé que salió de sus entrañadas. Tan maravilloso y fuerte.— Ve a empacar tus cosas. Irás a la casa con nosotros.— Pero las mucamas…— Tú, por eso, no te preocupes. Desde este momento, tu lugar en vida es como mi madre, no como el ama de llaves.Brazilia esbozó una nostálgica sonrisa.— Hijo, es lo que me ha gustado ser toda la vida. No me quites esto.— No puedo permitirme que sigas trabajando para mí como una empleada más. No