Ay, estos dos comenzaron a amarse al fin. ¿Ya tendrán su final feliz? Sigan comentando, reseñando y dando like
La recuperación de Cristóbal dejó atónitos a los médicos, pues ya perdían las esperanzas de que fuese posible verlo despertar, y no solo eso, sino que durante las horas siguientes, mostró increíbles mejoras en las pruebas que le realizaron.Amelia, por su lado, estuvo junto a él en todo momento, incluso lo ayudó a llegar a la tina y le preparó el agua a la temperatura perfecta, además de la ropa y cosas de aseo personal que tenía en la maleta que le hizo llegar Brazilia con uno de los guardias.— Si me necesitas, estaré en la habitación — le dijo ella con una sonrisa, y se dispuso a salir, pero Cristóbal la detuvo delicadamente por la muñeca y la devolvió a su sitio.— Te necesito ahora — respondió él con voz profunda y la mirada llena de matices sobre la suya. Tomó la suave mano de su esposa y la llevó a su pecho.Amelia parpadeó, turbada, pero con inocencia y seducción, pasó un trago a medida que, despacio, empezaba a explorar su piel.Cristóbal se tensó e irguió… por todas partes, e
Esperó paciente. Nadie se atrevería a ponerle un dedo encima a su mujer. No si estaba él para impedirlo.Cuando uno de sus guardias le avisó sobre la presencia de agentes en el hospital, Cristóbal miró de soslayo a una Amelia que dormía profundamente, luego salió de la habitación haciendo presión en una de las heridas que tenía a un costado.— Señor Cienfuegos, lamentamos venir hasta acá tratándose de un momento delicado de salud para usted, pero…— Sé a lo que han venido — interrumpió de tajo, para nada amigable —. Y de una vez les digo que, de lo que sea que estén acusando a mi mujer, ella es inocente.— Comprendo su postura, señor, pero entenderá que solo estamos haciendo nuestro trabajo.— Su trabajo es dar con la cabeza detrás de todo esto. Ella no tiene absolutamente nada que ver. ¡Yo soy el CEO de las empresas Cienfuegos! ¡Yo no he hecho ninguna denuncia en contra de mi mujer, por favor! ¡Esto es absurdo!— Temo que esto no se trata solo de usted, señor. Las personas detrás de l
Los días comenzaron a pasar.Los abogados de Cristóbal estaban trabajando arduamente para que él y su mujer quedaran absueltos de semejante acusación, aunque no pudieron evitar que a Amelia se le interrogara sobre la firma y a él sobre la desorbitante cantidad de dinero a su cuenta personal. Pero, gracias a las pruebas y meticulosidad del equipo de Cristóbal, se comenzó a descubrir que todo se trataba de una trampa, cosa que el CEO ya sabía, y advirtió sobre indagar a la gente de confianza de su madre en la empresa. Sabía quiénes le eran fiel y quiénes podrían cometer tal acto en su contra con tal de venerarla.En cuanto al juicio, después de que le dieran el alta a Cristóbal, supieron que sería hasta dentro de dos semanas, y cuando el día llegó. Cristóbal y sus abogados se fueron con todo.— No tienes que ir, lo sabes. Te dije que puedo hablar con el juez y pedirle que…— No — silenció Amelia a su esposo —. Quiero estar allí cuando el juez dicte su sentencia. Quiero asegurarme de que
Una semana después, el agente encargado de la investigación se comunicó con Cristóbal. Se había descubierto que, detrás del fraude, no solo estaba Caterina Alves, sino la cúpula de delincuentes en los que había confiado para convertir en socios de la empresa.Esa misma mañana, levantó la denuncia, y para la tarde, los agentes les cayeron de sorpresa. Incluso su secretaria también había sido parte de todo aquello, así que el CEO Cienfuegos no dudó en deshacerse de cada uno de ellos.Cristóbal no tuvo piedad con toda la gente coludida. Ya no quería personas así en su vida, sobre todo porque había decidido que involucraría a Amelia en cada una de sus decisiones. A quien no le gustara, podía simplemente irse, porque ella y sus hijos eran lo más importante.Volvió a casa entrada la noche. Esa que en menos de una semana ya se sentía cómo un hogar.La buscó donde sabía la encontraría. En la cocina. Y no pudo evitar sonreír al escucharla dando órdenes sobre la cena de forma dulce y respetuosa.
— Amelia va a estar feliz — le dijo Cristóbal a su madre —. Ella es la razón por la que estoy aquí. Me ha hecho recapacitar y abrir los ojos — tomó sus manos entre las suyas —. Toda mi vida crecí queriéndote como a una madre, y nada hará que te vea de otra forma. Eres mi madre, Brazilia.Para ese punto, lágrimas de felicidad empañaban la vista de la buena y bondadosa mujer.— Ah, Cristóbal…— No, a partir de ahora soy… hijo.Los dos rieron, emocionados. Brazilia alzó la mano y le acarició la mejilla.— Mi hijo, mi pequeño niño — era como tener frente a ella al bebé que salió de sus entrañadas. Tan maravilloso y fuerte.— Ve a empacar tus cosas. Irás a la casa con nosotros.— Pero las mucamas…— Tú, por eso, no te preocupes. Desde este momento, tu lugar en vida es como mi madre, no como el ama de llaves.Brazilia esbozó una nostálgica sonrisa.— Hijo, es lo que me ha gustado ser toda la vida. No me quites esto.— No puedo permitirme que sigas trabajando para mí como una empleada más. No
— Tu corazón no es compatible.Cuando Cristóbal escuchó aquellas palabras, el mundo bajo sus pies se detuvo de súbito.— ¿Qué? — tardó en reaccionar.— Lo siento mucho, Cristóbal.— No, no… no puede ser. Tiene que haber algo que…— Era muy probable que esto sucediera. En serio lo lamento, Cristóbal.Pero Cristóbal se negaba a creer que fuese cierto. Qué él no podía donar su corazón a la mujer incluso más que a su propia vida.— ¡Tienes que hacer que funcione! — le exigió, mirándolo a los ojos.Su amigo sintió mucha compasión por él. Lucía perdido y descompuesto de forma increíble.— Cristóbal… — no sabía qué decirle.— ¡Tiene que existir alguna forma! ¡Por favor, es mi mujer! ¡No puede morir! — el terror a perderla se dibujó en su tono de voz.Cuando el doctor y amigo de Cristóbal abrió la boca para responder, una enfermera apareció.— Doctor, es importante que venga ahora. Tiene que escuchar y ver esto.El hombre asintió, se disculpó con verdadero pesar con Cristóbal un momento y sali
El corazón de Cristóbal no podía más con la angustia.Habían transcurrido alrededor de seis horas y nadie le daba razón de su esposa. ¡Sentía que enloquecía!Durante todo el tiempo en el que Amelia estuvo en Quirófano, Brazilia llamó en más de una ocasión.— ¿Qué noticias tienes, hijo? Estoy con el corazón en la boca de la angustia.— Todavía nada. Sigo sin tener razones — respondió el CEO Cristóbal con pesar. ¿Qué diablos estaba pasando allí dentro que nadie salía a decirle nada?— Dios, cariño, tratemos de mantener la calma, ¿sí? Amelia es fuerte y saldrá de esta.— Lo sé. Jamás había conocido a nadie más fuerte que ella — musitó con orgullo.Brazilia sonrió nostálgica desde el otro lado de la línea.— Jamás te vi así de enamorado.— Amelia lo es todo para mí. Es el amor de mi vida. Movería el cielo por ella y por mis hijos.— Lo sé. Eres un hombre maravilloso y ella lo sabe — hubo un momento de silencio —… ¿Cariño?— Estoy aquí, es solo que… no puedo evitar pensar en ese escenario,
Durante los siguientes meses, el CEO se dedicó en cuerpo y alma a su familia. Trabajaba la mayor parte del tiempo desde casa y aprovechaba cada momento para consentir a su dulce y embarazada esposa y jugar largas horas en el jardín de la casa con un pequeño que no se cansaba.Los chequeos de Amelia fueron de mayor importancia. Acudían juntos a cada cita y se iban con las buenas noticias. El corazón estaba funcionando perfecto. Tal cual como las consultas para escuchar los latidos del nuevo bebé y asegurarse de que su crecimiento estuviese perfecto. El pequeño hijo de ambos también era partícipe de esas buenas noticias y momentos de alegría.La familia que estaban formando era de revista. Los medios se morían por fotografiarlos cada vez que los veían juntos y acaparaban a los titulares como la joven familia del año. Fotos en partidos de fútbol que el pequeño Cristóbal adoraba y su padre ni se diga. Amelia los acompañaba feliz solo por verlos y escucharlos reír a carcajadas.Brazilia, po