–¡Giordano! –gritó Bianca al escuchar la conversación y lo que decía su hijo con un marcado acento italiano–. Creí que te había educado mejor.–Lo siento, mamá –dijo Jordan sonriendo. Angela fue directo a saludar a su madre con un beso y un abrazo. La extraña, hace semanas no la ve.Aunque Bianca había aprendido a hablar inglés de pequeña, aún lo salpicaba con su acento italiano. Había conocido a su marido cuando tenía veinte ún años y trabajaba como recepcionista de hotel y él estaba de vacaciones en la Toscana.El timbre sonó y Selena se sobresaltó.–Voyyo.–Deberías habérmelo contado hija–protestó su madre al sentarse–. Podríamos haber ido a recogerte al autobús.–No hacía falta, de verdad, además quería que fuera una sorpresa –dijo sintiéndose culpable.–Ha sacado tu vena de mujer independiente, Bianca –farfulló Luigui mientras Angela lo besaba en la mejilla.Era obvio que Cold no les había contado lo de Dante Welker… aún.Detodos modos, la alegría de tenera sus hijos allí alomejo
Mientras Dante conducía alejándose de la casa de los Bernal, Angela estaba sentada a su lado en un completo silencio sepulcral. La miró por el rabillo del ojo, pero ella tenía la mirada clavada alfrente.Su llegada a casa de los Bernal había tenido el recibimiento esperado, pero bajo ningún concepto iba a sentirse rechazado o inferior solo porque la familia de Angela mirara a los Walker por encima del hombro, y mucho menos después de lo que los dos habían compartido en su piso.El se presnto en esa casa porque no quería imaginarla allí sola frente al resto de la familia en medio de una discusión. Y, además, el problema lo tenían con él.Aunque Angela lo destriparía por semejante analogía, ahora mismo se sentía como un príncipe azul alejándose a caballo con la damisela en a puros. Él tenía un coche, no un caballo, y ella era una mujer que había demostrado saber cuidar de sí misma. Además, su armadura tenía unas cuantas grietas generadas por su apellido, al menos en lo que respectaba a
Dante mal dijo, la agarró de la mano y tiró de ella. Cuando entraron en el piso, estaban fríos y empapados.Angela tembló y Dante soltó la bolsa y le lanzó una de las dos toallas que había sacado de un armario cercano.–Toma, secate.–Gracias –ella se secó la cara y el pelo y en ese momento se dio cuenta de que tenía el polo blanco pegado a la piel y que se le transparentaban el sujetadorde en caje y los pezones erectos.Y a juzgar por la dirección en la que miraba Dante, él también sehabía fijado.Angela, mirando su torso de músculos claramentede finidos, se colocóla tolla delante y se aferró a ella.–La habitación de invitados está al fondo, por si quieres ir a cambiarte.–Gracias –Angela tomo la bolsa y fue hacia allí con la intención de poner algo de distancia entre los dos y de recomponerse.De ningún modo se quedaría ahí. Sin embargo, por desgracia para ella, la lluvia torrencial no cesó mientras se puso un chándal y se refrescó en el baño.Estaba entre la espada y la pared. Si
–Puedo resistirme a ti sin ningún problema –dijo Angela, aunque ni siquiera a ella le resultaron convincentes esas palabras.–Talvez, pero no hemos dicho que yo pueda resistirme a ti.Si había sido Dante el que la había tocado primero, ¿significaba eso que ella ya no tenía que contenerse?Deslizó la mano sobre su hombro y, ejerciendo una delicada presión, le acercó la cabeza hacia ella.–¿Un último acto derebeldía al enrollarte con un Walker?–murmuró él.–¿Por qué no? –susurró ella contra sus labios–. De todos modos, todos piensan que ya lo he hecho.Dante dejó escapar un gemido y entonces sus labios se tocaron en unbeso ardiente y lleno de promesas.Él le ladeó la cabeza y, tomándose su tiempo, exploró su boca. Y cuando quiso más, ella echó la cabeza atrás y Dante se inclinó hacia ella y la tendió en el sofá.Sin dejar de besarla, le abrióla camisa del pijama.Angela arqueó la espalda y los pezones se le endurecieron al rozar el torso de Dante. Le ardía el cuerpo mientras se movía en
–Tengo que parar un momento en un sitio antes de que salgamos para Nueva York.Angela ladeó la cabeza como preguntándole.–Tengo que ir a Construcciones Walker. Mi padre me ha pedido que me pase por allí y… –se encogió de hombros–nos pilla de paso.–Bueno, ya hemos tenido nuestro momento con los Bernal, así que supongo que es justo.–¿Una Bernal queriendo ser justa con un Walker? Nunca digas de esta agua no beberé.Veinte minutos después, cruzaban el aparcamiento en dirección al coc– Puede que sea una conversación extensa, así que a lo mejor quieres entrar conmigo–dijo Dante mientras guardaba las bolsas en el maletero.–Imagino que esta vez serás tú el que me proteja de tu familia–respondió ella poniéndose las gafas de sol.Dante contuvo una carcajada y dijo:–No necesitarás protección.–¿Por qué soy una chica dura?–Sí, y porque estarán demasiado ocupados atacándome a mí.–Con una Bernal en el edificio, ¿no les preocupará el espionaje corporativo?Él sonrió.–Vamos, podrás juzgarlo
Angela respiró hondo. Había sido un fin de semana intenso. Primero sufamilia ya hora los walker, y eso sin contar el pequeño interludio con Dante. Por Dios, había dormido con el enemigo y ahora le costaba recordar que lo era.Después, todo pasó muy rápido. Jakob los invitó a quedarse a tomarun café y enseguida Angela comprobó que los Walker estaban marcados por la pérdida y por una historia intensa. Cuando finalmente Jakob y Valentin tuvieron que volver al trabajo, Dante y ella se pusieron en marcha.Fue entonces cuando Angela cayó en la cuenta de que tenía por de lante un largo camino de vuelta a Nueva York confinada con él en un coche.**************–Bueno, ha ido bien–dijo Dante ya en la carretera.–Hmm.Élla miró por el rabillo del ojo.–¿Hmm?–Nunca había entrado en Construcciones Walker.Dante serio.–Ya me lo imaginaba, aunque en el instituto tuvieras reputación de chica rebelde.–¿Estás insinuando que podía haberme colado sin permiso?–He dicho rebelde, no espía. El papel de e
–Los he conocido–soltó Angela de pronto.Se produjo un silencio al otro lado del teléfono.–Y…–Mamá, son como cualquier otra familia dedicada al negocio de la construcción. Por lo demás, como sabes, el padr ede Dante abrió la empresa después de mudarse a Welsdale, pero después perdió a su mujer y se vio con dos hijos pequeños a los que criar.El padre de Dante había llegado a Welsda le cuando era joven mientras que su padre había nacido y crecido allí. Solo su madre podía saberlo que era ser un recién llegado e instalarse en un lugar desconocido.–No sé, Angela.Ten cuidado.–No tengo que tener cuidado con nada. Dante y yo no somos pareja. Solo hemos salido un par de veces.Su madre suspiró y Angela se preguntó si habría sido una expresión de alivio.–En cambio, tu padre y yo vamos a cumplir cuarenta y cinco años juntos…–Sí, losé.–Con suerte.Por un lado Angela agradeció el cambio de tema, pero lo que acababa de decir su madre no sonaba muy bien.–¿Con suerte?–Ya sabeslo que dicen,
Angela estaba sentada frente a Katie en una de las salas de reuniones vacías de Cyber Silver Technologies. Habían parado la entrevista unmomento para que la joven revisara sus notas. La sala era propia de una empresa tecnológica vanguardista y estaba llena de luz, que entraba por las enormes ventanas del edificio construido antesde la guerra y con vistas a la Quinta Avenida.Los empleados de Dante pasaban por delante vestidos con ropa informal y con actitud relajada, como si no estuvieran en el trabajo. Podía verlos a través de las paredes de cristal, pero ellos no podían oírla. Por suerte. Aun así, podrían leerlo todo en Millonarios. Y después ella tendría que darle una explicación a su familia.Estaba nerviosa. Costaba relajarse cuando esa entrevista estaba cargada de peligros potenciales.Hasta ahora había podido dar detalles sobre su negocio en respuesta a las preguntas de Katie. Su marca era asequible, comprometida con el medio ambiente y fácil de llevar. Sus mejores diseños est