–Los he conocido–soltó Angela de pronto.Se produjo un silencio al otro lado del teléfono.–Y…–Mamá, son como cualquier otra familia dedicada al negocio de la construcción. Por lo demás, como sabes, el padr ede Dante abrió la empresa después de mudarse a Welsdale, pero después perdió a su mujer y se vio con dos hijos pequeños a los que criar.El padre de Dante había llegado a Welsda le cuando era joven mientras que su padre había nacido y crecido allí. Solo su madre podía saberlo que era ser un recién llegado e instalarse en un lugar desconocido.–No sé, Angela.Ten cuidado.–No tengo que tener cuidado con nada. Dante y yo no somos pareja. Solo hemos salido un par de veces.Su madre suspiró y Angela se preguntó si habría sido una expresión de alivio.–En cambio, tu padre y yo vamos a cumplir cuarenta y cinco años juntos…–Sí, losé.–Con suerte.Por un lado Angela agradeció el cambio de tema, pero lo que acababa de decir su madre no sonaba muy bien.–¿Con suerte?–Ya sabeslo que dicen,
Angela estaba sentada frente a Katie en una de las salas de reuniones vacías de Cyber Silver Technologies. Habían parado la entrevista unmomento para que la joven revisara sus notas. La sala era propia de una empresa tecnológica vanguardista y estaba llena de luz, que entraba por las enormes ventanas del edificio construido antesde la guerra y con vistas a la Quinta Avenida.Los empleados de Dante pasaban por delante vestidos con ropa informal y con actitud relajada, como si no estuvieran en el trabajo. Podía verlos a través de las paredes de cristal, pero ellos no podían oírla. Por suerte. Aun así, podrían leerlo todo en Millonarios. Y después ella tendría que darle una explicación a su familia.Estaba nerviosa. Costaba relajarse cuando esa entrevista estaba cargada de peligros potenciales.Hasta ahora había podido dar detalles sobre su negocio en respuesta a las preguntas de Katie. Su marca era asequible, comprometida con el medio ambiente y fácil de llevar. Sus mejores diseños est
–He indicado a mis abogados que lo tengan todo en orden para la fecha que acordamos –dijo Stuard Lewis por teléfono con tono agradable y relajado.Dante se reclinó en la silla del despacho.–Genial. Lo estoy deseando. ¿Cómo te sientes ahora que casi todo está arreglado?–Como si me hubiera quitado un peso de encima.–La empresa estará en buenas manos, Stuard.–Cuento con ello.–Soy de Welsdale. Para mí es importante ayudar a preservar el pueblo y mantenerme conectado a él–nunca había hecho un comentariotanpersonal en un acuerdo denegocios.–Me lo imaginaba.Estuvieron charlando un rato más, y cuando la llamada terminó, Dante se frotó la nuca.El acuerdo con Stuard estaba cerrado. Ahora solo hacía falta que los abogados terminaran de redactar los documentos de adquisición.Pronto, muy pronto, Damian sería el nuevo propietario de una cadenade televisión local de Welsdale. El apellido Walker se relacionaría con un nuevo negocio, así que podía decirse que había hecho mucho por ensalzar el
Angela se quedó anonadada. Había dado por hecho que, ya que se trataba de un evento tan importante para la industria tecnológica, Alex había decidido acudir y Lia lo había acompañado. ¿En serio Dante se había tomado tantas molestias por ella…?–Ya veo que seguiste mi consejo cuando te dije que merecería la pena tener más de una cita con Dante, es un buen hombre Angela.–¿De qué lado estás?–Del tuyo, por supuesto. ¿Sabes? La verdad es que nunca me gustóCarlos.–¿Y me lo dices ahora?– preguntó Angela mirándola con gesto crítico aTravés del espejo–. Al lado de Dante es como un gatito domesticado.–Exacto. Carlos era demasiado dócil para ti.–¿Y se buscó a otra con la que poder huir del gato salvaje? Lia sonrió.–¿Eso es lo que Dante opina de ti? –Replica LiaAngela se sonrojó.–¿Quién? ¿Dante el domador? Lia se rio.–Tiene un nombre muy apropiado. No es un nombre aburrido.«Como el de Carlos, por ejemplo». Aunque Lia no dijo nada, Angela sabía que lo había pensado.–A lo mejor tiene e
–Así que así es como viven los ricos.–No, así e scomo vivo yo–la corrigió Dante.Angela dejó el bolso en la mesa de la entrada y se giró hacia Dante.El ático dúplex se encontraba en un nuevo complejo de lujo. El piso tenía una iluminación tenue y las luces de la ciudad destellaban al otro lado de los enormes ventanales.–¿Tienes frío?–preguntó él al verla temblar.¿Porqué tenía que tener una voz tan sexy?–No, estoy bien.Mientras Dante abría unas aplicaciones en el móvil, ella aprovechó para recomponerse.Durante el trayecto de vuelta a casa tras el evento benéfico, había meditado sobre lo que quería decir y hacer y había analizado sus sentimientos. Por eso había propuesto ir a la casa de él, porque ahí ella tenía el control para decidir cuándo marcharse.De pronto oyó el aire acondicionado ponerse en marcha y vio las cortinas de terciopelo cerrarse en el salón contiguo al vestíbulo. Sin duda, todo en la casa de Dante era de alta tecnología. Por otro lado, ¿qué se había esperado tr
Sin dejar de mirarlo, ella se bajó la diminuta cremallera oculta situada a un lado de la cintura y el vestido cayó al suelo, dejándola únicamente con las braguitas y las sandalias de tacón alto.Se obligó a mantenerse firme bajo la ardiente mirada de Dante.–Eres preciosa.–¿Cómo no mencionaste esa palabra durante la entrevista?– bromeóAngela.Dante le acarició los brazos y su figura de reloj de arena antes deColar los dedos bajo la tela de las braguitas.–Créeme, para cuando hayamos terminado, me habrás oído decir muchas cosas más.Ella acarició su erección y se humedeció los labios.–Sal de entre esas olas azules que tienes a los pies, preciosa.Angela partó el vestido con los pies y se quitó las sandalias. Después, élla levantó enbrazos y la tendió en la cama. Cuando empezó a desnudarse, ella se incorporó.–Déjame a mí.Le desabrochó el cinturón y después él terminó de desnudarse.Cuando Angela empezó a acariciar su rígido miembro, Dante cerró los ojos con un siseo.–Ah, Angel
Con aprensión, o tal vez horror, Angela vio a su madre bajar del taxi yal conductor entregarle su maleta. Después, la mujer se acercó a ellos con una mezcla de sorpresa y preocupación. –Qué…sorpresa–dijo Angela. Su madre esbozó una amplia sonrisa, demasiado amplia. Como si Dante no estuviera allí. –Quería venir a Nueva York a probar algunos restaurantes. Dante sonrió. –Claro que sí.¿Quétal el PerSe? Justo acabo de mencionárselo a Angela. –Nunca he estado, pero m egustaría probarlo. Angela miró a Dante como si estuviera loco, pero él leguiñó un ojo. –Es complicado conseguir una reserva, pero dejenmelo a mí. «Cómo no», pensó Angela. Era una de las ventajas de tener una cuenta De nueve cifras en el banco. ¿Dante y ella iban a llevar a su madre a cenar? De eso nada. –Ya que va a quedarse con Angela, déjeme subirle la maleta. Aregañadientes, Angela le dio las llaves. –Estaba pensando en ir a almorzar a Eataly… –dijo Camilla. Angela hizo pasar a Camilla al taller y encendió l
–Hola, mamá.¿Qué pasa? –Angela, me han cancelado el programa –dijo Camilla angustiada y sin preámbulos. Angela se quedó atónita. –¿Qué? ¿Cómo puede ser? –Han vendido la cadena y el nuevo propietario quiere darle otro enfoque. –Lo siento, mamá. –El nuevo propietario es Dante. –¿Qué? –impactada, alzó la voz–.¿Dante? –Sí. –Mamá, tiene que ser un error. «Me lo habría dicho. Yo lo habría sabido». No lo había visto ni mientras su madre había estado en la ciudad nidespués. Dante había estado de viaje y luego había tenido que quedars etrabajando hasta tarde algunos días. Aun así, una bomba como esa habría merecido almenos una llamada de teléfono. –No hay ningún error, Angela. Dante Walker es el dueño de Alley Kat Media. –Pero tu cadena de Welsdale es laWBEN-TV. –Que es propieda de Alley Kat Media. Angela resopló. Había evitado hacer demasiadas preguntas a Dante sobre su asociación con LEWIS Stuard porque, dada la rivalidad con su familia, no había querido que pensara que estaba