Capítulo 114 Frederick no pudo evitar suspirar. —Eres tan amable y considerada, a diferencia de ese hijo mío, que solo se preocupa por su trabajo. ¿Qué va a hacer con todo ese dinero cuando yo muera? ¿Construirme una pirámide de oro? Camila se rió entre dientes ante sus palabras y lo consoló: —Probablemente solo quiere que vivas una vida mejor. Además, te ves en plena forma. Estoy segura de que vivirás otros cuarenta años, al menos. Frederick se rió de buen humor. Ella empezaba a agradarle aún más. Como Camila no tenía planes, decidió hacerle compañía a Frederick, y conversaron alegremente mientras caminaban por el centro comercial. Poco después, se dio cuenta de que era la hora de cenar, por lo que llevó a Frederick a un restaurante de guisos en el tercer piso. El lugar estaba impregnado de un delicioso aroma y los clientes conversaban alegremente, creando un ambiente animado. Frederick ya había comido bastantes guisos en casa, pero siempre eran muy saludables. Por eso, era la
Capítulo 115 Tan pronto como se conectó la llamada, Jeremy preguntó: —Papá, ¿sigues en el centro comercial? Puedo pasar a recogerte, ando por la zona. Frederick se alegró al oír eso. ¡Qué momento más perfecto para que se conocieran! —Claro, ven al restaurante, está en el tercer piso —respondió de inmediato, colgando enseguida. —¿Ese es tu hijo? —preguntó Camila, curiosa. —Sí. Dijo que estaba por aquí. ¡Qué casualidad, eh! Así se conocen y se hacen amigos. Incluso le puedo pedir que te lleve a tu casa más tarde —dijo Frederick, soltando una carcajada alegre. Ay, no. Yo no quería conocer a su hijo... Y ahora que por fin conseguí el contacto de este hombre, me sale con esto. ¡Qué situación tan incómoda! —Señor, siga comiendo tranquilo. Yo voy un momentico al baño —dijo Camila, con una sonrisa forzada, pero en realidad quería pagar la cuenta y salir corriendo del restaurante. Antes de irse, le dejó dicho al camarero que le informara a Frederick que ella tuvo que marcharse. Poco
Capítulo 116 —Señorita Rehinaldi. —Uno de sus compañeros de trabajo golpeó la puerta de cristal y entró, informando: —Algunos de los documentos electrónicos del Departamento de Secretaría están protegidos con contraseña. No podemos acceder a ellos. Camila preguntó: —¿No les dijiste que el Departamento de Reguladores está investigando algunos asuntos? —Lo hice, pero dicen que no saben las contraseñas de los documentos antiguos. También hablé con la señora Love sobre esto, pero ella dice que tampoco tiene acceso. Camila frunció el ceño. ¿Cómo era posible que el Departamento de Secretaría no conociera la contraseña de sus propios documentos? ¿Estaban ocultando algo? No se atrevió a demorar más el asunto por temor a que la otra parte destruyera los documentos una vez que supieran que estaban siendo investigados. Por lo tanto, le envió un mensaje de texto a Jeremy por W******p para pedirle respaldo. En respuesta, Jeremy le envió un número de contacto sin dudarlo. Tan pronto como a
Capítulo 117 —Hola, señor Cisneros —saludó Camila cortésmente, lo que hizo que Jackson se detuviera en seco. No parecía alguien de cincuenta años. Tenía una postura perfecta, un aura dominante y un par de ojos penetrantes que estaban fijos en Camila, como si buscara algo. Finalmente, Jackson dijo con arrogancia: —Ah, es usted, señorita Rehinaldi. Vaya, vaya. Es muy atrevida al despedir a más de sesenta personas en un par de días. Ahora todos en la empresa saben quién es usted. Camila simplemente respondió con educación: —Solo estoy haciendo mi trabajo para Langley Group, señor Cisneros. Jackson repitió burlonamente: —¿Para el Grupo Langley? Creo que debería decir “para el señor Langley”. No me extraña que todo haya ido sobre ruedas para ustedes. Hasta pudieron entrar a mi oficina para ver mis documentos. Hmph. ¿Qué están tramando? ¿Serán ustedes los siguientes en despedirme? —Está exagerando, señor Cisneros. Estamos investigando todos los departamentos del Grupo Langley, no so
Capítulo 118 —No, lo conseguí en un sorteo. Después de contarle sobre el concurso a Noé, Camila hizo una breve pausa antes de continuar: —Inicialmente, Hada quería acompañarme, pero su tía la llamó a mitad de camino, así que tuve que dejarla en el camino. Al escuchar eso, Noé exhaló un suspiro de alivio. Por suerte, la chica no vino hoy. Solo hablaba con ella por cuenta de Camila y no estaba interesado en Hada en absoluto. Además de eso… Mientras estaba perdido en sus pensamientos, de repente sonó su teléfono. Ver el número familiar que había llamado innumerables veces en los últimos días hizo que Noé apagara el teléfono con el ceño fruncido. —¿Por qué no contestas? —Camila vio su teléfono por casualidad. Cuando vio que el identificador de llamadas parpadeaba con el nombre “Princesa”, se molestó de inmediato y preguntó—: ¿No dijiste que no tienes una relación? ¿Por qué me lo ocultas? —No lo es. Es solo una amiga —mintió Noé. —¿Desde cuándo tienes una amiga llamada "Pr
Capítulo 119 ¡Lo sabía! ¡Podía reconocer su piel bronceada en cualquier parte! —se quejó Lena—. ¡Maldita sea! ¡Esa despreciable zorra no solo estaba jugando con dos hombres, sino que además seducía a un hombre más joven que ella! Lena no podía estar más molesta. A su parecer, ese estúpido Lobo Gris debía estar ciego. ¿Acaso sabía lo puta que era su novia? ¿Y aun así pensaba que era linda? ¡Mierda! ¡Ella no era nada comparada con ella! Cuanto más miraba Lena las ropas de colores similares, más inquieta se sentía. Por casualidad, un hombre con una chaqueta de cuadros atada a la cintura pasó junto a ella. Lena lo agarró, le quitó la chaqueta y le puso algo de dinero en las manos. —¡Te lo compro! El hombre se quedó sin palabras ante su repentina acción. Después, Lena se escondió detrás de una columna, esperando el momento oportuno. No fue hasta que Camila se fue al baño de damas que se acercó gloriosamente a Noé. Noé, que estaba escuchando el discurso de un vendedor,
Capítulo 120 La noticia tomó a Camila por sorpresa y no le dio tiempo a preparar un regalo. Recordando que a Jeremy le gustaba la sopa dulce, sacó el termo que llevaba en el bolso y se lo entregó. —Sobre eso, señor Langley... no sabía que era su cumpleaños, así que no preparé ningún regalo. Mi madre hizo esto, así que, si no le importa, puede quedárselo. Además… feliz cumpleaños. El termo rosa que sostenía entre sus delgadas manos parecía una joya. Era una vista tan agradable que provocó una leve sonrisa en Jeremy. Es una mujer muy interesante. Cada vez que hace un regalo, siempre resulta ser algo muy sensato, pensó. Sin embargo, la vacilación de Jeremy al momento de tomarlo hizo que su imaginación se desbocara. Como Jeremy tenía todo lo que deseaba, a Camila empezó a parecerle una mala idea regalarle la sopa dulce. Justo cuando ella retiró la mano, Jeremy le quitó el termo. Con una sonrisa amable, respondió: —Gracias, señorita Rehinaldi. Es un regalo maravilloso. Me gu
Capítulo 121 La cara de Camila se sonrojó cuando él coqueteó con ella. Durante todo el camino, solo pudo recibir en silencio los cumplidos de Jeremy. Sonrojada, Camila espetó: —Lo llevaré a casa, señor Langley. Se sentirá mejor mañana después de una buena noche de sueño. Pero la respuesta de Jeremy fue: —¿Me haces compañía, cariño? ¡Por supuesto que no! Camila no podía creer por lo que estaba pasando. Al notar su silencio, Jeremy dijo: —Hoy es mi cumpleaños. ¿No vas a celebrar este día conmigo, cariño? —¿Esa gente no te ha acompañado para celebrar tu cumpleaños? —murmuró Camila, y lo miró de reojo. Jeremy la miraba fijamente. Su corazón dio un vuelco al notar la expresión expectante en su mirada pensativa, tan sincera como la de un cachorro. ¿Estaba deseando celebrar su cumpleaños con ella? En un principio, Camila podría haberlo dejado en su mansión y así regresar sola a casa. Sin embargo, rara vez tenía la oportunidad de ver ese lado de él. Era amable, y su mirada no era