UGPEM. CAPÍTULO 77. “No hay nadie a esta hora”Lyon suspiró mientras le pasaba otra cerveza y ni siquiera le ofreció un par de analgésicos porque entendía que Liam necesitaba aquel dolor para sobrevivir. Estaba pagando solito sus minutos de no pensar claramente, sus instantes de darle la espalda a una mujer que lo había dado todo por él, y ahora incluso la esperanza era simplemente dolorosa.—Puedes quedarte aquí esta noche... con la única condición de que te duches, por favor —le pidió—. Mañana hablaremos.Liam intentó obedecer lo mejor que pudo y se dio una ducha en el pequeño baño del barco. Intentó dormir algo en la pequeña camita del camarote, pero el pecho le dolía demasiado, por dentro y por fuera. Aquellas palabras se repitieron en su cabeza."¿Si Max estuviera viva no habría buscado ya la forma de contactarse contigo?"—¿Y si no puede? —pensó en voz alta—. ¿Y si no puede hacerlo...?Se incorporó a pesar del dolor y alcanzó de inmediato su teléfono. Un presentimiento, no supo
UGPEM. CAPÍTULO 78. ¡Estás viva...!Max no podía creerlo, era su voz, era él pero... Parecía como si hubiera envejecido años, con aquella barba larga y su ropa sucia y...—¿Liam...? —susurró con voz ahogada y lo escuchó romperse en un sollozo bajo.—¡Max!... —Liam sintió como si estuviera a punto de enloquecer de felicidad cuando vio su rostro—. ¡Max!En un segundo aquella pistola estaba en el suelo y él salvaba los centímetros que los separaban para estrecharla contra su pecho. Pensar que ella estaba muerta había sido absolutamente devastador para él.—¡Dios, mío! ¡Estás viva...!Max pudo sentir el llanto sacudir el cuerpo de Liam al abrazarlo con todas sus fuerzas. Ciertamente ninguno de los dos podía creer lo que estaba pasando en ese momento. Max le devolvió el abrazo y se sintió extrañamente a salvo entre sus brazos. La sensación de su calidez la confortó y Max no pudo evitar derramar algunas lágrimas también.—Creí que estabas muerta... ¡creí que estabas muerta, por dios! —balbu
UGPEM. CAPÍTULO 79. La promesa más importanteLiam miró alrededor y el corazón se le hizo pedazos, era un refugio seguro pero no dejaba de ser la cloaca de un castillo medieval.—Sí, al menos he estado aquí desde que llegué en el carguero. Vine en uno de los contenedores.Liam sintió que se le estrujaba hasta el alma. Dos semanas en un contenedor en medio del mar, sola y sin ayuda. ¡Si no fuera por el hecho de que estaba viva y eso lo cambiaba todo, él ya habría enloquecido pensando en todo lo que Max había padecido en esos meses!—Escucha, nena, yo también tengo dinero suficiente, así que vamos a irnos de aquí ahora mismo. ¿Te sientes con fuerzas?De los dos, el que peor se veía era él, agotado por tantos días de marcha, pero Max era la que estaba embarazada y él se preocupaba por ella, así que prefería sacar fuerzas de donde no había y seguir el camino.—Sí, claro que sí —respondió ella y mientras le decía esto, una sonrisa comenzaba a brillar en sus labios.Enseguida Max recogió lo
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse
CAPÍTULO 5. Un juego demasiado peligrosoScott achicó los ojos. Quería asfixiar a aquella mujer con sus propias manos, pero no era un hombre estúpido.—Pon los documentos sobre mi escritorio. Dile a Malcovich que espere —ordenó y un instante después se quedaba solo.Scott respiró intentando calmarse y luego se sentó. Tomó su pluma favorita y abrió aquella carpeta. Ya había visto aquel contrato, había revisado los números de forma superficial y no había encontrado problemas, sin embargo las notas al margen de aquellas hojas, en pulcra caligrafía femenina, le contaban una historia muy diferente.Se echó adelante en el asiento, y lo repasó una y otra vez, pero los números no mentían. Ella se había dado cuenta de un mínimo error que podía costarle millones en los siguientes tres años.—¡Mierda, tenía razón la bruja! —siseó. Y eso también significaba otra cosa: Que Malcovich había tratado de engañarlo. Lo hizo pasar y apenas atravesó la puerta lo increpó—. ¡¿Por qué querías ocultarme esto!