PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 7. Un Christian Grey desobedecidoHabía una razón para que Nikko se detuviera en seco y era que, por algo que ni siquiera entendía, estaba más que seguro de que Gigi jamás le diría si había algún problema.Así que carraspeó despacio, se abotonó el saco y se acercó a ella,
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 8: El volcán de la mala suerteQuería saltar sobre los muebles, sobre la cama, sobre la alfombra o esa cosa esponjosa que había a los pies de su cama… ¿Cómo era que se llamaba?¡No tenía idea! ¡No le importaba!¡Solo quería saltar! ¡Y gritar! ¡Y reír!—¡Gigi!Aquel grito
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 9. Un castillo Niko Keller no era un hombre impresionable. Después de tantas mujeres que habían pasado por su vida sin causar impacto, desde modelos hasta actrices, no había mucho que lo enmudeciera… pero lo que tenían delante era otra cosa.Gigi tenía razón, no era herm
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPITULO 10. Un arma de destrucción involuntariaGigi tenía cara de espantada, pero por alguna razón ya Niko se estaba acostumbrando a ella y a sus reacciones.—¿Por qué a mí nunca me has dicho tu apellido? —preguntó él de repente, extendiendo su mano para ayudarla a bajar del aut
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 11. La respuesta a todoVan Beek era un hombre inteligente, capaz de captar la indirecta y mucho más, aunque junto a Niko la muchacha pareciera absurdamente desentendida de lo que su jefe acababa de inferir, al punto de que ni siquiera se había sonrojado. Esa era mucha in
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 12. Un poquito de todo sin querer—¡A dormir, Gigi, a dormir! —suspiró Niko con el mismo tono en que cualquier padre mandaría a su hija a acostarse, pero la verdad fue que él mismo apenas fue capaz de dormir en toda la noche.La escena del club con Van Beek lo atormentaba
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 13. Verdades al anochecerGigi escuchó la ducha mientras alcanzaba una botella de agua, y suspiró pensando en su jefe. Nada malo, por supuesto, porque por aquella cabecita no podía pasar nada malo, simplemente se sentía bien porque ese día había sido menos hosco que todos
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 14. Una chica a punto de rebelarseNiko quería que la tierra se abriera y se lo tragara primero a él, y luego a todo lo que quedaba de aquella Zona Roja de Amsterdam. La expresión de Gigi era desencajada, como si no pudiera creer lo que estaba viendo, aunque para ser hone