PRINCESA... DE DÍA. CAPÍTULO 89. Una amiga—A ver, a ver, el padre de la novia soy yo y por tanto… —empezó a protestar Jhon, pero un segundo después el lord, conde o lo que fuera ponía un dedo acusador delante de su cara.—Ni se le ocurra, señor Hopkins. Ya la boda por todo lo alto la paga usted y a
PRINCESA... DE DÍA. CAPÍTULO 90. Una sorpresa especial—¡Cierra los ojos! ¡No hagas trampas! —lo regañó Dandara mientras conducía a toda velocidad, pero Cameron parecía a punto de saltar como un conejo en aquel asiento trasero—. No me hagas amarrarte porque sabes que lo haré.—¿Y quién te ha dicho q
PRINCESA... DE DÍA. Una princesa a tiempo completoSEIS MESES DESPUÉS.—Dime por favor que no vas a hacer ninguna burrada —dijo Chiara Keller llevándose dos dedos al puente de la nariz.—Claro que no, mi amor. Ya sé que las burradas son lo mío, pero esta vez no es así —sentenció Jhon con una sonrisa
PEQUEÑA AMADA MÍA. PREFACIOSINOPSISNo era simple ser un Keller, pero definitivamente a Niko se le daba a la perfección. De su padre había sacado la mejor genética y de su madre la osadía y el valor; y todo lo había encausado para convertirse en uno de los inversionistas tecnológicos más importante
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 1. La nueva secretaria18 AÑOS DESPUÉS.—N…Niko… no puedes…—¡¿Dis-cul-pa?! —La voz del hombre resonó tan baja y ronca como una bofetada.—Perdón, señor Keller… quería decir… yo no necesito… —La mujer frente a él intentaba excusarse de todas las formas posibles, pero el d
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 2. Sin pudores estúpidosGigi no había saltado de alegría al conseguir aquel trabajo, primero porque le dolía no ser capaz de aspirar a más que ser la chica de las copias, porque no tenía dinero para continuar su educación; y segundo porque desde que era una niña había ap
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 3. Una chica bonitaLos dedos de Niko se detuvieron instantáneamente, como si una pequeña corriente eléctrica lo hubiera paralizado. A lo largo de su vida, y con treinta y seis años y sobrada experiencia a cuestas, había escuchado la falsa modestia de las mujeres muchas v
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 4. SobreviviendoLos labios de Gigi se abrían y se cerraban pero ningún sonido salía de ellos. Era evidente que estaba un poco aturdida, pero esa era una condición que su madre había alentado particularmente a lo largo de su corta vida.—Cariño, las dos sabemos que tienes