EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 18. Prisionera —Suéltame, Percy. ¡Basta, suéltame! —Kim intentó liberarse porque sabía que cada segundo que aquellos dedos se mantenían aferrados a su cara dejarían aún más profunda y larga la marca sobre su piel. —¡No puedo creer que hayas hecho esa barbaridad, Kim! —
Solo las mujeres más cercanas a ellos lo sabían, y Kim estaba a punto de descubrirlo. Un Keller con instinto sobreprotector era capaz de derretir una montaña entera de nieve y no precisamente por lo sexi. Peter sentía que el cuerpo le vibraba, que la piel le vibraba de la rabia que cargaba en ese m
EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 20. Descontrol Aquella era una m*****a locura y lo sabía. No había forma de que sus besos no le dejaran marcas en la piel por más delicado que fuera, pero también era una locura la forma en que la deseaba, la forma en que la necesitaba, al punto de olvidar cualquier ras
EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 21. Una excusa Para cuando Kim abrió los ojos, la oscuridad ya lo rodeaba todo, y estaba tan cansada que ni siquiera se hubiera molestado en despertar, si no hubiera sido porque la boca de Peter estaba haciendo una fiesta sobre sus pechos. Sus labios devorando uno de su
EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 22. Una mujer determinada La respuesta era “no”. La respuesta era evidentemente “no”, ya no le alcanzaba, y eso se debía completamente a él. Sin embargo Kim no podía decirle la verdad. —Estoy buscando mi camino fuera de mi matrimonio —susurró sin mirarlo a los ojos—. P
EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 23. No lo voy a aceptar Había nieve ahora. Nieve, y algo que definitivamente no podía llamarse trabajo. Llegar a Dinamarca fue como un extraño para Kim, aunque era cierto que era fotógrafa deportiva, hacía muchos años que no salía de Suiza, que no disfrutaba de la vida
EN MI PRÓXIMA VIDA. CAPÍTULO 24. Tres meses Tenía que levantarse. Levantarse y responderle y decirle y explicarle... pero no quería. Podía hacerlo, pero no quería. Sus ojos se cerraron durante un momento infinito y luego se abrieron para fijarse más allá de Peter, en el cielo rojizo del atardecer
Aquel vestido color azul marino tenía mangas largas y era absolutamente cubierto. Elegante y completamente cubierto. Y Kim lo agradecía porque eso significaba que Peter había pensado en cada uno de los besos que acababa de darle hacía menos de dos horas. Por primera vez en su vida aquellas marcas s