ROJO PROMESA. CAPÍTULO 33. Lo que sea Ainara se restregó los ojos con frustración y trató de mantenerse ecuánime, pero sabía que sería del todo imposible. —No me estás poniendo en ninguna posición vulnerable, Mauro, al menos no con respecto a ti —susurró con cansancio mientras se sentaba en uno de
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 34. Preguntas importantes La definición de “mudo” era Jhon en ese momento, pero en la expresión de Mauro no había ni sorpresa, ni duda. Era más que evidente que lo mismo Ainara que la pequeña necesitaban protección, pero por más curiosidad que tuviera, él estaba seguro de que
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 35. Una loca familia No era fácil. Nadie en su sano juicio habría dicho que aquello era fácil, pero aunque Ainara había pasado los últimos diez años enterrando todos los buenos sentimientos que había tenido por Mauro, no era tan inmadura como para pretender que él no era capa
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 36. Lo urgente y lo importante —Tiene que haber una explicación plausible para decirle a June que yo soy su papá —rezongó Mauro con las manos en la cintura mientras frente él Ainara parecía lista para la guerra. —¡Y tiene que haber una explicación plausible para decirle a tu
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 37. ¡Di que sí! —¡Jhooooooon! ¡El rifle! —gritó Mauro apenas uno de aquellos chicos traviesos le dirigió a su futura esposa la primera sonrisa, y en cuestión de segundos todos los hombres de la familia estaban allí para arruinarle la fiesta a sus mujeres. —¡Señor, señor, por
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 38. Una noche de bodas Había mil cosas por poner en orden, empezando por el hecho de que la nueva de Mauro estaba en Zúrich, ayudando con los negocios de su padre, pero no quería poner en riesgo a June o a Ainara sacándolas de Lucerna. El grueso de la familia vivía ahí, y Mau
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 38. Nada El corazón de Ainara dio un vuelco sin que pudiera evitarlo. —¿Cómo… cómo prueba de paternidad, Mauro…? ¿Quieres decir…? —balbuceó aturdida. —Quiere decir que sin importar cuántas veces nos hagan las pruebas o dónde, el resultado siempre va a ser el mismo. Siempre
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 39. Un estilo clásico —¿Cómo que nada? ¿Qué quieres decir? Mauro tiró del brazo de su tío hasta uno de los despachos de la casa y cerró la puerta tras él, asegurándose primero de que nadie venía a interrumpirlos. —Exactamente como lo oyes. Nada. Los únicos dos hombres invol